¿CARNAVAL PARA QUÉ? Por: Jazmín Quisbert Illanes

Mientras que en varios municipios del país empiezan los preparativos para las distintas actividades (urbanas) festivas por el carnaval (desentierro del pepino, entradas folclóricas, farándulas, convites…) con el discurso del fomento a las industrias culturales y la reactivación económica, puesto que, hace ya mucho tiempo, se mira a las distintas fiestas y entradas patronales como un importante generador del movimiento económico, motor del desarrollo para el fomento del turismo y se generan distintas políticas públicas para el aumento de las regulaciones sobre el patrimonio, la inversión de grupos, orquestas musicales, comparsas, “prestes” y su espíritu empresarial, así como el advenimiento de nuevos modelos económicos para “salvaguardar los carnavales” que la pasada gestión 2021 “se frenó” a causa de la pandemia, por la cual seguimos atravesando, pero con cifras de contagios menores. “Salvar la economía” ha sido un discurso planteado por casi todos los gobiernos, desde y antes de la crisis sanitaria y en estas épocas carnavalearas se menciona mucho más. Menciono esto,  mientras observo la feria de Villa Dolores (El Alto), esta época es aún más colorida y más abastecida con diversidad de alimentos, los productores y productoras se están preparando ya para la Anata.

La fiesta de la Candelaria nos marca el paso de las Illas (de ese brote chiquito de la semilla, de lo que nos asegura producción, pero que tiene que ser criada, que está fuertemente vinculada a la fiesta de Alasitas) al inicio de las cosechas. En ese transitar celebramos la fiesta de la Anata (Entre la Candelaria y el Carnaval Cristiano) el florecimiento de la papa (que marca la siembra mayor) y otros cultivos de la época; es tiempo de los primeros frutos, es la fiesta de la producción y reproducción. Así como es la diversidad de alimentos y colores, lo son las vestimentas de los danzarines y el adornado de los animales, en los rituales de marcado (culto zoolatricos), es tiempo de los instrumentos de vientos con emboquillado y de caño abierto, para que el resoplido llegue a la tierra y continúe fertilizando la chacra; se escuchan Tarkas, Pinquillos y Quenillas. La Anata, no se puede frenar, no es algo que pase por una resolución del municipio desde un informe epidemiológico para saber si puede acontecer o no, puesto que está vinculado a la tierra y a su ciclo vital de regeneración.

La fiesta es un terreno emancipatorio desde el que podemos repensarnos, juntarnos, celebrar, discutir sentidos, pero es importante tener presente que está vinculada estrechamente a los ciclos agrícolas y la regeneración de la tierra misma, en lo productivo, ritual y festivo

¿Carnaval para qué?

El capitalismo salvaje trata de subsumir bajo la dinámica del mercado, todo recurso e incluso todo suspiro ritual, reproduce la lógica de ganancia y acumulación infinita, las industrias culturales o economía naranja que se venden como beneficioso para los pueblos y para las mayorías, cuando el fin es seguir una lógica de capitalización de lo intangible, de lo ritual, de aquello que somos ricos. Es necesario entrar a un campo de discusión más amplio de la homogenización de lo festivo, lo ritual y la música,  sobre todo, en espacios urbanos. Que se asuma como Carnaval solamente el hecho festivo, de una entrada folclórica, una farandula, la reactivación económica, desvinculándolo de los ciclos regenerativos, agrícolas y musicales que nos marca la tierra. Y entre estas contradicciones mismas de la celebración porque si, que erosionan las sabidurías y prácticas de nuestras comunidades.

¿Carnaval para qué?

Desde la Anata y toda su relación con las otras fiestas (La de las Illas, Todos los Santos, San Juan…) recordamos el paso hacia la abundancia, que no es acumulación, sino compartir, redistribuir y celebrar. Es por eso que el Carnaval no se detiene porque no hay entradas de carnaval, ni farándulas, ni convites, el carnaval es parte de la regeneración de la tierra y nosotros somos parte de ese ciclo.

Miremos como se abastecen nuestros mercados de productores y productoras, esos son los colores del carnaval, preparemos la ch`alla, la mesita de ofrenda y agradecimiento por esas cosechas y crianza de la semilla.

¿Carnaval para qué?

Para compartir, reciprocar, disfrutar y celebrar un nuevo ciclo de abundancia.