EL SUEÑO DE LA PESTE ACERCA DE LA PÉRDIDA DEL ESPACIO PÚBLICO EN TIEMPOS DE ‘DISTANCIAMIENTO SOCIAL’ Por: Tonia Andresen y ozZo Ukumari

“Es siempre útil dar a la gente la sensación de libertad, especialmente cuando no hay libertad” (Coriún Aharonián, 2012) 1. El espacio público es un espacio social, un espacio donde se confluye con el/la y les otrxs y surge el encuentro fortuito. En muchos casos el espacio público se ha convertido en un confinador de...

PRONUNCIAMIENTO DE LA ARTICULACIÓN FEMINISTA APARTIDISTA «Wañuchun Machocracia»

ATENCIÓN HERMANXS, LES COMPARTIMOS EL PRONUNCIAMIENTO DE LA ARTICULACIÓN FEMINISTA APARTIDISTA «Wañuchun Machocracia», conformada por Colectivas e Individualidades AUTÓNOMAS, APARTIDARIAS E INDEPENDIENTES. Nosotras, mujeres diversas con múltiples experiencias y formas de lucha, nos pronunciamos frente a la emergencia sanitaria provocada por el COVID-19 porque, desde nuestros lugares en el mundo y nuestras miradas plurales, somos...

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COMUNIDADES URBANAS: VIGORIZACIÓN DE LAS FORMAS DE VIDA COMUNITARIAS EN LAS CIUDADE (VIDEO LIBRO-PARTE 3 DE 4)

Por: Red de la Diversidad La pertenencia y el vivir formas comunitarias en las ciudades se vigorizan por varios elementos o factores que encontramos en nuestras conversaciones mientras sistematizábamos este trabajo. Señalemos algunos de esos: a) Una precaución permanente de que no todo lo colectivo y compartido es comunidad. Por ello, no basta generar procesos...

COMUNIDADES URBANAS: COMUNIDADES EN LO URBANO (VIDEO LIBRO-PARTE 1 DE 4)

Por: Red de la Diversidad Las comunidades nos colocan en el desafío de la complementariedad recíproca -tensa a la vez- entre procesos de singularización y de lo común compartido. Entre lo local, su ámbito propio de regeneración, y los tejidos complejos multiescalares. Entre lo territorial concreto y las intersubjetividades que entrelazan afectividades y pertenencias. Entre...

NO SÓLO PARTERA, TAMBIÉN PSICÓLOGA: ANA CHOQUE LLEVA MÁS DE 40 AÑOS EN ESTE OFICIO

Por:Univ. Reyna Maribel Suñagua Copa (Quya)

"Nosotras tenemos que actuar como psicólogas porque hay algunas familias que tienen fuertes problemas: a veces la violencia de sus esposos, de la suegra o de los mismos hijos mayores. Esas depresiones que tienen (las embarazadas), en el parto les complica, trae consecuencias".

Con una sonrisa en el rostro y algunos cabellos que vuelan con el viento, Ana pasa la avenida principal de la zona Villa Adela corriendo. Entre saltos y algunas distracciones, viene hacía mí, para un suave estrechamiento de manos.


    Doña Ana, vamos a una placita para la entrevista.

    Vamos por aquí (me guía)

    ¿Dónde nació usted, doña Ana?

    Cerca al Cementerio de La Paz, pero desde siempre he vivido aquí (El Alto).

    ¿Sus padres también eran de aquí?

    No, mi papá era de Copacabana y mi madre de Luribay.

Caminamos y algunas canas se liberan de su negro cabello. Su sonrisa brilla, no por las diminutas decoraciones de oro que lleva, sino por la calidez que irradia al momento de mostrarse contenta. Al hablarme, salen de sus labios sus 57 años de edad en historias, risas y algunos comentarios de su vida: “siempre vienen a entrevistarme”, cuenta. Y no es de sorprenderse. Ana Choque es una mujer con gran experiencia en la partería y más de una vez ha sido protagonista de algunas notas internacionales.

El sol baña de calor la plaza “Simón Bolívar”, en donde Ana se muestra tímida por un momento al sentarse en una banqueta frente a la Iglesia “Virgen de Copacabana”:

— ¿Cómo creció y en qué contexto?

— Bueno, en sí, mi abuela era partera y mi mamá también era partera, pero no atendía mucho. Mi abuela era la que más atendía. Mi abuela era solitaria y yo era su ayudante, su compañera, desde muy pequeña, desde mis 8 años yo he estado con ella. Ella estaba un poco mal del pie, entonces a mí me manejaba a todo lado para que le acompañe, para que atienda sus partos. A todo lugar me llevaba.

— ¿Tiene hermanos, doña Ana?

