MOVILIZACIÓN POR NUESTRAS CULTURAS – CULTURAS EN EMERGENCIA Por: Mario Rodríguez Ibáñez

El Decreto Supremo N°4257 del 4 de junio del 2020, disuelve el Ministerio de Culturas y Turismo que fue creado a inicios del año 2009, este ministerio queda absorbido por el renovado Ministerio de Educación, Deportes y Culturas. Detrás de esta medida “administrativa” del gobierno de Jeanine Añez lo que se expresa es una manera de comprender el lugar y la importancia de las culturas.

 

Este gobierno “transitorio”, en sus apenas 7 meses de gestión (que la verdad, se están haciendo largos, muy largos), ha dado muestras de que su administración se orienta por el afán urgido de las élites económicas y coloniales del país para ya sea profundizar o ya sea restituir medidas que les permita acrecentar su acumulación en desmedro de las mayorías del país. Desde medidas que favorecen al agronegocio como el impulso al uso de cultivos transgénicos o las concesiones en las zonas de la Chiquitanía y la Amazonía, los intereses mineros y los compromisos de concesiones que incluyen rumores crecientes sobre los yacimientos de litio, el ataque sistemático a las empresas estatales que nos recuerdan los previos a las privatizaciones de la década de 1.990. A estas y otras variadas medidas hay que sumar una angurria desmedida de sacar provecho de los bienes públicos administrados por el Estado. Las numerosas denuncias de corrupción en YPFB, Entel o el ya indignante caso de los respiradores, en medio de una emergencia sanitaria, son apenas expresiones de una práctica histórica de las élites en el poder: el Estado y los bienes públicos son asumidos como recursos para ser transferidos a quienes se creen dueños del país.

 

Este andamiaje de saqueo de nuestra riqueza colectiva se estructuró como una visión neoliberal de la economía, pero profundamente neoconservadora en lo cultural y la política. El propio gobierno de Añez emergió en medio de una movilización con discursos y simbolismos racistas, coloniales y patriarcales. De ahí, que las culturas propias, y más los y las sujetos que portan esas culturas, sean vistos por estos sectores y el gobierno como el “enemigo” a desmontar. Han sido frecuentes los “deslices” racistas en los discursos de personajes de este gobierno y sus aliados políticos. El reconocimiento de la plurinacionalidad del país les es al menos incómoda. Así la absorción del Ministerio de Culturas y el desmontaje de instancias como el Viceministerio de Descolonización, reduciendo su mirada cultural en un nuevo Viceministerio de Interculturalidad que debería atender solo la Promoción Cultural y Artística y el Patrimonio Cultural. Estas modificaciones estructurales del Estado boliviano, realizadas por un gobierno transitorio que no fue elegido en ninguna elección universal, junto a la ausencia de medidas para el sector cultural y artístico ante la emergencia sanitaria, que llegó al ya ridículo acto de entregar unas bolsas de “alimentos” compuestos por las “saludables” gaseosas y galletas e “imaginar” un salto de película que habría impedido que las “verdaderas” ayudas lleguen a artistas en diferentes puntos del país, han desbordado a los actores culturales y los han llevado a la movilización permanente en plena cuarentena.

 

Movilización impulsada por el Tejido de Cultura Viva Comunitaria en la ciudad de El Alto el día 12 de junio, una de tantas movilizaciones realizadas hasta la fecha.

 

Al día siguiente de emitido este decreto el sector salió a las calles y espacios públicos en ciudades como La Paz, El Alto, Tarija, Tupiza, Santa Cruz Cochabamba, Sucre, Potosí y otras localidades del país. Artistas, personas y agrupaciones de las culturas en sectores tan diversos como la música, las artes escénicas, el audiovisual, las artesanías, los servicios para fiestas tradiciones y populares, la sabiduría ancestral, etc., se han movilizado. Articulaciones como diversos gremios y sindicatos, el Movimiento Todxs somos Cultura, el Tejido de Cultura Viva Comunitaria y otros han articulado al sector. Fundamentalmente ha sido la gente indignada, incluso más allá del tema cultural, por todo lo que está haciendo este gobierno, la que ha aplaudido estas manifestaciones entre profundamente creativas y artísticas como de lucha y resistencia, y en numerosos casos quienes se han sumado a las mismas.

 

Estas movilizaciones piden la restitución del Ministerio de Culturas, más allá de una necesaria evaluación de sus tremendas limitaciones institucionales, presupuestarias, de sentido y políticas en sus 11 años de existencia. Ya que su absorción en otra instancia estatal significa un retroceso en el reconocimiento de nuestra riqueza plurinacional, que junto a la maravillosa biodiversidad que tenemos son nuestros pilares como país, además de un retroceso significativo en el avance de los derechos culturales.

 

Sin embargo, la movilización del sector cultural no se reduce a ello. Esta recolocando en el país una agenda de debate sobre el papel de las culturas y las artes en la reproducción y cuidado de la vida, por demás demostrado en nuestras convivencias durante este tiempo de cuarentenas y confinamiento; su aporte a la salud y el bienestar de las personas, las familias y las comunidades; su contribución al debate más profundo sobre emergencia sanitaria y múltiples crisis civilizatorias del modelo dominante globalizado, colocando otros horizontes civilizatorios y modos de vida como el campo de las re-existencias post emergencia sanitaria; las culturas como entretejido que habita todas las dimensiones de la vida como la economía, la educación, la salud, los territorios, el cuidado de los cuerpos, la convivencia con la naturaleza, las sabidurías ancestrales, las tecnologías, etc.; los derechos de las personas y de lxs actores del sector cultural para recibir auxilio, no como dádiva sino como DERECHO, ante una situación de emergencia que ha golpeado a este sector duramente y que amenaza demorar su regreso entre muchos otros temas.

 

Este escenario, en medio de tantas malas noticias para el sector cultural, es al mismo tiempo una oportunidad para que el sector cultural se encuentre, en las calles, pero más allá de las mismas, respetando su propia diversidad y autonomías para conversar los sentidos de nuestras acciones, el fortalecimiento de nuestras capacidades y la negociación de las políticas con diferentes instancias del Estado, ojalá más allá de los “cantos de sirena” de la llamada “economía naranja”, para recoger el legado de nuestras culturas ancestrales y la tremenda riqueza de ellas y los nuevos brotes experienciales contemporáneos que rebasan estas limitadas lecturas de lo cultural, sin desconocerlas del todo, y desde donde está el vigor de nuestra existencia. Un debate al que queremos aportar desde nuestras crianzas comunitarias en el Tejido de Cultura Viva Comunitaria.