METODOLOGÍAS PARA LA PRODUCCIÓN COLECTIVA DEL HÁBITAT Y DEL TERRITORIO

Nuestra idea es hacer una participación que de verdad sea vinculante y de concertación con la comunidad. Entonces que no sea un tema en el que nosotros lleguemos ya con las ideas hechas, sino que empecemos a discutir desde los materiales hasta el diseño. (Colectivo Pentagrama – TA, 2020)

 

Un segundo eje sobre el que se estructura la lectura e interpretación de los procesos y expresiones de activismo social y urbano tiene que ver con la idea de producción colectiva del hábitat y del territorio. Esta idea también es el resultado de la transformación de una tradición e imaginario muy arraigados en nuestras ciudades, relacionados con el concepto de autoconstrucción. Esta autoconstrucción, que en su momento fue determinante en la producción de la vivienda y de los barrios populares, ha comenzado a dar paso a nuevas formas de producción ya no exclusivamente material, sino cultural y simbólica de la ciudad.

Lo anterior no excluye la vigencia que aún tiene la autoconstrucción como metodología de trabajo de gran parte de las organizaciones sociales alternativas en lo local y lo barrial, sino que amplía su alcance y concepción a nuevas dimensiones que trascienden lo físico y plantean nuevos retos y paradigmas de trabajo.

 

Cuando nosotros llegamos había un espacio que no era nada apto para la práctica deportiva, pero nosotros empezamos a recuperarlo y a arrancar ese proceso en el cual se diera esa inclusión deportiva a los chicos, chicas, niños, niñas y jóvenes ahí en el territorio donde no tenían, digamos, la oportunidad sus padres de pagar un proceso de formación deportiva. Pues, a través de un proceso de reciclaje y de la separación adecuada desde la fuente de los residuos sólidos, buscamos que los padres llevaran esos residuos como parte del trueque para su formación deportiva. Entonces de esa idea, de ese amor hacia el deporte y hacia salvar la tierra y darles como esa educación, se crea esta idea del club deportivo La Roma – Fútbol Popular, Fútbol Consciente. (La Roma FPFC, 2020)

 

Desde nuestra experiencia de trabajo, y en el diálogo realizado con diversos colectivos urbanos y organizaciones, hemos identificado algunas características básicas de estas formas de producción colectiva del hábitat y del territorio. En primer lugar: la búsqueda de soluciones locales a los problemas globales, hoy cada vez con una mayor presencia en nuestros espacios y territorios; en segundo lugar: la búsqueda de la autogestión, pero, sobre todo, de la reivindicación de la autonomía social en los procesos de producción colectiva del territorio; en tercer lugar: la emergencia de un nuevo lenguaje surgido desde la experiencia sensible, que busca ponerse a la par con otros lenguajes de corte racional o abstracto.

Y si bien muchas de estas prácticas pueden ser vistas e incluso reivindicarse a sí mismas como apolíticas, porque no tienen una vinculación con las figuras convencionales de los partidos y del activismo político, no se pueden entender per se como un rechazo a la política, sino como una búsqueda de nuevas formas para ponerla en práctica, fundamentada en el cuestionamiento del orden establecido, de carácter hegemónico y homogeneizador, y en la búsqueda y reivindicación de la diferencia (Bravo, 2010). De cierta forma, no se trata en estos ejercicios de la búsqueda de «grandes diseños y relatos políticos que se despliegan en planes ideales», sino de un ejercicio de la «política como artesanía» (Arribas Lozano, 2014, p. 3).

 

2.1.   La búsqueda de soluciones locales a problemas globales

 

La búsqueda de soluciones locales a la crisis social, ambiental y cultural global del modelo de desarrollo capitalista otorga, como se mencionó en el capítulo anterior, un carácter cosmopolita a las organizaciones, las expresiones y los procesos sociales alternativos de base territorial, que muchas veces es pasado por alto. Nos encontramos con experiencias que buscan soluciones desde la agroecología o la gestión social de residuos, entre otras prácticas, para el diseño de alternativas que rompan con las relaciones de dependencia con instituciones y capitales externos al territorio.

