ESCUELITA DEL VIVIR BIEN EN WAYNA TAMBO EN LA CIUDAD DE EL ALTO: POLITIZACIÓN Y TERRITORIALIZACIÓN DE UNA EXPERIENCIA EDUCATIVA Por: Estefanía Burgoa Calatayud, Jazmín Quisbert Illanes y Pablo Beque Párraga

La noción del Vivir Bien se ha ido acentuando en una “aceptación” de saber vivir en equilibrio y armonía con los ciclos de la Madre Tierra, del cosmos, de  la vida, de la historia, y en equilibrio con toda forma de existencia para alcanzar un mejor relacionamiento comunitario; esta es la idea, al menos, que el Estado y el gobierno han ido posicionando con mayor empeño en nuestro contexto actual.

En la certeza que el Vivir Bien no es un concepto unívoco y mucho menos una verdad absoluta (cargada de buenas intenciones y cierto romanticismo), al contrario, la noción de Vivir Bien nos invita al debate y reflexión de otro horizonte civilizatorio que trastoca varios aspectos de nuestros cotidianos frente a un modo de vida hegemónico occidentalizado. El Vivir Bien nos abre la posibilidad de repensarnos otros modos de vida, posicionando otro horizonte civilizatorio en diálogo con nuestras matrices culturales indígenas, ello implica a uno de los aspectos más significativos de la vida, la educación como proceso de crianza

Estas líneas previas nos serán de ayuda al momento de compartir la experiencia educativa de la Escuelita del Vivir Bien de Wayna Tambo.

Uno de los efectos adversos, casi generalizado, de la educación masificada llega a ser la mecanización y la homogeneización del ser, especialmente en un periodo de su vida cuando su identitario y personalidad se van constituyendo. Podríamos indicar que ello se debe a una desconexión, desconocimiento o invisibilidad del contexto, territorio o espacio vital en el que desenvuelve su vida. Otro elemento que podría tomarse como falencia en nuestras estructuras educativas es la indiferencia o poco interés ante temas estructurales sean históricos o contemporáneos.

Ambos elementos constituyen un reto en la experiencia propia de la Escuelita del Vivir Bien. Hablar de territorialización de lo y en lo educativo es referirse simultáneamente a una descentralización y politización con y desde los procesos educativos, para el caso concreto nos iremos refiriendo a momentos históricos locales que terminan dando característica al trabajo educativo de Wayna Tambo con la Escuelita del Vivir Bien.

  • Los procesos educativos están mediados por el contexto histórico y territorial

El Alto es una de las ciudades que ha tenido un proceso acelerado de transformación urbana; para el siglo XIX seguía siendo un área rural con diferentes haciendas y ayllus aymaras, para mediados del siglo XX El Alto era un espacio de transición y un barrio marginal de la ciudad de La Paz sin mayor mérito o reflexión para algunos investigadores, pero visiones locales de historiadores alteños presentan una mirada histórica de su territorio vinculándolo con desplazamientos, asentamientos y luchas sociales de larga duración que llegan a representar el ethos o “ajayu” de El Alto.

Los cambios continúan hasta llegar el 6 de marzo de 1985, el Congreso Nacional, sancionó la Ley 728: “Créase la Cuarta Sección municipal de la provincia Murillo con su capital El Alto de La Paz, del departamento de La Paz…” Ya para principios de 1988, con ordenanzas municipales, se crearon: el escudo, bandera e himno de El Alto. La Ley 1014, del 26 de septiembre de ese año, sentenció: “Elevase a rango de ciudad a la población de El Alto de La Paz, capital de la cuarta sección municipal de la provincia Murillo del departamento de La Paz …”.

Previo y posterior al “oficial nacimiento” como ciudad El Alto ya se fueron resolviendo temas como el acceso a servicios básicos: alcantarillado, electrificación, transporte público, desde una organicidad vecinal que no podían esperar que se resuelvan desde una raquítica institucionalidad.

Sumado a la lucha por el acceso a servicios básicos se tenía que atender, en igual medida, el acceso a la educación de las y los hijos-as de los-s pobladores de El Alto, prueba de ellos es la creación de espacios educativos que terminaron convirtiéndose en escuelas y colegios; podemos citar el ejemplo de uno de los establecimientos más antiguos de El Alto: la Unidad Educativa Juan Capriles.

