A MÍ NADIE ME REGALÓ NADA Y OTROS CUENTOS

La consigna del esfuerzo, la meritocracia y el “hacerse desde abajo”, como si no estuviésemos atravesadxs e inmersxs en una sociedad donde influyen factores económicos y políticos, no solamente aplica a escasas excepciones sino que muestra la alienación reaccionaria tergiversada y
la mala interpretación de quienes defienden a capa y espada la propiedad privada.

Para empezar, muchas de estas personas no se compraron la casa o el departamento de forma totalmente autónoma; muchxs pudieron acceder a vivienda propia en una suerte de mezcla entre ahorros personales, ayuda económica de sus xadres, y préstamos hipotecarios a 30-40 años en una época donde todavía los había o cuotas a pagar en una década, lo cual supone una conjugación donde intervienen varios actores y no el mero “esfuerzo propio” y “romperse el tujes laburando”. O sino también herencia, o un “tengo tal boliche, andate a vivir ahí” como me pasó a mí.

Tener aunque sea un monoambiente se traduce en tener que endeudarse con una entidad financiera, hija del mismo sistema capitalista que se ha apoderado sistemáticamente de la tierra a base de sangre y pólvora, que vive de intereses gracias a las deudas contraídas, o ser rehén de una inmobiliaria incluso ya estando en silla de ruedas y usando pañales. Esto incluso en épocas de “vacas gordas” o bonanza económica y alta capacidad de consumo. ¿Se menosprecia el esfuerzo económico de quienes adquirieron el inmueble? Para nada, reconozco mi situación de
privilegio, todes sabemos lo mucho que les cuesta a nuestrxs viejxs darnos un techo, pero creer que fue solamente por su esfuerzo, dejando fuera de la ecuación todo lo demás, es un error grosero.

Otro factor a tener en cuenta es que, según esta gente, permitir el asentamiento y la “usurpación”, sienta un precedente para que lxs pobres después quieran apoderarse de tu departamento donde con suerte entrás vos, la cama y una computadora. El viejo-nuevo cuco de que “lxs comunistas quieren sacarme mi casa, mis zapatos y mi auto” y otra caterva de miedos heredados del siglo XX con la expansión de la Unión Soviética, la revolución cubana y su influencia en varios movimientos y
grupos en este territorio; todos fenómenos de los cuales gran parte de las generaciones que justifican el accionar de Berni y amigos en Guernica fueron testigxs. Los regímenes marxistas totalitarios, desaparecidxs o en decadencia, con todas las barbaridades y brutalidades que cometieron, nunca le sacaron la casa a ningúnx clasemedierx cuya única tierra es la del aloe vera que tienen en la maceta del balcón.

Cuando se habla de abolición de la propiedad privada, se habla de los medios de producción, en este caso la tierra, fuente indispensable para plantar y cosechar.

En este país, como en la mayoría de los Estados-nación emancipados de las potencias imperiales europeas entre los siglos XVIII y XIX, la historia de la adquisición de la tierra es la del latifundio, el saqueo y el robo. Las bayonetas y los gobiernos se han encargado de ordenar todo. La extensión de la frontera agraria con el nacimiento de la oligarquía terrateniente en 1826 durante la época de Rivadavia, la masacre de pobladores originarios, el cercamiento de los terrenos en los años posteriores, los cuales luego eran alquilados al campesinado rural por los terratenientes, fueron todos factores fundamentales. ¿Cómo amasaron su fortuna las grandes familias de la aristocracia argentina en el campo? Hay varios factores, pero me detengo en analizar dos que son
muy importantes.

Para empezar, el trabajo y arado de la tierra misma. La tierra, al ser trabajada por el campesinado que la arrendaba, aumentaba su valor por producir más. La clase terrateniente dictaminó que, al valer más el terreno, por consecuencia tenía que aumentar el precio del arriendo. De esta manera desopilante y contradictoria, cuanto más trabajaba el campesinado y mayor valor tenía la tierra, mayor alquiler debía pagar, volviéndose más pobre y miserable todavía, hasta el punto que el
arriendo le era imposible. Así abandonaba el campo, dejándole al terrateniente un terreno por un valor muchísimo mayor que el que tenía cuando la familia recién empezaba a alquilar.

Otro fenómeno fue la extensión del ferrocarril: el trazado y avance del tren, en cualquier lugar del mundo, siempre elevó el precio de la tierra, con lo cual el campesino, alquilara o tuviera unas pocas
hectáreas, encontraba que los costos de vivir en dichos territorios sobrepasaban ampliamente sus ingresos y la posibilidad de seguir viviendo en el ámbito rural. Esto explica, en parte, por qué no existe un campesinado rural más allá de anecdóticos personajes.

La mayoría de las personas que trabajan en el campo viven en casas marginales, pueblos aledaños de escasos recursos, o en la misma propiedad del bondadoso y caritativo patrón. Y así le falten la mitad de los dientes, tenga artrosis, una pierna chueca por una caída del caballo y como propiedad poco más que su boina y alpargatas, defiende la propiedad del amo, formando parte del explotado que agradece a su explotador por mostrar piedad. Es la versión del gaucho cooptada y tergiversada por el nacionalismo aristocrático, devenido en peón rural, sin libertad y despojado de su espíritu originalmente rebelde sin patria, sin patrón ni religión; hoy, símbolo de la “tradición” y los
“valores argentinos” después de ser perseguido y criminalizado durante un siglo por los mismos que hoy lo retratan como símbolo de la argentinidad.

La propiedad, por lo tanto, como quedó inmortalizada la frase por Proudhon, es un robo. Es un divague jurídico que pone en papeles y legitima el saqueo y despojo de lxs más desposeídes. En particular, el predio de Guernica se obtuvo de forma poco clara durante la última dictadura-cívico militar, y el presidente de la firma que reclama el terreno (Bellaco S.A.) era funcionario de Jorge Rafael Videla. Además de Guernica, tenía terrenos en Berazategui, Dolores, La Plata, Olavarría y
Pilar. Nadie, absolutamente nadie, ha amasado su fortuna sin hacer harina a lxs demás. Nadie se hace rico y tiene grandes extensiones de tierra, industrias y otras propiedades porque se “esfuerza duro y trabaja mucho”. Un viejo dicho dice que no por mucho madrugar se amanece más temprano. Aquellxs pocxs que tienen mucho despliegan todas sus estrategias para convencer a muchxs que tienen poco para que aspiren a alcanzar un statu quo del cual nunca serán parte, y por ende detestan a propixs y a quienes menos tienen todavía, creyendo que algún día van a poder compartir la misma mesa.

El perro guardián, por más bien que proteja la casa del amo, siempre duerme afuera.

Aragon

Fuente: https://periodicogatonegro.wordpress.com/2020/11/13/a-mi-nadie-me-regalo-nada-y-otros-cuentos/