En gran medida, estas alternativas surgen como producto del abandono e incapacidad institucional y la búsqueda de las capacidades locales para solventar dicha situación. Y si bien sus alcances en términos materiales pueden ser limitados, se constituyen en laboratorios de exploración que abren nuevas oportunidades para repensar el futuro de las comunidades y la sociedad en su conjunto.

 

Bazero es una organización que busca darle soluciones a lo que la administración a veces se ha quedado corta por el tema de la burocracia o el tema normativo que impide que las administraciones puedan apoyar, dar recursos o realizar acciones afirmativas. En este caso eran enfocadas al tema de los reciclados. Bazero surge con la necesidad de hacer una intervención que favorezca a la comunidad. Nosotros veíamos el tema del relleno sanitario Doña Juana y el tema de los recicladores de oficio que la gente muchas veces… pues eran muy despectivos con ellos. Inclusive pues se hablaba de ‘desechables’ y demás formas despectivas hacia ellos, y decidimos hacer algo. Nosotros desde la parte profesional cómo podemos aportar un granito de arena del conocimiento que tenemos aplicado al contexto y al terreno. (Bazero, 2020)

 

Abandono e incapacidad institucional

 

En nuestro contexto existen 2 grandes procesos urbanos que definen y redefinen el desarrollo de la ciudad, que se superponen y frente a los cuales la institucionalidad urbana ha tenido poco éxito en su gestión. Por una parte, está el proceso de ocupación y construcción popular de la vivienda que abarca fácilmente más de un tercio de la ciudad, el cual se produce por fuera de las normatividades y del acceso a servicios básicos urbanos. Este proceso, que se presenta en especial en los territorios de la periferia urbana, si bien soluciona el problema fundamental de acceso al suelo y a la vivienda de grandes sectores de la población expulsada del campo o de la ciudad, se consolida en torno a grandes déficits habitacionales y de servicios para los cuales no tiene la capacidad de dar respuesta por sí mismo.

Por otra parte, se han venido acumulando conflictos socioambientales producto del modelo de desarrollo urbano desigual vigente y de procesos de cambio ambiental global que han comenzado a incidir en la vida cotidiana y en la sensibilidad de los habitantes de la ciudad. La expansión urbana actual, formal e informal, ha llegado a los límites de los suelos aptos para ser urbanizados y ha comenzado a ocupar espacios expuestos a condiciones físicas y naturales de gran complejidad. Adicionalmente, las grandes infraestructuras de servicios, como los rellenos sanitarios, los sistemas de alcantarillado o las plantas de tratamiento de aguas residuales, no dan abasto y se presentan como una solución insostenible a los problemas ambientales de la ciudad a largo plazo, amplificando los conflictos ambientales en los ámbitos local y regional.

Se puede así encontrar un tejido urbano altamente fragmentado y conflictivo, con espacialidades poco definidas, intervenidas de manera parcial o directamente abandonadas por parte de la institucionalidad local, que se constituyen en focos de conflictividad y, a su vez, en espacios de oportunidad para la consolidación de nuevas relaciones sociales y ecológicas con el territorio.

 

La huerta es un espacio intergeneracional de encuentro que se da desde el enfoque del diálogo de saberes, entonces creo que esa sería como la justificación del espacio. Son propuestas de soluciones a las problemáticas socioeconómicas y socioambientales que el Estado no ha podido darles a las comunidades en general. Entonces propuestas como la de nosotros, que es la educación popular y comunitaria, que podemos solucionar cosas inmediatas que la comunidad necesita, pues esas son las propuestas que a los territorios deben llegar. (Roma Escuela, 2020)

 

El descubrimiento de las capacidades locales

 

Frente a este panorama de abandono e incapacidad institucional las expresiones colectivas y organizativas locales han asumido el liderazgo para la gestión del territorio y de los conflictos socioambientales que se han acumulado a lo largo de los años. Dado su bajo reconocimiento por parte de las instituciones y autoridades locales, la disponibilidad y el acceso a los recursos públicos para su trabajo son limitados y, en muchas ocasiones, su actividad y experiencia se niegan e incluso se persiguen al situarse por fuera de las normatividades asignadas al territorio.