— Sí. Nosotros éramos 5 hermanos. Han fallecido y ahora dos estamos.

— ¿Hay alguien más de su familia que se dedica actualmente a este oficio?

— Una de mis sobrinas está realizándose como partera. Pero ninguno más se ha aficionado a este oficio.

— ¿Cómo inició en la partería, Ana? ¿Cuándo decidió dedicarse a esto?

— Bueno, fue una casualidad. Yo era como su ayudante de mi abuela. Entonces, hubo una ocasión, cuando tenía ya mis 15 años, y fueron a buscarle a mi abuela y no estaba. Solita estaba en la casa y se  presentó un parto y bien afligidas han venido unas señoras. Como yo siempre le acompañaba a mi abuela, ellas me decían: “¿usted no me lo puede ir a atender? ¿No me lo puedes ir a ver?, por lo menos anda vémela” me decían. “¿Yo que haría?” decía ¿no? y me he puesto nerviosa.

Cuando fui, vi a la señora que estaba revolcándose con dolor. Ya le había reventado el líquido. Entonces he tenido que ayudarle. Ese rato he tenido que acordarme todas las cosas que hacia mi abuela. Entonces todo a mi mente ha venido: cómo atendía, cómo agarraba al bebé, todo.

 Siempre también he sido curiosa en las cosas que hacía y mi abuela también me decía “ayúdame a hacer esto”, “esto pásame”, “este otro pásame”. Incluso me hacía bañarle al bebé, aunque más pequeña era yo, más chica era, y casi le hacía caer al bebé, porque era resbaloso. Cada cosa que pasaba, le preguntaba a ella ¿no?: “¿por qué esto así? ¿cómo debo hacer?", por ahí nomás algo pasaba.

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LA VIGORIZACIÓN DE LA COMUNIDAD: ESTRATEGIAS EDUCATIVAS, COMUNICATIVAS Y CULTURALES : MARIO RODRÍGUEZ IBÁÑEZ

Por: Mario Rodríguez Ibáñez

Hace ya algunos años, con un equipo de trabajo con el cuál estábamos realizando una investigación sobre la situación de las niñas en la escuela y en la atención del sistema de salud en seis provincias rurales del departamento de La Paz en Bolivia, poblaciones mayoritariamente aymaras, hicimos una encuesta donde se preguntaba, entre otras cosas, sobre qué integrante de su familia necesitaba más atención en salud. Una de las respuestas más reiteradas fue la del “ganado”.

En otra ocasión, con un amigo, andábamos buscando un pedazo de tierra para poder tener un espacio de vida en las orillas de ese maravilloso lago que es el Titikaka. Encontramos la posibilidad en una comunidad llamada Toke Pokuro, en pleno lago mayor, fuera de los circuitos turísticos. Para ello, ya que en la comunidad estaba prohibido el mercado de tierras, una familia nos tuvo que adoptar como parte de ella y así accedimos a cuarta hectárea de terreno. Cuando realizábamos, con nuestras familias incluidas, el ritual de ch’alla[1] del terreno, apareció un anciano de la comunidad, con toda su sabiduría a cuestas, se aproximó a compartir el ritual con nosotros y nos dijo que el Tata tendría compañía y que esto estaba bien, que debíamos cuidar esa zona y ser respetuosos con él. El Tata es una piedra, mejor dicho, una roca grande, en plena orilla del lago Titikaka, muy próximo al terreno que nos concedieron; un lugar cargado de energía donde se desarrollan algunos rituales tradicionales andinos muy importantes para la regeneración de la comunidad.

Podría seguir con decenas de ejemplos vivenciales, pero lo importante es hacer visible dos elementos claves para comprender la vivencia comunitaria de los pueblos ancestrales de nuestro continente. Por un lado, su carácter relacional que va más allá de los vínculos entre humanos, ampliando sus relaciones con todo aquello que es parte de la regeneración de la vida en común. Por eso el ganado puede ser parte de la familia, que es lo común más próximo; así también una roca ritual y energética también hace parte del común ampliado en un territorio local. Son las múltiples relaciones de convivencia las que van configurando lo común compartido, y van diseñando la gestión de esas relaciones en un territorio determinado. Esas relaciones son relaciones intersubjetivas, configuran maneras de estar, de convivir, de constituir sujetos. Por eso no sólo los humanos y humanas son personas, sino también el ganado, los animales, el lago, las rocas, los vientos. Todos y todas son personas en las culturas ancestrales indígenas, por ello también son sexuados. Sólo en una comunidad ribereña del lago Titikaka identificamos 14 formas de nominar el agua, dependiendo de su forma y estado, como personas masculinas o femeninas, según el caso, pero todas ellas con cargas filiales y de comunidad: mamá (por ejemplo, el gran lago Titikaka es la gran Mama Lago o Jach’a Mamaquta). Así también, según sea río caudaloso, riachuelo, arroyo, lluvia, granizo, garúa, etc., el agua se nomina como tía, tío, suegra, nuera, primo, hermana, etc.