De manera paralela a la resolución sobre el acceso a la educación y construcción de unidades educativas en El Alto al igual que los servicios básicos de alcantarillado y electrificación la configuración de Villa Dolores fue cobrando mayor relevancia llegando a ser una de las zonas más importantes para El Alto.

Uno de los elementos para que Villa Dolores sea un referente es la feria campesina que se fue instalando desde 1980 e inició en la calle 2 de Villa Dolores y poco a poco se fue extendiendo hasta abarcar alrededor de 40 manzanas en la actualidad y es conocida como una de las grandes ferias de productos agrícolas, la “Feria de Villa Dolores”.

Este escenario entre lo urbano y lo rural, entre la auto-constitución y la lucha por el derecho a la ciudad se asienta el trabajo educativo, comunicativo y cultural de Wayna Tambo, trabajado/ejecutado desde una gestión cultural territorializada en diálogo con actores del barrio, junta de vecinos-as, organizaciones de padres y madres de familia de colegios y asociaciones de productores agrícolas entre otros.

Una forma de sintonizar y mantener vínculo con el territorio en un proceso de trabajo educativo se establece a partir del espacio de la “Comunidad de Saberes y Aprendizajes” que a través de talleres de formación, ciclos de cines, encuentros, tertulias y debates, se problematiza y construye propuestas sobre diversas temáticas,  por ejemplo: el Vivir Bien como horizonte civilizatorio, descolonización y despatriarcalización como reconfiguradores de las relaciones de poder, otras economías posibles, la desestigmatización de la ciudad de El Alto y la vigorización de nuestras matrices indígenas, entre otras temáticas que se deseó abordar no en la construcción de verdades únicas, sino de otras voces desde los-as propios-as actores y configuradores de los procesos crecientes como la misma ciudad.

Estos aspectos mencionados en clave de contexto histórico y territorial para el trabajo de Wayna Tambo y una de sus áreas como la “Comunidad de Saberes y Aprendizajes” constituyen el antecedente estructural del trabajo educativo de la Red de la Diversidad que aportaría al trabajo educativo con niños y niñas en lo que después se constituirá en la “Escuelita del Vivir Bien”. 

  • Aproximar la escuela al territorio para criar en comunidad

La Feria de Villa Dolores no es el territorio de procedencia, pero sí de re-habitar de los-as niños y niñas que hicieron y hacen parte de este proceso educativo al que llamamos “Escuelita del Vivir Bien”.  La Feria nace en el desanudado de la dinámica económica asentada en la Ceja, que alcanzó a constituir la centralidad urbana de la ciudad de El Alto, siendo un nudo de conexión con la ciudad de La Paz. Villa Dolores acogió en sus calles a familias campesinas con producción de baja escala que provienen de diferentes comunidades de la región, estas tomaron el espacio público para la dinámica de intercambio y reconocimiento directo entre campo y ciudad a partir de la producción y comercialización de productos agrícolas. De esta manera el barrio, de históricos asentamientos de familias mineras y campesinas, fue configurándose en un territorio de encuentro entre el campo y la ciudad con el alimento/semilla como eje articulador.

Wayna Tambo se encuentra hace más de 20 años siendo parte del barrio de Villa Dolores, acompañando e impulsando procesos culturales, educativos y comunicativos para la corresponsabilidad compartida del territorio, presenciando este cambio de su configuración. 

Fuimos tejiendo con vecinos y vecinas. Recordamos la calle llena de barro, la gente bailando saya con la gente de Chicaloma o zapateando con las tonadas del Bonny Alberto Terán del Norte de Potosí. Para hacer esos maravillosos festivales, llegamos hacer uno de 6 días con más de 120 espectáculos, nunca le pedimos permiso a la Alcaldía para el uso de la calle, lo hicimos a las familias vecinas, conversando una por una. Al principio miraban esas “locuras” desde las ventanas de la casa, desde sus puertas apenas entreabiertas, desde la tienda de la esquina. Luego nos comentaron que los gozaban desde dentro de sus casas. Se hicieron parte del barrio.