Esta situación les ha exigido encontrar alternativas para el desarrollo de los procesos autónomos de gestión local, las cuales pasan, fundamentalmente, por el descubrimiento de las capacidades locales tanto en términos de las capacidades sociales de quienes habitan el territorio como de las capacidades del territorio en sí mismo en función de sus posibilidades ambientales y físicoespaciales. De esta forma, lo que era una ronda de río o un relicto de humedal abandonado y convertido en botadero de escombros se transforma en un espacio de vida y encuentro a través del trabajo colectivo desde las capacidades locales de sus vecinos y vecinas.

La exploración de estas capacidades locales lleva necesariamente a la reinterpretación de la forma en que se ocupan y usan los espacios urbanos, al cuestionamiento del modelo de desarrollo que ha propiciado y consolidado estos escenarios de abandono o conflictividad socioambiental, y a la búsqueda de otras formas o monedas de intercambio social no mediadas por el dinero, dada su escasez.

Laboratorios de exploración

 

Estas experiencias, surgidas de la búsqueda de capacidades y soluciones locales, si bien suelen circunscribirse a la gestión de territorios o espacios muy específicos y determinados, cuentan con un alcance mucho más amplio en su accionar. En este sentido, apuntan a reflexiones que abarcan el contexto de los conflictos globales desde una perspectiva localizada y convierten su accionar en una especie de laboratorio de exploración socioecológica.

La idea de laboratorio de exploración es clara porque las metodologías, las actividades y los procesos realizados por las experiencias locales no suelen recurrir a procedimientos cerrados, sino que se adaptan a las condiciones y búsquedas constantes de los colectivos y comunidades; así, son empíricas y se fundamentan en ensayos de prueba, error y retroalimentación constante de resultados. Son, adicionalmente, espacios de cocreación en la búsqueda de alternativas a las soluciones de convivencia social y urbana preestablecidas. La búsqueda de alternativas al modelo de desarrollo dominante que ha generado todas las situaciones indeseadas e irracionales en el ámbito local guía estas pretensiones, convirtiéndolas en los espacios naturales para la definición de nuevos paradigmas socioecológicos.

 

2.1.   Entre la autogestión económica y la autonomía social

 

Siento que ha habido un avance grande como en los ciudadanos en general o incluso un poco más allá. O sea, creo que todo el mundo se dio cuenta de la necesidad o entendió como ‘ah, sí, es que la comida no viene de supermercados, sino que hay un proceso detrás de todo eso que yo como todo el tiempo’. Y es poder entender cómo nosotros mismos sí podemos cultivar. Creo que esta es la visión un poco a futuro… a nivel personal creo que debemos seguir capacitándonos más en cómo no depender del sistema. En cómo hacer un sistema de agua lluvia, bueno, en cómo hacer diferentes procesos en caso de que en serio otras pandemias lleguen, porque yo sí creo que el coronavirus es una cosa pequeñita y lo veía por ahí como una caricatura frente a lo que implica el cambio climático. Es algo que todavía seguimos sin aceptar y que van a venir pues cosas mucho más complejas, entonces creo que la salida a todo sí es fortalecer esos conocimientos y fortalecernos como red comunitaria, no depender de un sistema como en el que nos encontramos. (Bazero, 2020)

 

En este campo los modelos de autogestión definen en gran medida el accionar y el alcance de los colectivos, organizaciones y procesos sociales alternativos en la ciudad. En cierto punto, la autogestión, como el modelo más básico de financiación y obtención de recursos, no es suficiente y comienza a exigir nuevas formas de gestión externa o compartida de recursos que pueden llegar a comprometer la autonomía e independencia de las organizaciones en cuestión.

Sin embargo, es reiterativa la afirmación de la búsqueda por mantener dicha autonomía social, lo que lleva a ejercicios de equilibrio difíciles de sostener, pero que en cierta medida las organizaciones han logrado poner en práctica con resultados mejores o más limitados.

