Conversaciones a propósito del 21 de junio

Eso lo sabían la mayor parte de las culturas originarias, desde las llamadas andinas hasta las de las tierras bajas. Eso demuestra una gran capacidad de observación de los astros y sus movimientos, pero fundamentalmente de sintonizarse con el cosmos y sus ciclos. Las culturas andinas, con mayor fuerza la aymara, fueron las que mejor resguardaron este conocimiento y por ello se suele asociar esa fecha al “año nuevo aymara”. Sin embargo, esto no significa que el nuevo ciclo (machaq mara) o la vuelta del sol (willka kuti), sea sólo para esa cultura. Se trata del inicio de un nuevo ciclo (año se podría decir en lenguaje mundializado), para todo el hemisferio sur del planeta.

Existen indicios de que, en los centros ceremoniales más importantes de la parte sur del continente, casi todos también observatorios astronómicos, se realizaban rituales de reciprocidad con los astros y de nacimiento del nuevo ciclo agrícola. También podemos asegurar que no se trataba de una práctica realizada siempre en una fecha exacta, más se trataba de una época de rituales de agradecimiento y de pedidos al iniciarse ese nuevo ciclo. Los gráficos y relatos de cronistas de la primera época de la invasión europea, como Guamán Poma de Ayala, confirman estas afirmaciones.

Este decir que este “año nuevo” o nuevo ciclo de vida para el sur del planeta era una observación y una práctica ritualizada más allá de las comunidades aymaras o andinas.

Esta sabiduría fue combatida desde la invasión europea, especialmente a través de la estrategia de “extirpación de idolatrías”. Como parte de la resistencia y sobrevivencia de los pueblos indígenas, muchas prácticas se escondieron bajo ropajes cristianos y europeos, otras sufrieron modificaciones e incorporaciones.

La noche de San Juan y sus fogatas sirvieron en gran parte para encubrir las cosmovisiones en torno al nuevo ciclo de junio. Recordemos en Tarija, por ejemplo, como en la fiesta de San Juan masivamente se quemaba en el atardecer del 23 de junio ropa y otros enceres viejos para esperar la fiesta renovados. También la práctica de hacerse leer la suerte en la mañana del 24 ya sea en las cenizas de la fogata nocturna o en otra serie de mecanismos. Rituales que expresan el sentido de cierre de ciclo o año y el recibimiento de uno nuevo.

Es decir, que estamos ante un hecho que traspasa a las culturas andinas y se hace parte del ciclo vital y natural del hemisferio sur.

¿Es esta interpretación una imposición cultural? ¿No es más impositiva la adopción de un calendario inexacto –como el gregoriano- que se rige por la observación del sol en el hemisferio norte y que fue mundializado entre el siglo XV y el siglo XX? No se trata de eliminar el calendario existente, pero tal vez es hora de descolonizar nuestro sentido del tiempo y de los días festivos, de sintonizarnos mejor con los ciclos del cosmos y la naturaleza.

A contiuación un audio que profundiza sobre estos temas:

https://audiomack.com/song/losmuros/chuyma-2016-nuevo-ciclo-sur