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LA VIGORIZACIÓN DE LA COMUNIDAD: ESTRATEGIAS EDUCATIVAS, COMUNICATIVAS Y CULTURALES : MARIO RODRÍGUEZ IBÁÑEZ

Por: Mario Rodríguez Ibáñez

Hace ya algunos años, con un equipo de trabajo con el cuál estábamos realizando una investigación sobre la situación de las niñas en la escuela y en la atención del sistema de salud en seis provincias rurales del departamento de La Paz en Bolivia, poblaciones mayoritariamente aymaras, hicimos una encuesta donde se preguntaba, entre otras cosas, sobre qué integrante de su familia necesitaba más atención en salud. Una de las respuestas más reiteradas fue la del “ganado”.

En otra ocasión, con un amigo, andábamos buscando un pedazo de tierra para poder tener un espacio de vida en las orillas de ese maravilloso lago que es el Titikaka. Encontramos la posibilidad en una comunidad llamada Toke Pokuro, en pleno lago mayor, fuera de los circuitos turísticos. Para ello, ya que en la comunidad estaba prohibido el mercado de tierras, una familia nos tuvo que adoptar como parte de ella y así accedimos a cuarta hectárea de terreno. Cuando realizábamos, con nuestras familias incluidas, el ritual de ch’alla[1] del terreno, apareció un anciano de la comunidad, con toda su sabiduría a cuestas, se aproximó a compartir el ritual con nosotros y nos dijo que el Tata tendría compañía y que esto estaba bien, que debíamos cuidar esa zona y ser respetuosos con él. El Tata es una piedra, mejor dicho, una roca grande, en plena orilla del lago Titikaka, muy próximo al terreno que nos concedieron; un lugar cargado de energía donde se desarrollan algunos rituales tradicionales andinos muy importantes para la regeneración de la comunidad.

Podría seguir con decenas de ejemplos vivenciales, pero lo importante es hacer visible dos elementos claves para comprender la vivencia comunitaria de los pueblos ancestrales de nuestro continente. Por un lado, su carácter relacional que va más allá de los vínculos entre humanos, ampliando sus relaciones con todo aquello que es parte de la regeneración de la vida en común. Por eso el ganado puede ser parte de la familia, que es lo común más próximo; así también una roca ritual y energética también hace parte del común ampliado en un territorio local. Son las múltiples relaciones de convivencia las que van configurando lo común compartido, y van diseñando la gestión de esas relaciones en un territorio determinado. Esas relaciones son relaciones intersubjetivas, configuran maneras de estar, de convivir, de constituir sujetos. Por eso no sólo los humanos y humanas son personas, sino también el ganado, los animales, el lago, las rocas, los vientos. Todos y todas son personas en las culturas ancestrales indígenas, por ello también son sexuados. Sólo en una comunidad ribereña del lago Titikaka identificamos 14 formas de nominar el agua, dependiendo de su forma y estado, como personas masculinas o femeninas, según el caso, pero todas ellas con cargas filiales y de comunidad: mamá (por ejemplo, el gran lago Titikaka es la gran Mama Lago o Jach’a Mamaquta). Así también, según sea río caudaloso, riachuelo, arroyo, lluvia, granizo, garúa, etc., el agua se nomina como tía, tío, suegra, nuera, primo, hermana, etc.

Si el primer elemento de configuración de lo común son las múltiples relaciones que hacen a nuestras convivencias y de las que dependemos para regenerar nuestra vida material, social y afectiva. La segunda es la gestión corresponsable de lo común. Por ello, nos tocaba hacerle compañía al Tata, cuidarlo y mantener una relación de respeto, así también él cumpliría con su parte de cuidado a la comunidad. Es decir, se nos encargaba una tarea importante para la regeneración de la vida equilibrada de la comunidad.

Como punto de partida de la vida en las culturas indígenas está la convivencia, el campo compartido, por ello el sujeto no puede ser comprendido sino desde el estar, y se está en comunidad. Como lo aprendí en la vida diaria de las conversaciones con mis vecinos de niños, lo que es ch’ulla (no par, lo incompleto), no regenera la vida, por ello hay que completarlo, hay que hacer que la unidad básica sea el dos y no el uno (por ello en Bolivia, en las ciudades más andinas, hasta las cervezas se piden de dos en dos y se beben en comunidad). La comunidad está en el centro de la reproducción de la vida y por ello hablamos de estrategias de comunalización que gestionan justamente lo común desde modos de vida capaces de convivir con el mundo contemporáneo moderno y con las lógicas del capital, pero al mismo tiempo que visibilizan y fortalecen otros modos de convivir que incuban y germinan alternativas a lo dominante.