Con la ampliación de la feria y su llegada al barrio, se impulsó la posición de que esa parte del barrio fuese para familias campesinas con producción a baja escala, de esta manera aportar a la diversidad de semillas y producciones que se tiene en la región.  Esta consolidación, que a un inicio se llevaría solo 2 veces por semana (la visita de productores de comunidades al territorio de Villa Dolores), poco a poco se fue perdiendo en una feria cuya dinámica comercial y procesos se acomplejaron en los asentamientos cada vez con más presencia de comerciantes intermedios y ya pocos productores y productoras campesinas, dejando un territorio en disputa por el espacio público entre feriantes y vecinos-as. Así también, con la llegada de la feria, los festivales de Wayna Tambo ya no tuvieron el mismo espacio, se reinventaron actividades cortas, en espacios y escenarios pequeños, para llegar hasta los productores y productoras además de quienes visitaban la feria, en un acercamiento diferente para ese nuevo actor que ya hacía parte del territorio, de esta manera se adoptó un ritmo de feria desde la diversidad materializada en el “Qhatu” como un espacio de feria-urbana e itinerante, donde se gesta la idea de alternativas a las formas de mercado habitual, vigorizando otras economías más solidarias, recíprocas y de circulación de bienes sin acumulación, ni excedente, siempre con miras a  la revalorización de la semilla y a través de ello el cuidado de la tierra y el agua, donde se amplifican saberes y toda la escala de valor de la diversidad de semillas y productos de la región andina; es un lugar donde circulan bienes y dones como estrategias para establecer múltiples relaciones que facilitan los intercambios (inter)culturales, las ampliaciones de relaciones familiares, las afectividades, los amparos y cuidados, las visiones del mundo y la vida, las nociones éticas y estéticas, los vínculos en amplias dimensiones de la vida; tomando presencia en la feria una vez por semana.

El Qhatu nos llevó a reconocer que en el territorio nacían otros encuentros más allá del campo y la ciudad y que el re-habitar de los territorios no solo era por parte de los productores en singular, sino de toda la composición familiar y la crianza más allá de la semilla; la crianza y encuentro de sus hijos e hijas en el territorio. Así, mientras la feria de productores se desarrollaba 2 veces por semana y poco a poco se asentaban puestos fijos, también se asentaba una mayor presencia de niños y niñas tomando el barrio.

Poco a poco  Wayna Tambo fue visitado por niños y niñas que demandaban procesos pensados en ellos-as como actores de transformación, de esta manera, también el espacio logró articularse con redes que trabajan desde y con los niños y niñas, uno de estos espacios fue el “Festival Kolibrí para la Niñez y Adolescencia”, impulsado por la productora audiovisual Nicobis, el festival busca formar alfabetos visuales, niños, niñas y adolescentes capaces de leer la imagen, entenderla y ser críticos de lo que consumen y por tanto frente a su propia realidad, esto a través de muestras de producción infantil y talleres de formación audiovisual, de modo que sean los niños, niñas y adolescentes capaces de realizar sus propios audiovisuales.  Wayna Tambo se suma como un espacio de difusión y promoción del festival para que niños y niñas, que hacen parte del barrio, tengan un lugar para el disfrute de producciones audiovisuales, como lo era habitual con los ciclos de cine-debate pensados para jóvenes. 

De esta manera, el espacio fue repensándose más allá de los y las jóvenes, se fue configurando en torno a los-as niños y niñas que estaban criando sus propios procesos en la feria, es entonces que se decide empezar un proceso de actividades culturales, talleres, juegos, conversaciones colocando en el centro de la gestión la recomposición de las confianzas e intercambios entre vecinos y feriantes para recomponer el tejido comunitario del barrio. 

Así fue que en 2019 empezamos un proceso de recuperación de memoria viva del barrio de Villa Dolores y dar un paso más de nuestra estrategia comunicacional y territorializar la radio en el barrio a través de que esta pueda tomar la calle, es así que nace la “radio callejera” que logra amplificar los procesos territoriales, micros de capacidad comunitaria o que trabaja en pro de recomponer el tejido y desde ese lugar comunicativo con los niños y niñas, sentimos necesario ahondar en un espacio concreto que recupere, rostros, voces, memoria, tejidos y sentidos de cómo se construye un barrio tan diverso y complejo a la vez y que los actores principales “tejedores y tejedoras” de este proceso sean ellos y ellas, nace entonces: El Museo del Barrio.

