Podemos hacer una lectura de nuestro entorno con la posibilidad de sentir intuitivamente esa fuerza, capacidad creadora y por eso nuestra ñatita la mama Azapa esta aquí. Desde que ella esta con nosotras, compartimos, intercambiamos, aprendemos mutuamente. Ella nos convoca, nos interroga, nos da señales, nos da un espacio de “muki” para escucharnos que es el lado de la muerte que nos enseña a encontrarnos en la introspección. Hemos aprendido a pijchar con ella, con una nueva actitud, intención meditativa y de re-conexión. En otros sentidos, nos guia-conduce a comunicarnos de otra manera, al convidarle cigarro y ofrendas asmáticas nos crea otra relación de amor reciproco. No estamos de acuerdo en criarla por conveniencia, por intensiones individualistas, para pedirle materialmente. En toda la urbanidad, la ritualidad se ha reducido solo a eso, en pedir. Con ella tenemos una relación de respeto y humildad porque es nuestra compañera que esta aquí presente con su ajayu vivo y las percepciones sobre ella son otras. No de especulación. Nos ha ayudado a integrar la ritualidad a nuestras vidas trabajando lo emocional, lo mental, las visiones de nuestro espíritu que no tienen que ver con lo supersticioso, con la devoción cristiana, sino con un poder de la sangre, la raíz. La fe cristiana siempre se ha basado en la cuestión jerárquica espiritual. Supremacía inalcanzable que lleva la intención de apartarnos de nuestra vida ritual holística, nos aleja llenándonos con sus seres supremos a través del miedo, distanciándonos de nuestros antepasados que caminan en un plano de convivencia-cercana y no en un plano superior divino-lejano. La muerte aquí es percibida como presencia subjetiva y ausencia objetiva. Así como es un acto político para nosotras levantar chakanas, también la presencia abierta de nuestras Mamas-ñatitas es un acto político de toma de espacios rituales propios. Al igual que en la ciudad de la paz que cada año la toma del cementerio, durante la celebración de la fiesta de las Ñatitas es una recuperación autentica de los rituales de celebración y afirmación natural de la muerte, aquí estamos, por primera vez, abriendo las puertas hacia ese mismo re-encuentro. La presencia de la Mama Azapa es parte de la crianza del todo, de las wawas, la chacras, la palabra y ella nos cría a nosotra-os, y nos convivimos con ellas, las almas, especialmente cada lunes pero en todos los momentos están, nos visitan, les visitamos, nos contamos nuestras historias, nos enseñamos-transmitimos. Y así nos muestran que todo esta vivo y que todo muere para volver a regenerarse.