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En el presente artículo, de manera muy breve situaré dos condiciones, seis pasos y una conclusión con cuatro movimientos. Todo como trazo de brocha gorda, para comprender la relación entre educación – comunicación – cultura en procesos de vigorización de lo comunitario de manera que se afecten las relaciones de poder.

1.DOS CONDICIONES INICIALES

1.1.Partir de lo existente

No es posible generar una estrategia de comunalización que no parta de lo existente, de lo que habita de comunidad en nuestras vidas. Por el ello no hablamos de futuro deseado a ser alcanzado, sino de experiencias y vivencias a ser vigorizadas.

Lo existente tiene al menos tres características que quiero destacar ahora, porque me serán útiles para que se comprenda, en un artículo tan breve, los sentidos de esta estrategia de comunalización:

a)            Es un mundo abigarrado

Entendemos por abigarrado un campo cultural diverso y complejo, donde existen espacios de continuidad de las matrices y singularidades de cada cultura que compone ese espectro diverso, pero donde también hay espacios para la convivencia de las diferentes matrices culturales que se van complementado, a veces tensamente y otras amistosa y amorosamente, en complementariedad; e incluso hay espacios para el brote de lo inédito, de lo nuevo desde lo existente. Es decir, lo abigarrado hace referencia a una trama multicolor y en movimiento donde se entremezclan las diferentes singularidades culturales, pero al mismo tiempo se mantienen esas mismas singularidades vivas y en movimientos de transformación sin que por ello desaparezcan las mismas. Se trata del reconocimiento de las vidas personales y colectivas como un continuo movimiento de intercambios y convivencias, pero en los que las singularidades no desaparecen, pero tampoco se quedan quietas momificadas, sino que están en un proceso permanente de transformaciones. Por ello, la configuración de lo comunitario a partir de las matrices culturales indígenas originarias, solo puede observarse en el mundo contemporáneo de forma de vital, capaz de traer al mundo presente su memoria ancestral, y por ello también es existente en el mundo urbano, desde esa nueva contextualidad.

b)           Es un mundo de asimetrías entre diversos

Las matrices culturales singulares que conforman nuestra realidad abigarrada no se encuentran y conviven en condiciones equitativas, sino están cruzadas por relaciones de poder que escenifican trayectorias asimétricas de relaciones. Los horizontes civilizatorios portados por la modernidad occidental, con sus nociones y prácticas de desarrollo, progreso, ciencia, conocimiento, política, economía, estética, ética, etc., son las dominantes y conforman el repertorio de éxito que inundan nuestras subjetividades y sentidos de vida. Los modos de vida portados por otros horizontes como los indígenas y populares, si bien suelen ser fundamentales para la regeneración de la vida cotidiana y los lazos de comunidad, por tanto, muy presentes en la vida de las personas, incluso en ámbitos urbanos, en la estructura de validación social suelen ser colocados como secundarios y subordinados. Eso hace que mucho de lo que se porta como otros modos de vida, diferentes a los dominantes y hegemónicos, terminen en un proceso de folklorización, vaciándose en contenido y sentidos de vida.

Detrás de esa asimetría están relaciones de poder que reproducen las lógicas de dominación. Y éstas van en sentido contrario de la vivencia comunitaria, buscan constituir el individuo como sujeto de la sociedad, desmontando y erosionando las experiencias de convivencia y cuidado corresponsable de lo común. Por ello vigorizar los procesos de comunalización, tiene que ver con una estrategia ética y política para comprender la vida desde otros sentidos y horizontes, más relacionales y equilibrados no sólo entre seres humanos, sino también de éstos con sus entornos naturales, ancestrales y sagrados.

c)            Lo existente es contradictorio

Las experiencias, vivencias y sentidos de vida que portan los sujetos populares, en nuestro caso con fuerte presencia de su pertenencia cultural indígena, son contradictorias. Por un lado, están habitadas e influenciadas por los procesos de dominación, es decir que expresan pensamientos y prácticas en el horizonte y las nociones validadas desde la modernidad occidental, el capitalismo contemporáneo y la configuración cultural señorial colonial y patriarcal que fue conformando nuestro día a día desde las élites dominantes de nuestros países, y que contagiaron al conjunto de las capas sociales. Y al mismo tiempo, por otro lado, se mantienen, en muchos casos vigorosamente, otras prácticas y pensamientos que hacen a otros modos de vida que reorganizan un nos-otros/as colectivo más comunitario y con otros sentidos de vida, provenientes justamente de unas prácticas propias cargadas de ancestralidades indígenas (en otros casos también africanas), con un profundo arraigo popular.

