PARTO Y AUTOATENCIÓN EN CONTEXTOS DE MIGRACIÓN CAMPO-CIUDAD ESTUDIO DE CASO EN EL MUNICIPIO DE CERCADO, TARIJA PARTE II

Desde el relato de Dora, podemos seguir la evolución socioeconómica de su familia: los difíciles primeros años de estadía en una ciudad con poco movimiento económico (2000-2005), cuando fueron a la zafra, hasta el período de mejora económica (2008-2015), con más posibilidades de crédito, gracias al cual adquirieron su lote y construyeron su casa. Muchos migrantes campesinos se desempeñan como albañiles, empezando como ayudantes hasta ser maestros, como su esposo. No es casual su mejora económica: durante el período 2008-2015 el crecimiento urbano de la ciudad de Tarija se multiplicó y el sector de construcción fue el más beneficiado.

Aquí puede apreciarse la evolución de una familia migrante campesina y su desenvolvimiento en la urbe. No obstante sigue la interrogante de por qué decidió dar a luz en casa, si es la correlación de “pobreza” y “desinformación” la que da lugar a partos sin atención médica, lejos de un hospital, sin las condiciones básicas de salubridad estipuladas por el sistema biomédico y el tradicional.

Las memorias sobre la atención al parto

El tema del parto y la interrogación en torno al tema es algo delicado, no porque se lo considere tabú, sino porque es un tema íntimo que fluye[4] con más facilidad en las interacciones entre madre-hija, abuela-nieta, hermana-hermana, tía-sobrina y amigas cercanas. Parece que ese tejido de transmisión oral vivencial es casi exclusivamente femenino lo cual no excluye el elemento masculino ya que está presente en el acto mismo del alumbramiento y hay especialistas varones para realizar la práctica del manteo:

[Ante un parto difícil en el que su cuarta niña estaba en mala posición] “Ha venido mi tío me ha dicho ‘a ver te voy a refregar, pero por qué recién, por qué no me has dicho ayer, si vos quieres que me quede, me quedo a hacerte enfermar’. Y no quería yo, yo quería estar sola, no quería tener compañía, había un cuartito solito, ahí me he entrado, ‘váyanse todos de aquí’ les dije, y él me ha curado[5], me ha hecho echar y ya no me podía parar, no me podía sentarme porque me sentía que se quería desarmar todo y entonces me ha dicho [mi tío]: ‘estás muy delicadita, me voy nomás hace fuego, calentá así mantas, tráelo aquí al Pedro’” (DD, 27/05/2019).

Los médicos caseros [¿varones?], sí. Mi mamá por ejemplo ha ido (…) Mi abuelo le ha dicho que vaya, para la Andrea igual fue y para la Valeria no pudo ir la última vez no sé por qué razón y la Valeria ha nacido por cesárea y no sé si será mucha creencia o pero mi abuelo dice ‘te dicho que tenías que ir”. Mi mamá dice que faltando un mes se tiene que ir” (Rocío Velásquez[6], 04/07/2019)

Por otro lado, en el acompañamiento del parto –incluso en la atención biomédica[7]– el esposo puede jugar roles activos: sostener la espalda de la mujer cuando ésta se pone de cuclillas para pujar, apoyar emocionalmente o vigilar para que no se den abusos verbales por parte del personal de salud. No obstante, según la doctora Baldivieso sólo 10 de cada 100 maridos ejercen ese acompañamiento.