Desde este horizonte se planearon talleres de comunicación, técnicas visuales y plásticas donde los-as niños y niñas puedan relatar sus convivencias desde el barrio, pero también, puedan recuperar las voces de vecinos, vecinas y sus mismas familias que se asentaban en la feria, quienes no vivían en el barrio, pero hacían parte de él y por unos minutos se dialogaba de manera singularizada sobre la convivencialidad y el cuidado compartido de los cuerpos y el territorio. Estas visitas se realizaron de forma transversal con talleres artísticos y comunicativos durante 3 meses; la recuperación de voces, recorridos y visitas trató de generar vínculos más estrechos entre vecinos-as y feriantes; después de un proceso de entretejer alianzas y confianzas con los-as niños y niñas, el “museo del barrio” se inauguró en septiembre de 2019 acompañados-as de feriantes, vecinos-as y diferentes grupos culturales, entre ellos Tarambanas Teatro, quienes después acompañarían en los primeros pasos de la “Escuelita del Vivir Bien”.

El “Museo del Barrio” nos abrió la posibilidad de compartir con los-as niños y niñas un proceso de corresponsabilidad para con el barrio desde la recuperación de su memoria viva; y aunque la mayoría de ellos-as no eran parte del barrio (siendo hijos e hijas de productores, productoras y feriantes asentados-as) se asumieron parte de él y lo hicieron desde el comprender su re-habitar y que eran ellos y ellas quienes también lo habitaban y podían sentirse corresponsables de retejer comunidad. De esta manera, ponemos en discusión los re-habitares y actores que hacen parte de un territorio “no sentirnos ajenos al suelo que pisamos” dándole vida a la memoria. 2019 fue un año para restablecer confianzas, los-as niños y niñas nos habían acercado un poco más a eso que acontece en el barrio, su acercamiento a Wayna Tambo que, al igual que la feria, se reconfiguró y planteó otros espacios de formación y crianza comunitaria desde y para los niños y las niñas.

   

  • La capacidad de responder a la emergencia desde las nociones comunitarias

Atravesados-as por una crisis sanitaria y política en el país, bajo las normativas emitidas por el gobierno de facto y el entonces ministro de educación Víctor Hugo Cárdenas se decide Clausurar la Gestión Educativa en 2020 como una muestra más de falta de voluntad política para resolver y responder la necesidad educativa de la población, ampliando, aún más, las brechas de diferencia entre las familias más privilegiadas y las que carecían de medios que les permitiese acceder a otro tipo de educación para sus hijos e hijas. Es entonces que los-as niños y niñas comenzaron a hacer más presencia en la feria, al no tener actividad escolar que les aproximaba a espacios de encuentro con sus pares, se fue criando una, en la feria misma, acompañando a sus familias en el comercio, ingresando a la actividad laboral “iniciándose en la feria” y así es como ocuparon el tiempo que le dedicaban a la escuela en vender en el mismo puesto de sus familias o hacerse de su propio puesto de gelatinas. A partir de esto es que empezamos a madurar la idea de un espacio de formación distinta, pensado en aquellos-as niños y niñas que hacen parte del barrio y con quienes habíamos compartido procesos de re-comunalización del territorio, pensando en ese proceso educativo que hiciese eso: devolver la escuela al territorio.

Como Red de la Diversidad ya se vivía procesos de formación con la “Comunidad de Saberes y Aprendizajes” y la “Escuela del Vivir Bien” este último como proceso educativo del Proyecto “Aphtapi: Comunidades del Vivir Bien”, impulsado por Wayna Tambo, Inti Phajsi, Casa Espejo y Flor de Leche; un espacio de formación bajo las líneas del Vivir Bien como horizonte civilizatorio, donde se puedan criar otras generaciones que fortalezcan modos de vida más sostenibles y logre restaurar formas de coexistir con mayor equilibrio natural y social, donde el Vivir Bien sea posible e implementado en los territorios de cada participante. Se pensó algo así, pero para niños y niñas, con educación desde procesos vivenciales, pensando en diminutivo, no por empequeñecer el proceso, sino por la ternura del dialecto de nuestros propios pueblos, de ahí también que nace el nombre de: Escuelita del Vivir Bien.

