EL QHATU DE WAYNA TAMBO EN VILLA D(C)OLORES Por: Mario Rodríguez Ibáñez

El qhatu es un puesto de venta, es un mercado, pero desborda de lejos la idea de espacio de transacciones mercantiles y/o de productos. Un qhatu es un lugar donde circulan bienes y dones como estrategias para establecer múltiples relaciones que facilitan los intercambios (inter)culturales, las ampliaciones de relaciones familiares, las afectividades, los amparos y cuidados, las visiones del mundo y la vida, las nociones éticas y estéticas, los vínculos en amplias dimensiones de la vida. Por eso qhatu no es tienda o mercado simplemente, es feria festiva y celebrativa.

Wayna Tambo ya tiene 27 años de vida, desde nuestro nacimiento estamos ubicados en la zona de Villa Dolores en El Alto, desde hace unos 23 años nos asentamos en la calle 8 de ese barrio, muy cerca de los límites con la ciudad de La Paz. Cuando llegamos a esta parte de la zona estábamos en un lugar apartado, con poco tránsito de personas y vehículos, se la sentía un poco insegura por su aislamiento. Años después, la feria de la Ceja (nudo vital y económico de El Alto), empezó a avanzar hacia nuestra calle. A nuestro territorio llegaron primero las familias de producción campesina local, intercambios directos entre campo y ciudad, entre familias productoras y familias de consumo urbanas. Eso no evitó ciertos conflictos con las vecinas y vecinos, por las nuevas ocupaciones de la calle y las tensiones de ocupación. También empezaron a aparecer por el espacio comerciantes populares urbanos, ligados al comercio y, en muchos casos, a sistemas mafiarizados de pequeña escala en el uso del espacio público y las corrupciones entre algunas organizaciones y el poder estatal municipal.

De inicio nos pusimos a buscar que el barrio se posicione por una ampliación de la feria, pero consolidando la presencia estacional y temporal de las familias productoras campesinas. Pero los procesos de urbanización nos fueron componiendo la feria que hoy teje y abraza, no sin ciertas conflictividades, nuestra casa de Wayna Tambo. La feria está todos los días, salvo sábado y domingo que baja su intensidad, los martes y viernes son una suerte de “súper” feria, más grande y amplia, con llegada de camiones con producción campesina. Hay espacios de familias productoras campesinas, por ejemplo, en la propia acera de Wayna Tambo, hay otros espacios, los más, de intermediarios e intermediaras de pequeña escala, hay algunos ya con medinos almacenes que van reconfigurando hasta el tipo de producto de intercambio. La feria es una de las más visitadas por la gente de El Alto y la Paz por su variedad de productos alimenticios campesinos y el bajo precio de los mismos. Es una dinámica fascinante y compleja a la vez.

Desde hace varios años participamos de la feria cada viernes, ocupamos la acera de Wayna Tambo y tenemos nuestras producciones de música, textos y películas, también producciones de alimentos nuestras y de organizaciones y redes aliadas. Tenemos un espacio para el intercambio de libros, películas y música ya usadas. La Escuelita del Vivir Bien, cuyas niñas y niños provienen en gran parte de las familias que tienen sus puestos de venta en la feria, sale para desarrollar actividades con las wawas y sus familias. La radio callejera se emite desde la feria esos días. Hacemos lecturas y actividades artísticas y mucho más. Todo en una escala de la feria, de lo pequeño conectando con lo grande, desde la puerta y acerca de Wayna Tambo al territorio, un espacio que se mueve y transita al ritmo de la feria.

Ese es el Qhatu de Wayna Tambo, aquí les compartimos algunas imágenes de esas actividades sencillas de cada viernes.

Este espacio abierto fue el primero que reiniciamos en tiempo de cuarentenas obligadas, el que nos conectó otra vez con la vida dinámica del barrio y la feria. Es nuestro conector con la vida de nuestro entorno.

La feria de Villa Dolores se llena de colores, así que nuestra compañera Mauge (Flor de Tarwi – Red de la Diversidad), renombró la zona como Villa Colores, un nombre más apropiado al territorio en el que habitamos, no el único, pero el más próximo a la vida de Wayna Tambo.