ÁLVARO , EL NIÑO QUE CAUTIVÓ CON EL «¡JALLALLA LAS MUJERES DE POLLERA!»

Por:Quya Reyna (Reyna Suñagua) para Rutinas de Camaleón

"Me he recordado de mi abuelita, era de pollera, por eso he gritado eso"

Álvaro fue a comer con su papá un caldo de res por la zona de Ballivián, aunque no le gustara, ya no había más que comer por ahí y tenía mucha hambre. El padre empezó a grabarle, porque el niño tuvo miedo al percibir que, mientras comían, se acercaba una marcha. ¡Cómo te vas a asustar! ¡Te voy a filmar!, le decía su padre, tomando su celular y enfocándolo a él. Sorprendido quedó al notar que al pasar la marcha en defensa de la wiphala, muy cerca de ellos, el niño empezaba a repetir las consignas de los y las marchistas con total calma, mientras tenía comida aún en la boca: “la wiphala se respeta, carajo…”. El padre seguía grabando y después de una pausa, su hijo levantó su pequeño puño y en un esfuerzo por ser escuchado, gritó “¡jallalla las mujeres de pollera!”… “Jallalla”, le respondieron los marchistas conmovidos, tanto, que lo aplaudieron y uno de ellos salió del grupo de personas y lo abrazó con un “¡bravo, bravo!”.

Antonia es la madre de Álvaro, nos encontramos por la feria 16 de Julio, caminando en búsqueda de un lugar donde conversar, nos acompaña su hija también. En el trayecto, me cuenta que Álvaro está en Tarija, viajó en cuanto terminaron las clases. Un refresco acompaña la charla en un pequeño café, mientras doña Antonia me sigue contando cómo es que se difundió aquel famoso video en el que Álvaro aparecía gritando el “jallalla”.

“Ese video yo le he pasado a mi hermana y mi hermana le ha pasado a su hija, y ella lo ha subido a Facebook. Yo jamás me he imaginado que iba a ser así de viral, nada… Muchas personas han comentado el video, felicitándole y él les agradece a todos”, comenta Antonia, esperando a que Álvaro conteste la video llamada que le está haciendo.

Juan Álvaro, así se llama el niño alteño. Quería ponerle Evo, pero no me gustaba.  Así que le puse el otro nombre del presidente: Juan. “Álvaro” es por el vicepresidente, por eso se llama Juan Álvaro, me aclara su mamá. Tiene 12 años y es un estudiante ejemplar en su curso, según me cuenta.

“Álvaro, la señorita quiere hablar contigo”, le dice su madre emocionada cuando contesta. Se ve tan cómodo sentado en su cama, tiene los cachetes rojos por el calor que hay en Tarija, pero se nota con mucha energía y muy dispuesto a conversar.

- Hola, Álvaro, estoy muy feliz de conocerte, te has vuelto muy popular en las redes debido a tu participación en una marcha de El Alto. Para empezar, ¿quisieras contarme un poco de ti? Lo que desees.

Me llamo Álvaro, me gusta comer, mi platillo favorito es el pique. Me gusta pasarla bien con mi familia y mis amigos, me llevo bien con mis amigos y vamos a jugar muchas veces fútbol, todo lo normal…

LAS ACCIONES EFECTIVAS QUE INCOMODAN

Por: Elena Peña y Lillo

Movilizaciones en Tarija

La potencia de la performance se hizo sentir en la necesidad de hablar de ello, incluso con lengua afilada, incluso para preguntar por qué diablos las feminazis (?) se estaban apropiando de las calles de “nuestra tranquila ciudad donde esas cosas no hay”. Por ende, el objetivo se cumplió con creces. Digamos que el “la culpa no fue mía, ni donde estaba, ni cómo vestía: El violador eras tú” es el catalizador urgente de muchas historias que tenemos atoradas en algún lugar de la garganta.

Hace unas dos semanas, Las Tesis, un colectivo feminista chileno, convocó en las calles de Santiago la realización del performance “Un violador en tu camino”. El marco de la misma se desenvuelve en una búsqueda por un lenguaje que pudiera transmitir de manera efectiva y sintética la problemática de la violencia contra la mujer en uno los actos más comunes y generalizados: la violación y la impunidad.