Si el primer elemento de configuración de lo común son las múltiples relaciones que hacen a nuestras convivencias y de las que dependemos para regenerar nuestra vida material, social y afectiva. La segunda es la gestión corresponsable de lo común. Por ello, nos tocaba hacerle compañía al Tata, cuidarlo y mantener una relación de respeto, así también él cumpliría con su parte de cuidado a la comunidad. Es decir, se nos encargaba una tarea importante para la regeneración de la vida equilibrada de la comunidad.

Como punto de partida de la vida en las culturas indígenas está la convivencia, el campo compartido, por ello el sujeto no puede ser comprendido sino desde el estar, y se está en comunidad. Como lo aprendí en la vida diaria de las conversaciones con mis vecinos de niños, lo que es ch’ulla (no par, lo incompleto), no regenera la vida, por ello hay que completarlo, hay que hacer que la unidad básica sea el dos y no el uno (por ello en Bolivia, en las ciudades más andinas, hasta las cervezas se piden de dos en dos y se beben en comunidad). La comunidad está en el centro de la reproducción de la vida y por ello hablamos de estrategias de comunalización que gestionan justamente lo común desde modos de vida capaces de convivir con el mundo contemporáneo moderno y con las lógicas del capital, pero al mismo tiempo que visibilizan y fortalecen otros modos de convivir que incuban y germinan alternativas a lo dominante.

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En el presente artículo, de manera muy breve situaré dos condiciones, seis pasos y una conclusión con cuatro movimientos. Todo como trazo de brocha gorda, para comprender la relación entre educación – comunicación – cultura en procesos de vigorización de lo comunitario de manera que se afecten las relaciones de poder.

1.DOS CONDICIONES INICIALES

1.1.Partir de lo existente

No es posible generar una estrategia de comunalización que no parta de lo existente, de lo que habita de comunidad en nuestras vidas. Por el ello no hablamos de futuro deseado a ser alcanzado, sino de experiencias y vivencias a ser vigorizadas.

Lo existente tiene al menos tres características que quiero destacar ahora, porque me serán útiles para que se comprenda, en un artículo tan breve, los sentidos de esta estrategia de comunalización:

a)            Es un mundo abigarrado

Entendemos por abigarrado un campo cultural diverso y complejo, donde existen espacios de continuidad de las matrices y singularidades de cada cultura que compone ese espectro diverso, pero donde también hay espacios para la convivencia de las diferentes matrices culturales que se van complementado, a veces tensamente y otras amistosa y amorosamente, en complementariedad; e incluso hay espacios para el brote de lo inédito, de lo nuevo desde lo existente. Es decir, lo abigarrado hace referencia a una trama multicolor y en movimiento donde se entremezclan las diferentes singularidades culturales, pero al mismo tiempo se mantienen esas mismas singularidades vivas y en movimientos de transformación sin que por ello desaparezcan las mismas. Se trata del reconocimiento de las vidas personales y colectivas como un continuo movimiento de intercambios y convivencias, pero en los que las singularidades no desaparecen, pero tampoco se quedan quietas momificadas, sino que están en un proceso permanente de transformaciones. Por ello, la configuración de lo comunitario a partir de las matrices culturales indígenas originarias, solo puede observarse en el mundo contemporáneo de forma de vital, capaz de traer al mundo presente su memoria ancestral, y por ello también es existente en el mundo urbano, desde esa nueva contextualidad.

b)           Es un mundo de asimetrías entre diversos

Las matrices culturales singulares que conforman nuestra realidad abigarrada no se encuentran y conviven en condiciones equitativas, sino están cruzadas por relaciones de poder que escenifican trayectorias asimétricas de relaciones. Los horizontes civilizatorios portados por la modernidad occidental, con sus nociones y prácticas de desarrollo, progreso, ciencia, conocimiento, política, economía, estética, ética, etc., son las dominantes y conforman el repertorio de éxito que inundan nuestras subjetividades y sentidos de vida. Los modos de vida portados por otros horizontes como los indígenas y populares, si bien suelen ser fundamentales para la regeneración de la vida cotidiana y los lazos de comunidad, por tanto, muy presentes en la vida de las personas, incluso en ámbitos urbanos, en la estructura de validación social suelen ser colocados como secundarios y subordinados. Eso hace que mucho de lo que se porta como otros modos de vida, diferentes a los dominantes y hegemónicos, terminen en un proceso de folklorización, vaciándose en contenido y sentidos de vida.

