COCINANDO COMPLICIDADES Por: Las cocineras

¿Cómo se cría la vida? En comunidad.

Venimos de comunidades fracturadas: familias monoparentales, sentimientos de culpa que se transmiten intergeneracionalmente, escuelas que domestican, iglesias que imponen y lastiman, sistema económico que obliga a la productividad sin importar cómo, sistema patriarcal que de diferentes modos termina oprimiendo y condicionando nuestros proyectos de vida, violentándonos.

 

¿Cómo sanamos? ¿Cómo resistimos? ¿Cómo re-existimos?

Una forma de resistir es rebelarnos ante la imposición de las prisas y urgencias de esta sociedad cada vez más deshumanizada e individualista, resistimos disfrutando de nuestros procesos creativos del arte, la crianza de las wawas, la crianza de la tierra y alimentos… criamos y nos dejamos criar…

Pensamos en las crianzas, en ese tejido de cuidado que de una forma u otra te construye, en ese lugar donde convergen aprendizajes y experiencias, complicidades, contención, acompañamiento, goce.

 

¿Dónde se dan las crianzas cotidianas?

Pensamos en la preparación de los alimentos como forma de tejido, memoria y complicidad. Tejido, territorio donde se entrecruzan las crianzas múltiples y también las opresiones. Pensamos en la cocina y reivindicamos ese espacio del que tantas veces como mujeres decidimos salir pues no era el único posible. Lo reivindicamos pensando en la cantidad de rebeliones que se tramaron en medio del humo de las ollas, en la cantidad de conversaciones y complicidades que se tejieron al calor de los alimentos, las memorias compartidas, la alquimia de la comida. Porque preparar comida es un acto de cuidado, de sostener la vida, de celebrar la abundancia o de resistir la escasez. De recordar recetas desde la memoria que nos legaron abuelas, mamás, tías, amigas pero también de recrear otras.

Desde la memoria que fluye por nuestras venas, memoria heredada por nuestras ancestras y sostiene la vida misma desde el rehabitar nuestras cuerpas, permitiendo el reencuentro y reconocimiento de las unas con las otras, volviendo a pensar la forma de ocupar el espacio público en la Diversidad de territorios que venimos transitando y habitando… la memoria también se hace colectiva y por tanto nos impulsa a enredarnos para finamente tenernos en caminos con sueños comunes y coloridos cargados de fuerza, abrigo, ternura y cariño que emana desde las individualidades que lo componen y con quiénes nos acompañamos.

Y resistimos porque hemos decidido Ser y Hacer lo que somos desde nuestras historias pasadas y las que ahora vamos escribiendo, pintando, teniendo, cocinando…criando…

 

Cocinando Complicidades

Con todo el bagaje que cargamos, pensamos en nuestros suelos transitados, en los territorios que habitamos y el alimento, ese que es indispensable para  seguir en pie recorriéndolos. Ese alimento que al igual que nosotras, ha crecido, ha caminado y se irá transformando.

Para reunirnos a cocinar complicidades y sazonar nuestros caminos de crianzas, cada unx carga consigo algunos ingredientes producidos en sus propios territorios; hay papa watia de Alto Villar, hay queso de cabra de Santa Ana, hay mote de maíz de Cochabamba y angolina de un huerto de sucre. Las papas wathia que se cocinan abrazadas por la tierra y que nunca faltan, de distintos colores y sabores, nos aportan diversidad y constancia. El mote de maíz tiernito, desde su cultivo es todo un ritual. El quesito de cabra que atraviesa procesos de crianza y nos recuerda los ciclos de la vida y la angolina que crece en todo terreno, abundante y resistente… reconocer que las recetas van más allá de nuestros territorios es algo que nos sigue marcando por diversas razones.

Cada alimento  porta su propia historia y se resignifica al momento de compartirlos y mezclarlos entre otros. De eso se trata cocinar complicidades… en el ejercicio de rehabitar la cocina, pensamos en las distintas formas en las que nuestras historias de vida, con todas sus tensiones y resistencias, se entrelazan y nos posibilitan compartir aprendizajes para seguir reexistiendo.

Lo que cocinamos: Un delicioso plato con papas wathia condimentadas con ají y romero, acompañadas con una rica salsa de maíz, angolina, cebolla y unos pedazos de queso para contrarrestar el sabor picantito y dulce… Una mezcla de ingredientes, que por separado y sin sazonarlos no sería la misma, nos trae a la mente también esto que es tan importante en nuestros procesos, y que es volver a lo comunitario y colectivo para seguir criando, eso queremos seguir alimentando.

Artículo escrito desde el Curso de Mediación y Gestión Cultural, Educativa y Comunicativa para Procesos de Comunalización  Ciclo Inicial