La atención al parto en la memoria a mediano plazo devela que la autoatención del parto en casa era el procedimiento común al no existir postas de salud cercanas:

Mi mamá todos sus hermanos han nacido en la casa [sic] Pero antes nunca había habido esos problemas (…) Porque casi cesáreas no habían, al menos en el campo no. Por ejemplo la mamá de la Nilda, ¿cuántos hijos ha tenido? 9 y toditos han nacido en [el] campo, normal. El caso de Jilder, ellos son 13 hijos, todos son [nacidos] en campo y ninguno por cesárea. En cambio ahora no sé si una mayoría, pero (…) escucho tienen sus bebés por cesárea, porque se les ha complicado, porque estaba en mala posición (…) Yo antes le preguntaba a mi mamá qué pasaba si la mujer estaba ahí y no podía salir el bebé, dónde iban a llevar, ‘no sé, salían bien’, me dice mi mamá” (RR, 04/07/2019)

No obstante, la supuesta ausencia de complicaciones se debía también a la existencia de parteras locales con años de experiencia y transmisión activa y continúa sobre cómo actuar ante determinadas complicaciones. La práctica tradicional del manteo[8] era común pero es eficaz si se realiza en el momento adecuado, antes de la semana 34 de gestación. Como médica SAFCI, Mabel Baldivieso afirma que puede tener una eficacia fisiológica además de emocional, ya que la madre está más tranquila cumpliendo ese procedimiento con el curandero para evitar dar a luz por cesárea; en su experiencia como médica no vio que la posición del bebé se modificara: se hacen componer, vuelven y hacemos otra vez la ecografía y el niño sigue en la misma posición”.

La validez del manteo como control prenatal en zonas donde no existía personal biomédico es reconocida por Soledad Gumiel, pero esa es sólo una de las situaciones de riesgo a las que se enfrenta un parto fuera del centro de salud:

“(…) el manteado, o sea es como un control prenatal que les hacen y les mantean y puede ser que en ahí en el pasado, puede ser que en ahí les acomodaban (…). Claro, se ve clarito cuando la cabecita está a este lado (…) se siente, no es que se ve (…). Entonces si está transversal (…) sale como un chinchón en la panza, entonces ahí las parteras ya se daban cuenta y les manteaban de acuerdo a la posición (…) ellas mismas decían ‘se está acomodando’, pero a pesar de esas situaciones hay muchos casos de niños en el área rural, allá donde vivíamos, muchos casos que han nacido los niños así pero han tenido [otros] problemas” (Soledad Gumiel[9], 04/07/2019).

El relato de la atención de los partos en domicilio

Si bien se afirma que en el pasado era común que las mujeres tengan a sus bebés solas (cf. Ricco, 2013:160,161), los procesos migratorios suponen una fragmentación de las redes de cuidado y de transmisión de las prácticas y conocimientos, generándose una situación de limbo y no pertenencia ni al campo –por la pérdida de contacto con los especialistas locales– ni a la ciudad –por la ausencia de una referencialidad positiva sobre la atención en el hospital, además de no insertarse socialmente en el sistema biomédico– lo cual trae como consecuencia una autoatención improvisada:

“E[10]: ¿Usted les ha tenido aquí nomás?

DD: Aquí nomás, tres han nacido (…) en Canchones y la chiquita aquí

E: ¿En Canchones?

DD: Ahí me ido yo, ¿qué será también? ¿Vergüenza? ¿Qué pasaría? No sé, mejor me ido en vez de estar aquí más cerca, me ido al campo mira, tan lejos ahí y ahí nomás he sufrido hasta que ha nacido.

E: ¿Con su mamita?

DD: (…) Ella no estaba tampoco, del Sergio [su hijo mayor] no estaba ella, se ha ido al monte, capaz se haya venido aquí [a Tarija] y estaba el Pedro, [que] como era más joven no sabía, a mi abuelita le ha traído (…) Hasta que se han ido a traerle a ella… no llegaban, hasta eso ya se ha salido la wawa… solita, así me hecho una camita en el pisito nomás, no quería tampoco subir a la cama y ahí, ahí ha nacido (…) Ha entrado mi abuelita, ahí ha estado la wawita chillando en el suelo frío (…) El Pedro se ha ido a traer a la abuelita porque él tenía miedo de alzarlo. Y mi abuelita dice que estaba durmiendo, eran las cuatro de la mañana y no se levantaba deprisa hasta eso la wawa se moría llorando (…) Yo… no sabía qué le voy a hacer, le hacía cariñitos para que se calle, pero estaba frío todo estaba por allá… como la placenta no sale ¿no ve? Todavía no ha salido la placenta; dice que hay veces que se sale todo así y como ahí estaba la wawa, yo no podía así estirarme; era que me acerque adonde estaba ¿no? Y así pues la wawa ¡wa, wa, wa, wa! Y ya ha venido mi abuelita y dice ‘ay, mira, ya nacido la wawa’ como sea le ha agarrado, ha buscado una tijera y le ha alzado. Así de los tres ha sido” (DD, 27/05/2019).