 

Yo llevo 28 años en trabajos de defensa y preservación en el humedal La Vaca. 28 años estamos completando con la ayuda de mi esposo, mi familia… pues en la defensa y recuperación de este bonito escenario. En ese año, estamos hablando del 2014, es bonito que al trabajo de toda una vida lleguen manos, lleguen artistas y que lleguen poetas y que llegue el obrero y que lleguen arquitectas, biólogos, ingenieros… todo el que quiera venir es bienvenido. Es un humedal de puertas abiertas porque tiene el empoderamiento de ningún otro humedal y lo decimos, modestia aparte, pero la verdad es que han estado comprobándolo las entidades. Para poder mostrar una articulación de trabajo comunitario con las instituciones es el humedal La Vaca. Y cuando hablamos de un trabajo comunitario es que realmente ha sido el fuerte en estos momentos. (Amigos Garden, 2020)

 

La autogestión y la gestión compartida de recursos

 

[…] para la repartición, por ejemplo, una vez había maíz. Entonces hicimos arepas de maíz para nosotros, para Jeisson, para Giussepe, para los que estábamos ahí en ese entonces. No alcanzamos a vender, por el momento. (Roma Escuela, 2020)

 

La búsqueda de la autogestión es el resultado del abandono, incapacidad y negación institucional de los espacios y procesos sociales locales, así como de las limitaciones económicas bajo las cuales se desenvuelven las experiencias colectivas y organizativas. De cara a esto, la búsqueda de recursos locales es el primer paso para solventar la situación y avanzar en los procesos de transformación del espacio urbano.

 

En temas de gestión nosotros no hemos contado con mucho presupuesto. Ha habido ciertos apoyos, por ejemplo, cuando avanzamos a la huerta, en temas de mano de obra nos apoyó una red que se llama Kolumbien y nos apoyaron asistiendo a la huerta, descapotando el territorio y nos ayudaron con unas herramientas. Nuestro objetivo del colectivo ha sido siempre ir trabajando todos juntos y demostrar que entre todos podemos sacar el tema adelante. (Colectivo Pentagrama – TA, 2020)

 

Pero hay un punto en el que la autogestión llega a sus límites, dadas las mismas capacidades para el logro de los propósitos que se trazan quienes integran los procesos colectivos. Esto hace que sea necesario avanzar a otras formas de sostenibilidad no exclusi- vamente autogestionarias. Surgen aquí procesos de gestión compartida, tanto con agentes locales como externos e instancias institucionales, que permiten apropiar nuevos recursos y ganar espacios de reconocimiento social.

Por otra parte, se pueden encontrar desarrollos duales, en los cuales los procesos sociales y colectivos buscan o logran financiarse mediante iniciativas económicas asociadas, pero diferenciadas del proceso colectivo territorial en sí mismo. Empresas o emprendimientos con los que se busca, por una parte, mantener activos económicamente a los integrantes de los procesos colectivos en espacios cercanos a los procesos sociales y, al mismo tiempo, reinvertir las ganancias obtenidas para el fortalecimiento de las experiencias locales.

 

Uno debe hacer estas acciones de corazón, pero también debe buscar la forma de financiarse, porque sin ánimo de lucro, pero también sin ánimo de pérdida, porque de todas maneras esto se debe financiar. Por eso es que primero les apostamos a las intervenciones en los barrios, motivando a las juntas que apostaran a esta idea y que invirtieran dinero en esto y por ese lado algunas nos copiaron y otras no. Exploramos esa vía, pero también nos tocó buscar otra salida. Luego nos centramos en el tema de los talleres… no es tan fácil porque todo el mundo quiere la educación, pero pues no quiere dar un peso por ella, entonces es difícil. Y por eso empezamos a apostarle a ‘gotas de aceite por litros de agua’, que vimos la oportunidad de tener unos recursos ahí, haciendo acciones que puedan fortalecer el tema ambiental y poder generar un recurso que pueda darle una sostenibilidad a Bazero, y le estamos apostando a eso. (Bazero, 2020)

