Ciudad – Industrialización – Modernidad: una historia a la boliviana Segunda Parte – Y quisieron que el Mundo sea uno

Pero a ver, como nos pilla a nosotros los Sudacas ese momento, digamos trágico para la humanidad, los esfuerzos nacionalistas de industrialización en parques “industriales”, asentados por la vía estatal y también por la privada, en el marco de la teoría de la sustitución de importaciones, no había dado resultado y se derrumbaba, pues constituía un obstáculo a la nueva teoría de liberalización e ingreso del capital para el aprovechamiento de las oportunidades, entonces, en un proceso gradual de ingreso de las mercancías producidas en el sudeste asiático que “competían” en precio con la producción local, se va desmantelando la capacidad industrial instalada en las áreas automotriz, de procesamiento de alimentos, textil, etc., en países como Brasil, Argentina, México donde inicialmente para atenuar el proceso de desempleo que se generaba, había que aprovechar la oportunidad de mano de obra vacante, por ello se va ampliando la instalación de “maquilas”, es decir, se organizan pequeños talleres familiares que dependen de una empresa que les proporciona materias primas y maquinaria moderna, compra el producto terminado, al que coloca su marca y lo comercializa en el mercado interno o de exportación, afianzándose así el “trabajo en negro”, dentro del sector de la manufactura, pero paralelamente se amplía y con mucha fuerza el aparato de comercialización por cuenta propia, cerrando de esta manera un modelo, donde, tanto la producción como la distribución están en el marco de la “informalidad”, el tiempo estaba marcado, el proceso de industrialización para la región seria secundario.

En el caso de Bolivia, si bien se fueron desmantelando las pocas industrias instaladas durante las dos décadas anteriores (60-70), el golpe vino más bien por nuestra dependencia de ser proveedores de materias primas minerales. Desde los años 80 se inicia una baja en la demanda mundial de estaño y por otra parte Estados Unidos pone a la venta sus reservas de estaño, estos dos aspectos ocasionan una caída vertiginosa de los precios del metal y por ende de los ingresos nacionales por concepto de exportación de estaño, esta caída tiene su punto más bajo el año 1987, consecuencias despido de 28.000 trabajadores mineros, aunada a una baja posibilidad de inversión pública e inicio del ajuste de gasto en el aparato estatal, marcaba el panorama de una reducción del circulante, generando una gran tasa de desempleo. Era en esas condiciones que a principios de la década de los 90 ingresábamos a la denominada “globalización”; la población urbana alcanzaba los 3,7 millones de habitantes y representaba casi el 58% de la población total y con clara tendencia hacia el incremento; es el momento cuando empezamos en Bolivia a “inventarnos trabajo”, la vida económica de gran parte la población se desarrolla en torno a la adecuación de una manufactura “doméstica” especialmente en el área textil, pero también en la alimenticia, o mecánica e incluso en la orfebrería, en todo aquello que se imagine y signifique darle el mentado “valor agregado”, siendo la Ciudad de El Alto un icono en tales iniciativas, pero no sólo eso, también en todo lo que significa los y servicios, puesto que al irse complejizando la vida en las ciudades viene con ello todos los aditamentos de las ciudad “moderna”, entonces si bien la construcción/albañilería era ya un sector desarrollado, las nuevas creadas necesidades motivan la ampliación de las formas de carpintería, metalmecánica, etc. rubros que también se incrementa, ante la necesidad de tal variedad de insumos, alguien tiene que suministrarlos, para eso pongo mi ventita, mi puestito de … y gradualmente se van extendiendo las superficies de los mercados, siendo otra de las actividades de ese “inventarnos trabajo”, el comercio; pero el proceso de urbanización es un gusano voraz que va comiendo todo y se va apropiando también de la ruralidad, la municipalización del país posibilita que la inversión pública se incremente en estas áreas, constituyéndose también en pequeños mercados a conquistar.