El camino llevó a comprender alianzas con más colectivos que ya encaminaban procesos propios desde la gestión educativa, es ahí donde el equipo de Tarambanas Teatro a partir de Aymilla-Gestión Educativa y el Centro Educativo Alternativo “Mentes Brillantes” aportaron a afinar una propuesta pedagógica pensada para 2021.

  • Escuelita del Vivir Bien: Entrelazar la vida toda

La escuelita como tal inició en marzo de 2021, de la voluntad que fue sumando voluntades para recobrar espacios de crianza, desde el retomar las confianzas de re-encontrarse. Nos es imposible comprender estos procesos alternativos sin vigorizar modos de vida donde la dimensión ritual hace parte de nuestra cotidiana transformación, esa dimensión ritual de lo regenerativo de los procesos que no son dimensiones separadas unas de otras, sino que se entrelazan y penetran la vida en su totalidad para generar completitud.

Es así que iniciamos con una ofrenda de agradecimiento a la tierra por este espacio que nos permitió criar, conjunto a familias, niños y niñas, el equipo de trabajo fue que nos consentimos iniciar un ciclo armonioso con los niños y niñas. 

“…utilizando el azúcar para endulzar nuestros caminos, depositando nuestra buena energía en una vasijita de barro, donde cada niña y niño fue dejando su puñito de azúcar, y otros elementos como arroz, arena, coquita y palo santo, todo para comenzar un ciclo de amparo y reciprocidad. Esta apertura fue una forma diferente de inauguración de nuestra gestión educativa, cambiando la tradicional hora cívica que se efectúa en colegios y unidades educativas, donde se realiza el habitual saludo a la bandera y se canta el himno nacional”

La siguiente gestión (2022), se arrancó el ciclo con una “caravana carnaval” que intentó reforzar el vínculo de la Escuelita para con el territorio, celebrando una nueva gestión, festejando la época de cosecha, despidiendo a las lluvias y ch’allando la Casa que acogería el proceso de aprendizaje.

Bajo ese horizonte de sincronizar la totalidad de dimensiones de la vida en el proceso de aprendizaje se compuso un plan de trabajo por áreas ricas en su dimensión singular y a la vez puedan ser complementarias con la crianza de la vida toda y no tengan rupturas con la cotidianidad de la vida de los-as niños, niñas y sus familias, estas áreas son:

Acompañamiento curricular: donde se realiza apoyo complementario en las áreas escolarizadas (lenguaje y comunicación, matemáticas, naturaleza y sociedad) con didácticas integrales y alternativas desde donde se colocamos otras formas de hacer y practicar aprendiendo a partir de juegos convencionales (como la viborita, memory, cartas) colocando elementos del contexto, como: la feria, animales del altiplano boliviano, cuentos de nuestra región.

Cuerpo-música/Cuerpo-escena: Comprender nuestro cuerpo como primer territorio y desde este la comunicación y conexión con otros territorios en diversos lenguajes y formas de expresión que te da el área escénica como el teatro, la narración oral vinculados al territorio, el lenguaje de señas que vigoriza procesos de aprendizaje conjunto a la interpretación de instrumentos, cantos y danzas propias de la región, así como poder explorar otras formas del decir. 

Proyectos: Intenta vincular todas las otras áreas desde procesos diferenciados y complementarios colocando temas de trabajo, que se toquen en las otras áreas de trabajo y a la vez pueda compartir con el territorio, es así que se realizan visitas a la plaza, a la feria. 