 

Esta experiencia de desarrollos duales también se replica en el colectivo La Roma FPFC:

 

Hay algunos procedimientos que nosotros les enseñamos a los deportistas, los cuales no necesitan utilizar una maquinaria especial. Nosotros también llevamos unos talleres de capacitación precisamente para que los padres de los deportistas también puedan. Nosotros básicamente hacemos la transformación de los residuos, somos los profesores. También llevamos unas capacitaciones, las cuales algunos padres o deportistas toman, y ellos en ocasiones, cuando tenemos producciones grandes, son asistentes ahí en el proceso productivo. Hacemos manillas, llaveros, calendarios, placas, señalizaciones… y todo eso se reinvierte en las escuelas. Ese es el modelo de autogestión de la escuela. (La Roma FPFC, 2020)

 

La búsqueda de la autonomía social

 

Si bien los procesos de autogestión, gestión compartida de recursos y otras formas de gestión externa hacen parte del repertorio de trabajo de los colectivos y procesos sociales que apuestan por la transformación del espacio urbano, y se utilizan de acuerdo con las circunstancias y visiones de trabajo propias de cada organización, un principio que no se negocia en el marco de estos procesos es el de la autonomía social.

 

Lo que he aprendido haciendo proyectos es que lo institucional está ahí para aprovecharlo. Las becas, los estímulos… desde ahí se gestiona. Y a veces son aparatos demasiado pesados, entonces hay que dejarlos a un lado, pero hay que utilizarlos como en la medida de lo posible y Dorita me lo ha enseñado. Dorita sabe que, listo, aquí está Corabastos, aquí hay una institución. Y que esa institución es una oportunidad; pero cuando no queremos que esté, no queremos que esté y ya. (Amigos Garden, 2020)

 

La autonomía se da en el sentido de que las decisiones y la dirección de los trabajos son definidas por los integrantes y comunidades locales, independientemente de los niveles de reconocimiento o financiación que tengan por parte de otros agentes sociales, institucionales o económicos. Esta idea de autonomía rompe con el enfoque jerárquico y vertical sobre el cual las instituciones o las organizaciones formales suelen actuar en el territorio y exige la concepción de formas organizativas y de toma de decisiones horizontales o de abajo arriba.

En cierta medida, la búsqueda de la autonomía social en los ámbitos local y territorial resulta en una dilución de los liderazgos individuales, dado que pueden generar dependencias indeseadas o dichos liderazgos se camuflan en medio del trabajo colectivo en la búsqueda de configurar otras formas de liderazgo colectivo. Si bien esta búsqueda no significa el fin de los liderazgos individuales, sí dificulta su encuentro y exige la realización de diálogos y acuerdos ampliados que involucren al conjunto o a una parte importante de los agentes de transformación local.

 

El problema es que muchas veces los liderazgos chocan entre ellos por problemas de egos; procesos como el de la huerta de nosotros pueden ser un ejemplo o algo diferente a lo que ha pasado últimamente. Y es un espacio en donde pueden surgir muchas cosas que, potenciadas entre sí, son ideas más fuertes. (Colectivo Pentagrama – TA, 2020)

 

Limitaciones y dependencias

 

A pesar de todo el esfuerzo, el trabajo y la apuesta por la autogestión, la gestión compartida y la autonomía social en los procesos locales de cambio que buscan consolidar su independencia con respecto a otras formas o agentes institucionales o institucionalizados, la realidad es más compleja. Existen, en la práctica, dependencias a las que se deben enfrentar en medio de un entramado económico, social, urbano y territorial interconectado que no permite su aislamiento en cuanto a las dinámicas y los intereses externos o globalizados.

En este sentido, cada cambio de administración y de sus políticas públicas asociadas tiene un impacto significativo en la dinámica de los colectivos, procesos y organizaciones locales, bien sea porque se facilita o dificulta el acceso, así sea marginal, a los recursos públicos para la financiación de estos proyectos o porque se dan otras dinámicas de reconocimiento, desconocimiento, negación o incluso persecución institucional que inciden de manera directa en su desarrollo.