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Movilizacion en Cochabamba

Es difícil no considerar esta protesta callejera fuera del contexto de violencia que atraviesa Chile y que fácilmente halla eco en el sentir de los países latinoamericanos como Ecuador, Bolivia y Haití. Según sus creadoras, “Un violador en tu camino” forma parte de un performance mucho más amplio que debió ser pospuesto dado la convulsión social del país donde “muchas mujeres detenidas en las protestas dejan ver cómo los carabineros y el Estado usan la violencia sexual para sembrar miedo y que las mujeres no se expresen y ejerzan su derecho a protestar”. Así pues, el performance se realiza en un contexto urgente de visibilizar una violencia que acecha en el cotidiano. En Chile, cuando participas de una protesta existe la posibilidad de que te torturen, te desnuden o te violen. Según un informe de Human Rights Watch de las 442 querellas recibidas en los primeros 30 días de protestas en Chile, 71 corresponden a abusos sexuales. Pero sería un error considerar que la violencia y los abusos se dan sólo de la actual coyuntura. La actual escalada de violencia (representada esencialmente por las fuerzas represivas del Estado, aunque no se reduce solo a ellas) no es más que la exacerbación del sistema patriarcal latente dada la conformación de las estructuras elementales de la violencia dentro del Estado como institución inherentemente patriarcal: “La violación juega un papel necesario en la reproducción simbólica del poder y un acto necesario en los ciclos regulares de restauración de ese poder” (Segato).

Por ello mismo, una de las frases más fuertes que se entonan en el himno feminista que se expande como pólvora a lo largo y ancho del mundo, en diversos idiomas y en diferentes adaptaciones es: “El estado opresor es un macho violador”. Tal estrofa no responde, como simplifican algunxs, a un impulso de feminazis deslenguadas y odiadoras (?), sino a una investigación profunda de aquello que sustenta las violaciones en los países latinoamericanos –y, por qué no, en el mundo– y no sólo quedan impunes dentro del sistema judicial, sino que hasta se justifican. El gran logro de la intervención “un violador en tu camino” es llevar las tesis de teóricas feministas a la calle en puestas en escena interpeladoras que no han dejado indiferente ni a viandantes ni a internautas de las redes sociales. La intervención ha sido replicada y reeditada en las más variadas geografías desde Italia hasta Turquía, pasando por México hasta la India. Se la coreó en mapudungo y francés, en italiano y quechua. La hemos visto en nuestras ciudades, primero en La Paz, Tarija, Sucre, Cochabamba y Santa Cruz. He escuchado tararear algunas estrofas en la universidad, así, sin querer, como rola pegajosa. La he visto reeditada en un meme provida, la he leído criticada en comentarios desubicados y, peor todavía, a cuál más misóginos.

La otra semana se verificó quizás por primera vez en estos lares un performance de estas características y frente al Palacio de Justicia un grupo de mujeres y disidentes hicieron escuchar sus voces. Pocos días antes y en esas mismas dependencias Marcelo Ostria recibió una condena de 8 años de privación de libertad por el delito de “agresión seguida de muerte” perpetrado contra Ivana Arroyo. También días antes, el acusado del feminicidio de Dayana Alemán fue absuelto; en ambos casos existen sendas denuncias de parcialización de la justicia e irregularidades. Entonces llama la atención que se considere que las activistas que hacían escuchar sus voces y bailaban gritando y reclamando contra la impunidad para el asesino, solo estuvieran haciendo un show y copiando algo que estaba de moda y que ni siquiera entendían. El año pasado en Tarija se declaró alerta departamental dado el número de feminicidios; en julio de este año, nuevamente, se tenía el mayor índice de feminicidios a nivel nacional junto a Oruro. Por ello solicitamos una vez más acciones urgentes para que no nos maten. Como dato complementario, la fiscalía informó que, a nivel nacional, cada día se reciben 12 denuncias de abuso sexual, 8 de las cuales corresponden a violación. En promedio, cada día.