En el caso de sus hijas hubo complicaciones:

“DD: De la Liseth he estado un mes que no podía caminar, hasta que ha nacido, tres días he sufrido, ay ya no daba más (…) De la chiquitita peor (…), [fue] un parto seco, no tenía agüita, así seco. Había sabido ser feo ese parto; los otros no han sido así y no podía nacer (…) yo he estado sola hasta las 3 de la mañana (…) toda la noche he estado mal (…) como no nacía, sólo ha salido la cabecita, ‘ay ¿qué hago?’ decía yo, un buen rato estaba así y le he metido la mano así yo nomás le hecho así y le jalado y ha salido pero no así ¡fiuuff!… cuando está con agüita es distinto; yo me sentía la cabecita puesta, ¡zaz! se sale como pececito. No, estita no, le he jalado fuerte así, recién ha salido y ha tosido, tosía, tosía, tosía y lloraba y empezaba a toser y botaba líquido, como que estaba así su cabecita, lo había estado ahorcando el cordón” (DD, 27/05/2019).

Sin embargo, una vez concluido el parto y los cuidados postparto, acudía al centro de salud para realizar los controles del recién nacido:

“DD: [refiriéndose a su hija menor] Ella ha sido la más chiquitita pero no era tan chiquitita, hay otros [bebés] más chiquitos, 2 kilos, 2 kilos 200; ella era 3 kilos y medio.

E: Ah, ¿les pesaba usted?

DM: Yo le llevado a pesar a la posta, mi prima me dice:

—‘¿No quieres ir al hospital?’

—‘¡Noooo!, ya ha nacido la wawa y no quiero’,

—‘Ahí te van a pesar, te van a revisar (…) vamos al hospital a hacerle pesar a la wawa a hacerle revisar y a vos’.

—‘Ah no, no, no, ya ha nacido ya no quiero ir, ni anoche me han llevado que casi estaba para morir ahora ya estoy bien’, le dicho.

Me ido allá a la posta, me he cambiado (…) Le he llevado a la posta de San Jorge[11], ahí le han pesado, le han medido, me han dicho que tiene 3 kilitos y medio (…) de altura, cincuenta y tantos.” (DD, 27/05/2019).

Este hecho vigoriza la visión del parto como un momento crítico de exposición (a malos tratos, vergüenza corporal), mientras que los controles al niño son menos traumáticos, y existe un sentido común que los considera positivos para la salud futura del bebé.


[1]              Así lo establece el artículo 18 de la Constitución Política del Estado.

[2]              En adelante DD.

[3]              Construcción de la posta sanitaria: 2014.

[4]              Aquí aparece ese tejido comunicativo vivencial que crea los marcos referenciales que mencionamos en un parágrafo anterior.

[5]              “Él me ha curado” parece significar que su tío le hizo venir los dolores del parto.

[6]              En adelante RV.

[7]              El protocolo de atención materna y neonatal hace referencia al derecho de la parturienta a estar acompañada por algún familiar cercano en la sala de partos.

[8]              El manteo consiste en acomodar al bebé a través de masajes suaves, pero firmes y ligeras sacudidas sobre un phullu (cobija de lana) sujeto por 4 o 2 personas (en MINISTERIO DE SALUD Y DEPORTES, 2005:77).

[9]              En adelante SG.

[10]             Elena.

[11]             Entonces la posta más cercana al domicilio.