Detrás de esa asimetría están relaciones de poder que reproducen las lógicas de dominación. Y éstas van en sentido contrario de la vivencia comunitaria, buscan constituir el individuo como sujeto de la sociedad, desmontando y erosionando las experiencias de convivencia y cuidado corresponsable de lo común. Por ello vigorizar los procesos de comunalización, tiene que ver con una estrategia ética y política para comprender la vida desde otros sentidos y horizontes, más relacionales y equilibrados no sólo entre seres humanos, sino también de éstos con sus entornos naturales, ancestrales y sagrados.

c)            Lo existente es contradictorio

Las experiencias, vivencias y sentidos de vida que portan los sujetos populares, en nuestro caso con fuerte presencia de su pertenencia cultural indígena, son contradictorias. Por un lado, están habitadas e influenciadas por los procesos de dominación, es decir que expresan pensamientos y prácticas en el horizonte y las nociones validadas desde la modernidad occidental, el capitalismo contemporáneo y la configuración cultural señorial colonial y patriarcal que fue conformando nuestro día a día desde las élites dominantes de nuestros países, y que contagiaron al conjunto de las capas sociales. Y al mismo tiempo, por otro lado, se mantienen, en muchos casos vigorosamente, otras prácticas y pensamientos que hacen a otros modos de vida que reorganizan un nos-otros/as colectivo más comunitario y con otros sentidos de vida, provenientes justamente de unas prácticas propias cargadas de ancestralidades indígenas (en otros casos también africanas), con un profundo arraigo popular.

ÁLVARO , EL NIÑO QUE CAUTIVÓ CON EL «¡JALLALLA LAS MUJERES DE POLLERA!»

Por:Quya Reyna (Reyna Suñagua) para Rutinas de Camaleón

"Me he recordado de mi abuelita, era de pollera, por eso he gritado eso"

Álvaro fue a comer con su papá un caldo de res por la zona de Ballivián, aunque no le gustara, ya no había más que comer por ahí y tenía mucha hambre. El padre empezó a grabarle, porque el niño tuvo miedo al percibir que, mientras comían, se acercaba una marcha. ¡Cómo te vas a asustar! ¡Te voy a filmar!, le decía su padre, tomando su celular y enfocándolo a él. Sorprendido quedó al notar que al pasar la marcha en defensa de la wiphala, muy cerca de ellos, el niño empezaba a repetir las consignas de los y las marchistas con total calma, mientras tenía comida aún en la boca: “la wiphala se respeta, carajo…”. El padre seguía grabando y después de una pausa, su hijo levantó su pequeño puño y en un esfuerzo por ser escuchado, gritó “¡jallalla las mujeres de pollera!”… “Jallalla”, le respondieron los marchistas conmovidos, tanto, que lo aplaudieron y uno de ellos salió del grupo de personas y lo abrazó con un “¡bravo, bravo!”.

Antonia es la madre de Álvaro, nos encontramos por la feria 16 de Julio, caminando en búsqueda de un lugar donde conversar, nos acompaña su hija también. En el trayecto, me cuenta que Álvaro está en Tarija, viajó en cuanto terminaron las clases. Un refresco acompaña la charla en un pequeño café, mientras doña Antonia me sigue contando cómo es que se difundió aquel famoso video en el que Álvaro aparecía gritando el “jallalla”.

“Ese video yo le he pasado a mi hermana y mi hermana le ha pasado a su hija, y ella lo ha subido a Facebook. Yo jamás me he imaginado que iba a ser así de viral, nada… Muchas personas han comentado el video, felicitándole y él les agradece a todos”, comenta Antonia, esperando a que Álvaro conteste la video llamada que le está haciendo.

Juan Álvaro, así se llama el niño alteño. Quería ponerle Evo, pero no me gustaba.  Así que le puse el otro nombre del presidente: Juan. “Álvaro” es por el vicepresidente, por eso se llama Juan Álvaro, me aclara su mamá. Tiene 12 años y es un estudiante ejemplar en su curso, según me cuenta.

“Álvaro, la señorita quiere hablar contigo”, le dice su madre emocionada cuando contesta. Se ve tan cómodo sentado en su cama, tiene los cachetes rojos por el calor que hay en Tarija, pero se nota con mucha energía y muy dispuesto a conversar.

- Hola, Álvaro, estoy muy feliz de conocerte, te has vuelto muy popular en las redes debido a tu participación en una marcha de El Alto. Para empezar, ¿quisieras contarme un poco de ti? Lo que desees.

Me llamo Álvaro, me gusta comer, mi platillo favorito es el pique. Me gusta pasarla bien con mi familia y mis amigos, me llevo bien con mis amigos y vamos a jugar muchas veces fútbol, todo lo normal…