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Trascender la modernidad capitalista para re-existir Reflexiones sobre derechos, democracia y bienestar en el contexto de las nuevas derechas

Por: Miriam Lang, Horacio Machado Aráoz y Mario Rodríguez Ibáñez

 

En la actualidad, varios fenómenos de crisis están vinculados. Nunca antes en la historia tantos gobernantes de extrema derecha habían llegado al gobierno mediante elecciones, en las más diversas partes del planeta. Nunca antes tantos millones de personas habían sido desplazadas de sus lugares de origen, por diferentes factores de expulsión. Nunca antes la sociedad humana enfrentó niveles de desigualdad tan escandalosos, o, para reformularlo con las palabras que propone Rita Segato en este libro, nunca antes el mundo ha tenido tan pocos dueños tan poderosos. Nunca antes las condiciones materiales y ecológicas de la vida misma en nuestro planeta estuvieron expuestas a una destrucción tan acelerada.

Al mismo tiempo, el lucro y la lógica empresarial siguen expandiéndose a todos los campos de la vida social: se convierten en lenguaje de valoración (pretendido) único, en la forma predominante de interacción política, y en el sentido final de la existencia para porciones cada vez más amplias de seres humanos. Conductas y posturas de supremacía racial, sexista o religiosa ganan legitimidad y se expanden en el imaginario social de diversas partes del mundo. Asimismo, el orden global que desde la segunda posguerra había generado cierto optimismo y estabilidad, e incluso algunos ensayos antiimperialistas y de no alineación, el llamado multilateralismo, está siendo socavado por afanes de acumulación que precisan rebasar todo tipo de límites anteriormente vigentes. Es socavado también por ciertos personajes, que se construyen como superhéroes masculinos, sobrehumanos, capaces de resolver problemas excepcionales con medidas excepcionales, por encima de toda regla, como Donald Trump, en EE.UU.; Viktor Orbán, en Hungría; Rodrigo Duterte, en Filipinas; Narendra Modi, en la India, y Jair Bolsonaro, en Brasil.

Ante esta situación angustiante, una reacción muy común de corrientes políticas diversas es defender los ‘valores y logros de la modernidad’, o lo que se cree que queda de ellos, contra el avance de diferentes fenómenos experimentados como ‘barbarismos’: los derechos humanos, la democracia, y el contrato social en torno al bienestar. Defenderlos a que no sean desmantelados por los populistas de derecha, por los neofascismos, por los fundamentalismos religiosos autoritarios o los de mercado –todas aquellas expresiones de “las nuevas caras de la derecha” (Traverso, 2018). Por ejemplo, las centroderechas liberales y conservadoras europeas exigen cerrar y militarizar las fronteras frente a la migración desde África o el Oriente Medio, pues, en su percepción, esta viene a amenazar la democracia, la provisión social y la seguridad, ‘sus’ logros que obtuvieron y tienen ‘por derecho propio’. Pero la necesidad de defender el horizonte de derechos, de la democracia y del bienestar también es un sentimiento ampliamente compartido entre personas que se identifican con la emancipación social o con las izquierdas plurales. Muchos luchan para ‘extender’ los beneficios de la modernidad a todas las poblaciones y geografías, sin enfrentar el hecho de que histórica, política y ecológicamente, estos derechos son en realidad privilegios.

El pensamiento decolonial nos advierte que la barbarie que la modernidad quiso dejar afuera le es, en realidad, inherente y constitutiva de su proyecto civilizatorio. Ya a mediados del siglo pasado, el escritor afrocaribeño Aimé Césaire advertía que la empresa de la modernidad se montó prometiendo la civilización y ejerciendo la colonización; colonizando en nombre de la razón, el derecho y el progreso ([1949] 2006). El paisaje desolador que nos presenta este siglo XXI es el epílogo de la trayectoria histórica del proyecto civilizatorio de la modernidad capitalista; la modernidad que se hizo hegemónica. Quienes asumimos el diagnóstico de que estamos asistiendo a una crisis civilizatoria terminal planteamos que lo que hoy nos embarga –a la especie humana y al planeta– no son algunas fallas o fracasos puntuales de esta modernidad, sino su rotundo éxito. El rasgo fundamental de nuestro tiempo es que asistimos al triunfo aplastante de la modernidad, solo que ese triunfo es una tragedia, pues se ha erigido sobre el avasallamiento sistemático de la vida en sí. Esta crisis civilizatoria es también, y decisivamente, una crisis del pensamiento crítico.