Dentro de esta área se tuvo experiencias de procesos como “La ruta del Agua” que incluye un proceso de reconocimiento y visitas de diversos territorios y el vínculo que estos tienen para con la ciudad, así como el vínculo con las demás dimensiones de la vida como la música y los alimentos. Partiendo de cuestionarnos el ¿Cómo entendemos el agua desde nuestro territorio? ¿Cómo se vincula la feria con el Lago Titicaca? ¿Cuál es el ciclo del agua? Este redescubrir el ciclo del agua nos llevó a bailar tarqueadas de la época de primeras lluvias que ablandan la tierra para poder sembrar la semilla que en un tiempo madurara y llegará a la feria, a pensar en la feria desde la plastilina para retratar una ruta de los alimentos desde distintos territorios y pensarnos en cómo se ven esos territorios donde crece la semilla y retratarlo, pensar en la ruta del agua desde el disfrute, cantar, bailar, armar y conocer, es por eso que parte del proceso fue visitar otros territorios como Toke Pokuro que se encuentra en la región del Lago Titicaca donde pudimos vincularnos con el lago, puesto que muchos niños y niñas aun no lo conocían, y conocer un poco más sobre la contaminación del mismo; dentro del mismo proceso se visitó la comunidad de Sahuiña en el Municipio de Copacabana, esta es una comunidad productora de Tarwi/Tauri una semilla que se cría también con el lago para su desamargado y que acompaña a la escuelita en las meriendas, en esta región se conoció no solo el Tarwi/Tauri se logró conocer diferentes cultivos al rededor del lago y la última visita de esta ruta fue en el municipio de Achocalla para conocer el proceso y tratamiento de aguas hervidas de la empresa Eco-social “Flor de Leche” este último recorrido nos llevó a ver que existen diferentes alternativas de tratar el agua en diferentes regiones. Estos viajes y visitas que se realizaron aportaron a tener distintas miradas respecto al Lago, al cuidado del agua y a como este tiene diferentes rutas, paradas, vínculos con la música, los ciclos regenerativos de la tierra, los alimentos, la cultura y cómo nos vinculamos a la lucha por su defensa desde donde estamos. 

Las visitas/viajes aportan a construir aprendizajes vivenciales, que potencian el eje de trabajo de articulación con otros espacios y otras experiencias que desarrollan procesos educativos, pero no solo son espacios educativos, también pueden ser procesos comunitarios que fortalecen la comprensión de distintas dimensiones de la vida que se ensamblan.

“…el viaje a Copacabana como rol educativo para conocer el tarwi y acercarnos en el espacio del proceso de producción de la leguminosa desde su siembra, cosecha, transformación y su aporte a la salud; de esta manera se llega a valorar lo nutritivo, ahora no solo se conoce se vivencia y reconoce el trabajo del campo, logramos evidenciar que otros procesos, elementos, ciclos se vinculan con la crianza de la semilla del tarwi es decir logramos percibir su relación con el lago en su siembra y de este con la ciudad que habitamos por el ciclo del agua y las lluvias gracias al mismo, que los niños y niñas presencian y viven la experiencia con la Red del Tarwi en Copacabana, en septiembre de 2021”

Las áreas se vinculan por ejes temáticos de trabajo conjunto, así, como los cuerpos y el territorio, estos marcan un ritmo a las actividades incorporando el calendario agrícola como guía de este, es por eso que una de las áreas de trabajo es la alimentación como espacio del hacer, la escucha y el disfrute, que se da a tiempo de descanso dentro las actividades, en lugar de “recreo” se comparte alimentos, muchas veces preparados por los-as niños y niñas y se acompaña con cuentos o historias para recolocar el espacio de la alimentación como centralidad del disfrute, compartir y goce.

Las canciones nos ayudan a tener un trabajo más ameno y llevadero como al momento de recoger los juguetes para hacerlo de forma dinámica, las canciones para el comienzo de las meriendas que habla de la importancia de comer sano, los temas musicales que ayudan a mantener la calma en un avance que requiere de concentración a la hora de hacer un trabajo manual donde cada niño y niña escoge un tema musical de su gusto, donde las canciones llegan a formar luego de un campo de habla y escucha para cuestionar las letras de las canciones, como por ejemplo la canción de “arroz con leche”, donde se cuestionó el contenido de la letra y se optó por cantar el nuevo arroz con leche que lleva un discurso positivo de la canción.

