Nos hemos propuesto conversar sobre las luchas sociales de nuestros pueblos que consideramos que han sido victoriosas en la historia y que a partir de esa su victoria social nos dejan enseñanzas para lo que está sucediendo en el mundo contemporáneo, para lo que hacemos hoy en día desde lo que podríamos llamar el campo popular. Y es que en un escenario donde aparecía una ciudad todavía pequeña en 1970 en referencia a la ciudad del Alto, la presencia aymara de esta ciudad configuraba una manera de entender culturalmente la ciudad. Una ciudad que aparecía a ojos occidentales y dominantes, por decirlo así, los procesos ya que se iban gestando de globalización del planeta sobre lo que era el modelo de ciudad, apareció una ciudad con rasgos distintos, que de principio aparecía como caótica, como ese barrio marginal, por decirlo de alguna manera, de la ciudad de La Paz, que expresaba un lugar al que no había que irse a vivir.
En la década de los 70 se configuraba un discurso muy fuerte en la ciudad del Alto en términos de que la población en la medida que sentía que iba a tener ascenso social iba a descender a la paz, a habitar la paz, que cuando se decía la ciudad se decía La Paz y no al Alto. Parecería que la gente no quería quedarse a vivir en el Alto y sin embargo el Alto generó, una especie de triunfo cultural en esos escenarios sobre los modelos estándares del urbano y la manera de entender las configuraciones culturales en las ciudades y por eso El Alto terminó cautivando a gran parte de la población por su otra forma de la arquitectura en la ciudad, la organización de las calles, la gestión del espacio público como la plaza, como el lugar de la feria y por tanto su noción distinta frente al mercado, pero también experiencias culturales como la música de los años 70 terminó teniendo una irrupción desde lo alteño que ponía unas identificaciones distintas que no seguían necesariamente las modas hegemónicas y dominantes. El Alto fue durante muchísimo tiempo expresión y ejemplo en los debates en el mundo sobre cómo estas identidades propias culturales originarias, indígenas, como se las quiera denominar, eran capaces de rehabitar los espacios hegemónicos, dominantes y triunfar en el buen sentido de la palabra desde su singularidad.
¿Qué está pasando en el Alto en términos culturales hoy, cuarenta años después de la declaración de su autonomía como municipio y como ciudad respecto a la paz? Para conversar de eso estamos con Edwin Iván López, artista artesano de la Ciudad del Alto y Lucián de Silencio, también artista alteño, ambos vinculados a este universo de lo cultural ¿Dónde estamos culturalmente? ¿Qué está sucediendo?
Iván nos dice: La Ciudad del Alto está en proceso como toda urbe, en proceso de construcción y lo que está ocurriendo en la última década creo que se debe más a esa etapa que está viviendo la ciudad de asimilación a las narrativas, narrativas citadinas, metropolitanas que están rodeando a toda urbe. Ese proceso de inserción en esto que se llama civilización, que es un término bastante polémico por sus aristas, ha terminado envolviendo a nuestra ciudad y creo que estamos justamente en esta década, en los últimos años, viendo el proceso precisamente de construcción en función a esa presencia, la riqueza cultural del Alto es inmensa, inmensa por la honestidad estética que tiene con su entorno, con sus orígenes, con sus raíces. Esa honestidad estética que varias urbes metropolitanas han comenzado a extraviar, han comenzado a diluir y precisamente es la búsqueda de esas narrativas las que nos desinvitan a miradas foráneas a visibilizar lo que está ocurriendo en el Alto…..
Lucián, nos comparte: Retomando un poco los planteamientos sobre la ciudad del Alto. Quien les habla ha crecido y ha vivido prácticamente toda su vida en esa ciudad. He ido viendo todo este crecimiento, al igual que muchos de nosotros de la ciudad, como infraestructura, pero también en el ámbito cultural, viendo esta búsqueda de identidad, y creo que 40 años parece mucho las cuatro décadas que tiene el Alto, pero si vemos en la memoria larga, 40 años son realmente muy pocos también. Ambas cosas son positivas, porque 40 años nos permite hacer una evaluación de cómo los hemos vivido hasta ahora, cómo hemos ido construyendo. Si se tratase de un sujeto, estaríamos como en una edad mediana donde ya uno más o menos tiene definida su identidad, pero todavía construyéndose.
Pero si lo vemos desde el otro lado, también nos plantea que podemos construir todavía, la ciudad del Alto tiene esa característica que la hemos ido viendo hasta ahora, de innovar, de ir creando e ir definiéndose desde su propia historia. Y en su historia está una de las características casi que se ha vuelto un cliché también, la ciudad rebelde, el también tratar de romper eso del Alto como no ciudad, el Alto como una extensión, como un apéndice de la ciudad de La Paz. Entonces esa característica que tiene el Alto va a marcar también un poco de su identidad, actualmente recién, con las generaciones jóvenes, es que la ciudad del Alto se considera ciudad y no un apéndice de La Paz, una ciudad satélite de La Paz…..Ponemos aquí la conversa completa junto a Lucián e Iván para que sigas escuchando su intervención…..
Fuente Original de la imagen de portada: https://larepublica.pe/mundo/2022/06/08/bolivia-asi-son-los-cholets-las-casas-excentricas-de-los-nuevos-millonarios-en-el-alto-la-paz