Este diagnóstico –pese a la robustez de las evidencias que lo sustentan– sigue siendo marginal, no tanto en el campo de las ideas, sino más bien en el de la política. Incluso personas, grupos y organizaciones políticas que se identifican con el imaginario de la emancipación social siguen pensándola dentro de los moldes de la modernidad; para amplios sectores de izquierda –en particular, los que disputan el campo de la política institucional– la tarea pasa por restablecer el horizonte de derechos, sostener la democracia y recuperar el (estado de) bienestar, profundamente degradados bajo el neoliberalismo y amenazados por las nuevas derechas.

La envergadura de los desafíos resulta por momentos abrumadora. Estamos en un momento en el que efectivamente se pretende arrasar con todo vestigio de lo que la modernidad ofrecía en términos de promesas emancipatorias. Abandonar ahora la defensa de toda la institucionalidad estructurada en torno al estado de derecho significaría muy probablemente acelerar drásticamente la escalada exterminista. Quienes planteamos que los desafíos emancipatorios nos exigen ir más allá de la modernidad y trascender radicalmente sus presupuestos epistémico-políticos para proyectar otros horizontes civilizatorios no desconocemos estos riesgos. No desconocemos la fragilidad, la vulnerabilidad y el carácter todavía embrionario de las alternativas que vemos germinar desde las re-existencias. Aun así, no nos parece posible imaginar en términos realistas horizontes de futuro para la vida humanamente reconocible como tal, si no encaramos en serio, colectivamente, como especie, estos desafíos. La defensa de las instituciones normativas de la modernidad resulta hoy tan necesaria como insuficiente. De ahí la urgencia de plantear una agenda de trascendencia del imaginario moderno por más difícil que sea concretarla. Estas inquietudes dan lugar a este texto, pensado como apenas un aporte para estas búsquedas.

Luego de recordar brevemente, desde una perspectiva decolonial, las bases epistémicas de la modernidad capitalista y el rol del Estado en el sistema-mundo que esta instauró, enfatizaremos en tres paradigmas que constituyen las bases del imaginario positivo de la modernidad, que vuelve a legitimar una y otra vez el espejismo de ‘desarrollo’ en la experiencia latinoamericana: los derechos, la democracia y el estado de bienestar. Exploraremos sus orígenes, las relaciones de dominación y la violencia que les son inherentes, pero también su evolución al calor de luchas pasadas, y en qué medida o en qué condiciones constituyen hoy herramientas válidas para estrategias contra las nuevas derechas y la crisis multidimensional. Finalmente, esbozaremos algunas pistas para trascender esta modernidad tan problemática, que, sin embargo, pretende validez universal.

SENKATA, NO TE MERECEN

Por: Quya Reyna Los pututus suenan… y su sonido trae calma, sólo por un momento. Cuántas bolsas negras habrán comprado ayer y hoy las tías y los tíos para improvisar un moño negro y colgarlo en las puertas de sus casas, en las iglesias, para ponerlo encima de su wiphala, para que el viento recuerde...

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TECNOFASCISMO: LOS MECANISMOS DE CONTROL DEL TOTALITARISMO INVERSO

Por: Chellis Glendinning

Vigilancia de llamados telefónicos y correos electrónicos privados. Cámaras que registran cada paso que das. No hay recurso de amparo. Ingreso ilimitado a tus antecedentes financieros. Máquinas electorales que alteran los resultados de elecciones con sólo pulsar un botón. Protestas definidas como terrorismo, Mucha gente espera que la pérdida de derechos civiles que los estadounidenses han sufrido desde los ataques montados por el gobierno de Bush II sea una realidad política que pueda ser invertida mediante la voluntad electoral.

Mecanismos establecidos de poder político son, desde luego, los medios inmediatamente disponibles para intentar el cambio. Nociones de derechos ciudadanos, libertad, y participación democrática son paradigmas convincentes que han apasionado regularmente la bravura de ciudadanos de EE.UU. – y sin embargo el politólogo Sheldon Wolin, quien enseñó la filosofía de la democracia durante cinco décadas, ve el actual predicamento de la hegemonía corporativa gubernamental como algo más endémico.

“Totalitarismo inverso,” lo llama en su reciente “Democracy Incorporated”: “Mentiras al blandir el poder total sin mostrar lo que está haciendo, sin establecer campos de concentración, o imponer uniformidad ideológica, o reprimir por la fuerza a elementos disidentes mientras sigan siendo ineficaces.” Para Wolin, una forma semejante de poder político convierte a EE.UU. “en el escaparate que muestra como la democracia puede ser dirigida sin mostrar que está siendo eliminada.”