El “disfrute cultural” es un espacio donde se intenta colocar otros lenguajes del disfrute a los habituales, en un contexto mediado por la digitalización acrecentada aún más en la pandemia, el disfrutar un show de títeres, de cuenta cuentos, ir al teatro, hacer cometas, mirar un concierto, cocinar y que eso se pueda comprender desde el disfrute, la valoración del encuentro y el trabajo escénico coloca otra mirada desde el campo de las culturas y es desde ahí la importancia de retomar este espacio desde los niños y niñas.  La capacidad de asombro y que ocurra algo que inspire a crear desde los lenguajes del arte, eso que provoque que en el cumpleaños de uno de ellos y a falta de regalo, dos de los niños planearon un show de títeres como regalo, eso que hace que se creen sus propios títeres de papel o quieran interpretar instrumentos musicales, ese impacto e inspiración que es valioso criar.

La Escuelita se materializa no como un reemplazo o sustitución a la escuela convencional, lo que permite a su vez, se tenga la posibilidad de priorizar un campo de aprendizaje que vaya más allá de la educación tradicional que ya se imparte en escuelas y colegios, ello quiere decir: realizar una educación más sincera para comprender y entablar relaciones de respeto en diversidad y equidad dentro un tejido social complejo y abigarrado. La noción de una educación más sincera refiere a tomar elementos del contexto y territorio general de cada niño y niña y relacionarlos con elementos de su particularidad y singularidad al momento de iniciar un determinado proceso de aprendizaje.

Al ser un espacio de educación comunitaria y popular se aplican diversas estrategias pedagógicas en estrecha relación con dos elementos que constituyen el trabajo estratégico de Wayna Tambo: lo comunicativo y lo cultural. Esta triple relación entre lo educativo (aplicado con diferentes estrategias pedagógicas), cultural y comunicativo constituyen la metodología y el diseño para una adaptabilidad de dispositivos empleados en el proceso educativo que cada niño y niña vivencia en la Escuelita del Vivir Bien.

La suerte de una educación más sincera en la experiencia de la Escuelita del Vivir Bien tiene el aporte de ciertos enfoques: descolonizadores, despatriarcalizadores, desmercantilizadores y desantroprocéntricos; enfoques que son pensados para ser aplicados o interiorizados en el cotidiano de cada niño y niña que se hace parte de este espacio de crianza.

De esta manera la gestión educativa que se realiza comienza con actividades que nos ayuden a conocer el entorno social, territorial y familiar de cada niña y niño, haciendo como primera valoración la interacción que pueda haber entre ellos-as, sin hacer una separación etaria en un inicio, de igual manera prestar atención a cómo se expresan del lado socio – afectivo con su entorno, ya sea con sus pares y adultos.  Como segunda valoración es ver si su lenguaje llega a ser comprensible según su desarrollo neurológico, tomando siempre en cuenta la escala de desarrollo en la que cada niño y niña se encuentra, pero también teniendo presente que todas y todos los niños y niñas son diferentes. A su vez se toma en el esquema corporal en el que se encuentran con los parámetros de: logrado, en proceso, y nulo. 

Estas actividades que se realizan a manera de valoración ayudan a conocer a cada niña y niño para luego continuar un proceso de aprendizaje singular y en otros momentos o llegando a ser simultáneo un proceso de aprendizaje colectivo. Esto que parece contradictorio puede explicarse y entenderse de mejor manera con la alimentación “la merienda” como espacio de encuentro y goce del proceso de compartir, colocamos el momento de la merienda como goce y escucha, puesto que el compartir implica la escucha de un cuento para colocar en el disfrute la escucha y las historias.

La apuesta por una educación integral es al mismo tiempo una revaloración de ciertos espacios en nuestras casas, por ejemplo: la cocina que en la perspectiva de un mundo antropocéntrico y patriarcal, es uno de los lugares menos pedagógicos y constituye uno de los elementos de rol a las mujeres (tal desatino ha estereotipado a la mujer, su trabajo y su aporte educativo en nuestras crianzas): repensar a la cocina como un lugar de aprendizaje y conecte con otras sabidurías, es necesario tener conciencia de ello desde que somos niños y niñas. En el hecho práctico, como un componente más de la metodología de la Escuelita, es aprender también con nuestro sentido del gusto y con el estómago, compartir conocimientos ancestrales aún muy presentes en lo cotidiano en relación a que se puede recurrir a ciertos alimentos ligados a un ciclo o época del año, estar acordes con el calendario agrícola de nuestra región y lo que nutre nuestros mercados así como las formas de transformación por las que atraviesan para estar en nuestra mesa, sus porqués y los beneficios que trae el consumo de cierto alimento en cada estación. Solamente con el funcionamiento de esta práctica hemos sido capaces de percibir de manera conjunta a los-as niños-niñas, padres, madres, vecinos y vecinas elementos vitales que nos ayudan a comprender dinámicas económicas globales y locales, nos permite la reflexión conjunta acerca del consumismo del que somos presas y más.