Hasta el momento, y con la experiencia que nosotros hemos tenido aquí, primero es un manejo de cada alcaldía y cómo se la juega a nivel distrital. Entonces el auge que tuvimos en la administración de Petro y todo lo que Petro pues tuvo en su proyecto fue lo que les permitió a muchos procesos surgir y otros potencializarse. Y bueno, después llegó la alcaldía de Peñalosa y como toda esta parte ambiental y social quedó replegada. Y ahorita, de lo que llevamos de esta nueva administración, está ahí empezando como a caminar de a poquitos con todo lo que está pasando últimamente, pero pues se ha podido trabajar tranquilamente. Y a nivel local también va ese juego. (Roma Escuela, 2020)

 

Esta relación inevitable con respecto a las dinámicas externas define, en mayor o menor medida y de acuerdo con los desarrollos organizativos de los procesos territoriales, su dinamismo y crecimiento. Y exige, además, el establecimiento de estrategias de articulación y, aquí sí, de resiliencia frente a los embates externos de la política y la economía, en las que las relaciones con la institucionalidad se limiten o desarrollen de manera fundamental en un nivel utilitario. Por otra parte, eventualmente se busca la incidencia en escenarios de participación política o institucional, con el cuidado de mantener la autonomía y no comprometer en las políticas externas, ni de manera profunda, los procesos territoriales.

 

Lo institucional es algo para poderlo, digamos, aprovechar en el buen sentido. Lo primero que hay que entender es que lo institucional es algo necesario, como cuando uno dice: ‘A mí no me gusta la política, pero es un mal necesario’. Tal cual es el tema de cuando se trabaja en estos colectivos, las organizaciones de base, las comunidades. Hay mucha terquedad en algunos espacios donde se dice: ‘Es que nosotros, la comunidad, no queremos a las instituciones, al funcionario para nada porque nos bastamos solos’; se están perjudicando. Porque eso es un mal necesario y todos debemos estar unidos por un mismo fin. Y cuando estamos en ese fin es cuando se unen para trabajar. […] está la institución e independientemente de cuál sea tiene a cargo el manejo de nuestros recursos. Se los otorgan para que los administren. Y nosotros, al saber que allí está nuestra participación o está lo económico, ¿cómo podemos aprovechar esa parte, esa participación? Entonces todo esto se trata de llevar una muy bonita relación: la comunidad, los colectivos y las organizaciones con lo institucional. Y cada uno dentro de su papel cumpliendo el rol que le toque y haciendo esas articulaciones llegando a consensos. (Amigos Garden, 2020)

 

 

2.1.     El lenguaje de lo sensible

 

Los procesos barriales y colectivos se han respaldado mucho en el trabajo cultural y el trabajo artístico. Yo creo que responde también a una violencia desatada, una violencia que para nadie es secreta en este país, donde a quien piensa diferente se le va persiguiendo. Y el arte y la cultura han sido también un respaldo importante para poder hacer trabajos barriales. (La Creactiva, 2020)

 

En nuestro contexto, lo que llamamos un lenguaje de lo sensible surge de 2 situaciones concretas: por un lado, la represión urbana, que ha sido un ejercicio histórico de dominación sobre las organizaciones y los procesos sociales por parte de poderes hegemónicos y, por otro, el desencanto frente a los discursos del desarrollo, de fuerte arraigo en la institucionalidad política, que ha llevado a la búsqueda y exploración de otros lenguajes fundamentados en el conocimiento sensible de las personas y comunidades.