Wolin señala correctamente que los orígenes del sistema de gobierno de EE.UU. “nacieron con un prejuicio contra la democracia,” y sin embargo el sistema ha arremetido rápidamente más allá de sus raíces agrarias menos que democráticas para convertirse en una sociedad urbana de masas que, con evidente sabor a 1984, podría ser llamada tecnofascismo. El papel de la tecnología es la parte pasada por alto del acertijo del enigma político contemporáneo.

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HOY LA REPRESIÓN FUE EN SENKATA

Hoy la represión fue en senkata, como hace 15 años también se reprimía y mataba a la gente por el gas en este mismo lugar. Hace 15 años fue en contra de un gobierno neoliberal y hoy parece que las consignas no están muy lejos de ello.

Los testimonios de amigos y vecinos de la zona comenzaron a salir desde las diez de la mañana, comentando que los militares habían ingresado en la zona y que se comenzaba a reprimir a la gente que se había atrincherado en la planta de Senkata para no dejar salir gasolina hace ya varios días. ¿El dilema? los autos de la gente de la ciudad de La Paz no pueden andar…. ¿por qué? hay un grupo de personas que piden que sus derechos no sean pisoteados, porque se ha instalado un gobierno neoliberal que ha quemado la whipala, insultado a la gente que la defiende y repudiado a la Pachamama. La gente en la ciudad de El Alto lo sabe, sabe que de permanecer este gobierno, los retrocesos en temas de derechos humanos serían radicales, como lo están siendo cada día que pasa con ellxs dentro de Palacio.

Entonces no podía quedarme sin ver lo que estaba sucediendo en Senkata, junto a compañerxs de trabajo y militancia decidimos subir a ver que pasaba.

El recorrido comenzó en la plaza San Francisco donde llegaron varias comunidades de varias provincias de La Paz, que al momento de escuchar que los compañerxs de Senkata estaban siendo agredidos, decidieron replegarse y subir a apoyarlos. Y así lo hicimos nosotros también. Con un celular y una cámara decidimos subir a reportar lo que la gente estaba sientiendo y viendo.

Si, la ciudad de El Alto es una ciudad guerrera, lo es, los vecinos no se van a dejar pisotear, no se van a dejar. Agrupados en varias esquinas gritaban sus irrenunciables consignas “Renuncia de Añez” “no más militarización”, “justicia para los muertos”.

Estas consignas y las protestas en torno a la custodia de la planta de gas de Senkata, han sido el perfecto justificativo para que el gobierno de transición otorgue carta libre a los militares para tomar la zona y sacar bala cuando lo necesiten, dejándolos excentos de cualquier responsabilidad por decreto establecido el 14 de noviembre del presente año.

Necesitaba verlo con mis propios ojos. Llegamos hasta la parada del teleférico 6 de marzo dónde ya la tensión se sentía en el ambiente. Cientos de vecinos tomaban las calles haciendo vigilias y reportando los lugares dónde se necesitaba ayuda. Están cabreados sí. Hasta el medio día ya se reportaban tres muertos. Las ambulancias pasan corriendo y los vecinos las detienen “Revisen”, “Pidan nombres” gritan, y así lo hacen. No dejarán pasar nada que parezca sospechoso. Tomamos testimonios de la gente “Queremos la renuncia de Añez” gritan, hablan en aymara y varias mujeres llaman a las mujeres de El Alto a salir a defender a su pueblo.

Entre la gente se va pasando la voz de lo que ocurre en otros puntos de la ciudad de El Alto dónde se necesita ayuda. Los vecinos están ahí para reforzarlos. Nadie tiene armas de fuego, nadie porta armas corto punzantes. Se defienden con piedras o palos, algunos tiene hondas y la rabia del pueblo masacrado.

Seguimos caminando y vamos encontrándonos con policías que rodean la zona. Nos miran pasar. Los vecinos siguen la ruta con wawas en los brazos, camino a sus casas. En el trayecto una vecina nos regala jugos “Gracias por ayudarnos a difundir lo que está pasando aquí en Senkata” nos dice. Nadie les paga, ellxs salen por su propia voluntad, por la propia organización barrial y comunitaria que aún existe en esta ciudad indígena.

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PARTO Y AUTOATENCIÓN EN CONTEXTOS DE MIGRACIÓN CAMPO-CIUDAD ESTUDIO DE CASO EN EL MUNICIPIO DE CERCADO, TARIJA PARTE III

Por: Elena Peña y Lillo

¿Por qué un parto autoatendido?