No se trata de encaminar un aprendizaje ecléctico entre los discursos ambientalistas, de género u otros con los métodos pedagógicos de moda, sino, hacer que el proceso educativo cobre sentido siendo práctico, reflexivo e interpelador al niño, niña, su entorno familiar y contexto más próximo. Ello implica que en cada una de las actividades se deba generar ambiente propio y seguro, cada niño y niña que forma parte de la Escuelita viene con cierta “carga emocional” generada por su propia familia, el entorno o la misma escuela tradicional; esta “carga emocional” necesita ser canalizada para que no desemboque en frustraciones, hiperactividad o poca concentración.

El trabajo está enteramente relacionado con las familias y en ellos-as con el territorio, la circulación de información es constante, ya sea para responder dudas respecto al proceso, así como para compartir diversas informaciones como: Agenda del año. Que indica las áreas educacionales que se llevarán en el transcurso del año, como ser el Ciclo anual: agrícola y festivo Cronograma del mes. Donde se describe, de forma concreta, actividades como visitas, viajes de intercambio, sesiones de disfrute cultural, contenidos de las diferentes áreas, materiales que lleguen a requerir (el material educativo es compartido, y en su mayoría reciclado) fechas y horarios, que se procura acomodar, para facilitar la participación de las familias. Menú del mes. La alimentación como parte importante y fundamental del desarrollo con una propuesta de “menú” elaborado en base a productos de nuestra región y frutas de temporada.

Uno de los desafíos que se presentaron es el sostenimiento en gestión comunitaria, este es un proceso compartido con las familias desde el marcar horizontes comunes de crianza y reconocer el valor del trabajo de la misma, parte de las estrategias económicas de reciprocidad y redistribución son caminos ya trazados por el trabajo de la Red de la Diversidad, comprendiendo a la dimensión económica interrelacionada de manera viva con otras dimensiones del trabajo en la gestión comunicativa, educativa y cultural. Si bien se colocó un estimado de aporte mínimo necesario por familia, para sostener los proceso, estas también se presentaron estrategias de sostenimiento de complementación de lo económico (monetario), con otras economías de reciprocidad, ahí donde los recursos son escasos se vigorizan reciprocidades, intercambio de bienes y productos, es así que el intercambio o “trueque” por alimentos, puesto que varios niños y niñas venían de familias feriantes,  así como  servicios de apoyo de limpieza del espacio, complementaban al aporte del funcionamiento de la escuelita, con la noción de dialogar con distintas formas económicas y se pueda ampliar la llegada a varias familias, dignificando y reconociendo el trabajo para los niños y niñas. Otra de las experiencias de trabajo y sostenimiento se materializó en la preparación y venta de comida en la feria de Villa Dolores por parte del equipo de trabajo de Wayna Tambo que aportaba a la compra de materiales de aseo y materiales didácticos para el espacio. El deseo de acompañar crianzas de más niños y niñas en el barrio y poder hacer accesible el espacio con la corresponsabilidad de las familias hizo nacer la “Kermesse de la Escuelita del Vivir Bien” generando un espacio de recaudación de fondos a partir del alimento como eje de solidaridad y sostenimiento. 

Este espacio fue asumido en corresponsabilidad con las familias y otras personas que se sumaron a poder recaudar fondos para la escuelita, así fue que las familias de los niños y niñas de la escuelita, las familias de las “profes”, “Flor de Tarwi” con la Red “K-motes del Tarwi”, parte del equipo de la Red de la Diversidad de El Alto y  Cochabamba,  el puesto de venta de silpanchos del barrio “la flechita” se organizaron para poder preparar y vender diferentes platos de comida en un encuentro voluntades y corresponsabilidad que hizo que la escuelita pueda tener un sustento económico, “becar” a niños y niñas del barrio cuyas posibilidades de aporte eran limitados y ampliar el espacio.