Un nuevo ciclo agrícola empieza, en este amanecer vamos a recibir la fuerza del sol, meditando, pijchando, dialogando con la k´oa y nuestra Pacha. A la distancia, pero muy cerca desde las diferentes comunidades que somos todas y todos. En estos tiempos de oscuridad, de dolor y lucha, con todo nuestro cariño, pensando en cada una nos invocamos a conectar entre nosotras y las ancestras para regenerar nuestra fuerza ritual y reapropiarnos de la luz que llevamos dentro.
Invocamos al fuego de la memoria, a nuestras historias, nuestras raíces, nuestras lenguas, nuestras culturas, nuestras resistencias, nuestras energías que vienen de la tierra para unirnos desde todas las diferencias para luchar contra el odio y el racismo.
Invocamos a la ritualidad y espiritualidad, parte de nuestra esencia-vida comunitaria, que nos dan fuerza para enfrentar las estrategias de despojo y aislamiento que tratan de imponernos a nombre de la pandemia.
Invocamos a la Pachamama, sabia creadora de vida y de todos los colores, y la reconocemos como nuestra madre. La defenderemos hoy como antes de todo aquel capitalista y colonizador que la quiere violentar. A ella le invocamos y a nuestros Apus sagrados para recibirnos, para escucharnos y tejernos en lucha y alegría.
Invocamos a nuestras ancestras – de sangre y de sabiduría – para guiarnos en la lucha contra el racismo, el patriarcado y nuestros propios miedos. Que la luz se haga fuego y que el fuego sea el caudal de nuestra memoria y rebeldía. Invocamos a nuestra creatividad y rabia colectiva para desaprender, construir, sembrar y soñar.
Invocamos a recuperar nuestra capacidad organizativa autónoma, horizontal y comunitaria para combatir al fascismo y la violencia militar – policial que se quieren instaurar.
Invocamos al apoyo mutuo, a la difusión de la sabiduría ancestral y milenaria, a la solidaridad para poder sanar. Rompamos el miedo, la enfermedad está aquí, debemos convivir con ella y pedirle que se vaya sin causar mayor daño. La enfermedad también se combate con autocuidado y comunitariamente.
Invocamos la guía de nuestrxs ancestrxs para que, en tiempos de angustia y miedo, podamos escuchar las voces de la Tierra, que traen calma y permiten acceder a nuestra intuición innata.
Invocamos al gran espíritu de la conciencia para agradecer este momento, el presente, el HOY, lo agradecemos infinitamente. A lxs ancestrxs, lxs padres, lxs hermanxs, lxs amigxs la comunidad. Agradecemos al amor, a las penas y a las alegrias, a las dichas y las desdichas. Al sol, a la lluvia, al frio, a las plantas y los animales. Agradecemos a las nostalgias, los momentos en soledad, los recuerdos. Agradecemos las buenas y malas formas que nos hacen entender como hacernos más humanas y más consientes. Agradecemos las palabras, las frases para tomar decisiones, sean correctas, sean equivocadas. Agradecemos todo lo que nos hace SER para seguir recorriendo este camino.
Invocamos al tiempo de sanar, para que nos reapropiemos de la salud que nos pertenece, para que este nuevo tiempo tengamos la fuerza que se necesita. Agradecer la vida, escuchar al otrx, vivir con libre autonomía rebelde y solidaria para poder decidir los siguientes pasos desde el cuidado y el respeto a la fragilidad propia y del otrx, y a las enseñanzas de la vida y la muerte.
Invocamos la fuerza que tiene la semilla para germinar para que sea el impulso en tiempos de parálisis, para que podamos caminar juntas viendo en la otras y en una misma con más confianza. Para que nos animemos a disfrutar de esta vida, reconociendo con cariño la diversidad del sentir, percibir, creer, pensar, actuar, creyendo profundamente en los infinitos aprendizajes del compartir, compartirse y compartirnos.
En este encuentro con la noche y el día invocamos a la sabiduría de nuestras plantas, de nuestros frutos, de nuestras semillas, para que en este tiempo nos acompañen y sobretodo nos enseñen y nos acompañen. Que este tiempo sea un tiempo de aprender a conocerlas y respetarlas. Invocamos a los espíritus de la wira wira, la manzanilla, la qhewiña, el molle, el jengibre para que no nos falten y nos curen. Invocamos a los espíritus del bosque para que no nos abandonen, que regresen y rompan el asfalto.
Invocamos a la ternura de nuestra niña interior, que la frescura de su esencia restaure nuestra alegría y alivie la amargura acumulada con tanta injusticia. Invocamos a la sabiduría y fortaleza de nuestras abuelas, que su memoria nutra nuestras raíces. Invocamos a atizar el fuego de nuestro interior más profundo y puro de mujeres libres para que encienda nuestras rebeldías e ilumine nuestros espíritus, que la intuición emerja con toda su fuerza y nuestro corazón la escuche con toda claridad.
Recibimos los rayos del Inti como fuerza de renovación, de sanación y de conexión con nosotras mismas. Que este nuevo ciclo sea el retorno a nosotras mismas, que nos permitamos entendernos y aceptarnos en nuestras complejidades y contradicciones. Que nuestros deseos, ganas y esperanzas conspiren juntos e inunden nuestros pensamientos, se hagan carne y acción colectiva. Que se curen nuestros miedos y complejos, los más profundos y dolorosos, que encaucemos nuestros no-quieros y expulsemos lo que nos hace daño.
Invocamos a nuestras abuelas y ancestras llenas de sabiduría con diferentes formas de crear, sentir y hacer comunidad. Ellas son nuestro linaje de lucha y resistencia. Mujeres brujas que nos han juntado y que nos van fortaleciendo siempre desde nuestras distintas miradas y reivindicaciones, desde lo individual para encontrarnos en comunidad. A nuestras ancestras que han venido tejiendo vida, historias, amor y que nos han dado estas formas de sanarnos, abrazarnos y sentirnos. Las invocamos y agradecemos que nos vayamos encontrando, escuchando, abrazando y sintiendo para nunca más estar solas.
Invocamos al amor de la hermandad y la solidaridad en comunidad. Invocamos desde el recuerdo, desde todos esos caminos que hemos recorrido juntas o en soledad; desde toda esa esencia que nos dejaron y dejamos en cada paso, en cada salto, en cada avance o cada retroceso. Desde el llanto con su inevitable sonrisa… desde la sonrisa con su inevitable llanto, desde la tristeza y la alegría más profunda, desde ahí donde las dos se juntan con crudeza y de ellas surge fuerza y fuego puro, capaz de hacernos sonreír y aceptar el amorío de la vida y la muerte como parte de lo que somos.
Invocamos a nuestro ajayu, para devolverle su fuerza. Invocamos la fuerza para curar el miedo y el susto y agarrar coraje y encauzar la lucha.
Invocación colectiva
Aquelarre Subversiva – Cochabamba
Fuente: https://www.facebook.com/100009838660120/posts/1155173678153910/?d=n