Dibbits (2013) identifica como barreras a la hora de acudir al hospital el que las prácticas biomédicas son desconocidas y causan incertidumbre, la desconfianza generada por las referencias negativas respecto a la cantidad de gente que asiste al parto[1], el trato impersonal y el temor a ser reprochadas si hay complicaciones debido a que no asistió a los controles prenatales y/o haber intentado dar a luz en su domicilio.

Nuestras entrevistadas enfatizan la falta de infraestructura en el pasado y, actualmente, el temor, la vergüenza, el mal trato prodigado en el hospital y el número de observadores:

“RV: Bueno, antes era por la falta de centros de salud, no habían.

SG: Uno que era así, no había centros de salud donde acudir y otro también por ignorancia, ahora yo creo que es por temor por lo que no van (…) atender un parto es algo, especialmente para la mujer, traumático diría yo (…) le hacen, le sientan, le tienes que abrir las piernas, tienes que pujar y ahí está un montón de gente (…) Y a veces la sala de parto es tan fría que… entonces yo creo que es por temor, al ver a tanta persona que está (…)

RV: Tal vez sea la confianza, la vergüenza. No sé, por lo que mi mamá me cuenta los médicos son muy malos y muy guasos. Te retan, te gritan y aparte de dicen insultos (…) ‘No le ha dolido para abrir las piernas antes’ o, como mi mamá tenía mujeres, ‘más comida para los pajaritos’ y ella [me] dice [que] cuando me ha tenido a mí que yo no salía pues y no ve que aprietan y mi mamá ya no daba más. Y dice que ha venido una enfermera ya madura y ¡fiuff! dice ‘casi se sienta encima (…) ¡Qué dolor!, si yo no estaba mal le daba uno, pero uno ya no tiene ni fuerza’ y claro así tal vez, yo digo debe dar miedo. Si te hablaran bien, el trato fuera bueno, te animaran”. (RV y SG, 04/07/2019).

Un comentario de Dora es significante y tiene que ver con la doctora que atiende la posta actualmente: “Ahora hay posta ahicito. Uuuuh, la doctorcita ese ratito puede venir pero esa vez no había”. Llama la atención la seguridad sobre su disponibilidad para ir al domicilio a atender la complicación del parto. Interrogada, la doctora Mabel Baldivieso[2] apunta que el enfoque SAFCI consiste precisamente en buscar al paciente, conocer su contexto, buscar soluciones integrales para alcanzar su bienestar, lo que le lleva a programar visitas domiciliarias para verificar si siguen sus recomendaciones y enterarse de lo que ocurre en el barrio; a veces, “ellos me cuentan, los mismos vecinos, cuando salgo, si ya ha nacido la wawa de tal, de cual; que la tal no ha venido todavía al primer control de su bebé” (MB, 04/07/2019); los lazos de confianza se fortalecen en esas interacciones. La doctora Baldivieso reconoce la transformación de las formas de atención materno-infantil: el SUMI, el Bono Juana Azurduy y la estrategia SAFCI hacen que ninguna mujer de los 1544 habitantes que tiene a su cargo haya fallecido en un parto. Cree que las razones por las que Dora no acudió al hospital fue consecuencia de la falta de orientación antes de dar a luz; los controles prenatales son justamente una instancia de orientación a la madre sobre cómo es la atención al parto:

Es convencerle, explicarle el por qué [de hacer tal o cual práctica, o abandonarla] adelantarse a los hechos, decirles las ventajas y las desventajas, explicar las consecuencias sin hacer sentir mal a la persona (…) a partir de la semana 34 de gestación ya todo es orientación, explicarles cómo es el proceso del parto, la mejor posición para darles de lactar a las wawas, darles a conocer sus derechos, si quieren que los practicantes se retiren de la sala de partos (…) esto es salir a trabajar en el hogar de las madres, salir a su territorio, entrar al hogar” (MB, 04/07/2019)

MARIO RODRÍGUEZ: CONVERSACIONES SOBRE PROCESOS DE RETERRITORIALIZACIÓN Y COMUNALIZACIÓN EN CONTEXTOS URBANOS (parte 2)

Por:La OLLA sazón pública Segunda y última parte de la entrevista de Miriam Lang, Univerdad Andina Simón Bolívar del Ecuador, con Mario Rodríguez Ibáñez del equipo de Wayna Tambo – Red de la Diversidad sobre los procesos de reterritorialización y comunalización en espacios urbanos. En esta parte de la entrevista se profundiza sobre las redes...