Quiero hacerles sentir mi emoción por compartir este espacio con cada uno de ustedes, que de alguna manera, muy singular, se han sentido convocados a venir hoy a la presentación de este poemario. Quiero creer que eso que convoca es algo de “ellas”, es algo de lo que resuena en uno mismo sobre lo que ellas han vivido en torno a su desaparición, a su asesinato…
Eso que resuena en uno mismo y que no siempre es fácil de identificar o de escuchar, es lo que me ha llevado a escribir estos versos. En mi caso, el primer eco me venía, claramente, desde hace mucho tiempo, desde que yo era wawa y escuchaba que me cantaban “Paloooooma del almaaaa…” El eco de esas voces que me resonaron constantemente, recién ahora cobraron un sentido. Un sentido que yo interpreto como un llamado, un llamado a hacer, a decir, algo.
Ahí me di cuenta que para hacer o decir algo había que afinar la escucha, la mirada… Predisponerse a seguir las pistas de ese llamado… Y me di cuenta, entonces, que las pistas estaban dadas, ahí mismito, sin necesidad de ir a buscarlas muy lejos, ahísito estaba señalado el camino de por dónde andar para llegar hasta aquello que en mí causaba ese eco, la resonancia de un grito ahogado en el entrañable “Palooooma del almaaaa”.
Dicen que la forma que adopta un libro es la de la respuesta que encuentra ante la pregunta que se formula el autor. En mi caso hubo, sí, una pregunta disparadora, la que se cuestionaba por la vida de la Paula, la Paula, la de la Tragedia del chapaco, del poema de Oscar Alfaro. Pero el resto del libro ha sido un trenzado entre las respuestas que suscita aquella pregunta y las nuevas preguntas que surgían de aquellas respuestas.
Así, después de sorprenderme a mí misma con la tragedia de las chapacas, a propósito del relato de la hija de la Paula, me vi en la urgencia de seguir resonando el llamado del Paloma del alma para no quedarnos en lo trágico de la tragedia, en lo mortífero, sino para encontrarnos del lado de la vida, buscar entre las cumas y los cumpas, la fuerza vital que nos impulse a seguir cantando a la vida y dejar de llorar la muerte; porque la vida es linda y porque nos queremos vivas.
Esta reivindicación por la vida, por el derecho a vivirla, está presente en todos los poemas de este libro. Ya sea a través de la voz de las muertas o de la voz de sus entornos más próximos. La pregunta incontestable de ¿por qué se nos mata? Y el suplicio de que ¡nos dejen vivir! aparece también de manera transversal en todos los poemas.
Al mismo tiempo, a lo largo del poemario retumba el eco de la pregunta sobre lo que ocurrió con la Paula después de que los patrones se la llevaron a vivir con ellos al pueblo, y de ese eco se desprenden interrogantes sobre lo que ocurre con las wawas a las que se les arrebata la vida de sus madres; preguntas sobre las madres a cuyas hijas les quitan la vida por el simple hecho de ser mujercitas… Preguntas que se cuestionan sobre lo que acontece en el fuero íntimo de un hombre que le toca hacer frente a un feminicidio, ya sea de manera directa o indirecta.
Finalmente, en estos versos, se trasluce el cuestionamiento a una misma, qué de cada uno de nosotros se conmueve -o no- cuando escuchamos sobre los casos de mujeres asesinadas por feminicidio. De qué manera aquello que le ocurre al otro, a la otra, por más desconocida o desconocido que me sea, me llega a mí, logra afectar, inquietar o conmocionar en mí…
Algo de esas voces, de esa polifonía que en mí resonaba es lo que aparece escrito aquí, en verso, que aparece desgarrado en lágrimas que buscan la manera de no quedarse en llanto ni enterradas en dolor, sino de hacer eco en todo aquello que en su resonar posibilita anidar, retumbar no solo sonoramente sino también sororamente, para que sea la fuerza de la vida la que nos permita avanzar convencidas de que así, unidas, soberanas, tendremos mejores condiciones para que vivamos todas y ni una menos sea muerta por su condición de mujer.
Ponemos aquí una entrevista con Paloma Gutiérrez para escucharla y conocer su sentir al momento de escribir los poemas que componen este poemario…