 

Ese vivero… el vivero que nos sirve como de excusa. Volvamos a revivir, volvamos a revivir como el ave fénix, rescatemos la vida que ha estado cubierta. Pero también esa vida sigue pululando y puede expandirse a muchas otras áreas… y es como ver las semillitas que llevamos ahí nosotras las mujeres de antes, guardadas; vuelven a aflorar y esas las seguimos reproduciendo y se llevan a otros escenarios, a otros humedales… pero solamente hablando de las semillitas de las plantas, no. Son semillas que siguen llegando y siguen construyéndose. (Amigos Garden, 2020)

 

Ecos de la represión urbana

 

Existe un ejercicio histórico represivo en nuestro contexto que ha perseguido de manera abierta u opaca, mediante el ejercicio de la violencia, a las fuerzas sociales que han buscado la transformación de las realidades políticas, ambientales o territoriales. Esta represión ha sido legitimada, o se ha aceptado de manera explícita o ambigua, por la institucionalidad política y económica. Adicionalmente, esta legitimación del ejercicio de la violencia ha llevado a que se replique su uso desde otros agentes sociales en la búsqueda del control socioterritorial, así como de la ruptura de procesos de cambio en la ciudad.

En la práctica la posibilidad del encuentro, así sea informal, en los espacios urbanos y colectivos, la posibilidad de manifestarse políticamente, la posibilidad de apropiarse del espacio urbano o la posibilidad de oponerse a intereses económicos sobre los territorios son perseguidas y reprimidas por agentes a veces más o a veces menos visibles y reconocibles por quienes habitan el territorio. A esto se suman las dinámicas de corrupción o desidia institucional, lo que en su conjunto consolida un escenario adverso para el ejercicio del activismo urbano, ya sea político, cultural, social o ambiental.

 

El tema de la pandemia permitió que los distintos parches que existen se juntaran. En la pandemia demostraron que fueron actores fundamentales para la emergencia. Y digamos que de alguna u otra manera estamos viendo que tanta represión por parte del Gobierno es a estos grupos, y que está satanizando este tipo de grupos. Entonces vemos que la oportunidad de juntarse y de hacer esas acciones que realmente son visibles para la comunidad es importante. (La Roma FPFC, 2020)

 

Esta realidad incide de manera directa en la forma en que son elaborados los lenguajes y discursos de las organizaciones, los procesos y los colectivos sociales, en particular aquellos con anclaje territorial, ya que se encuentran expuestos sin mediaciones a estos agentes de represión urbana, exigiendo, para su supervivencia, evitar escenarios de confrontación frontal o abierta, o articulaciones políticas explícitas que puedan significar el etiquetado del trabajo que desarrollan.

 

Entre las organizaciones de jóvenes había un temor frente a la toma de poderes y no solo poderes dentro de la organización como para que no se empiecen a… eso se puede ver desde muchos puntos. Uno lo podría ver como una falencia, pero al final el trabajo también termina demostrando que es una fortaleza y es como… listo, no hay necesidad de protagonismos individuales dentro de los colectivos porque no tenemos esa intención de generar esos micropoderes o esos poderes individuales dentro de los colectivos; pero también hacia afuera y esa era como una discusión que se podría calcar en 2 o 3 colectivos ahí con los que yo estuve camellando, y es como, listo, está bien, no vamos a generar esas disputas del poder aquí dentro del colectivo. Está bien, estamos de acuerdo y digamos que nos acercamos a un modelo más horizontal, pero qué pasa hacia afuera… entonces tampoco queremos disputarnos los poderes con la junta de acción comunal, tampoco queremos disputarnos los poderes con los vecinos, tampoco queremos disputarnos los poderes con el edil, con la edil o con quien sea, sino que nos quedamos centrados… porque uno entiende también lo difícil. Imagínese, si ya es difícil hacer trabajo dentro de su parche, de su co- lectivo, de su organización, pues ya mucho más difícil de multiplicar ese trabajo hacia afuera para hacer trabajo con los vecinos y con la institución. O hacerles contraparte a los vecinos o hacerle contraparte a la institución. Entonces creo que también a medida que íbamos avanzando estuvimos como cercanos a procesos que sí podían tejer a unos poderes locales o a unos poderes distritales, estoy hablando específicamente de marcha o del congreso de los pueblos que tenían un trabajo algo más amplio y conectado entre los barrios. Pero, bueno, ya cuando uno se pone a analizar realmente los trabajos de los pelados al barrio, terminamos trabajando con el que nos cae bien, terminamos trabajando con el que nos copia el discurso, terminamos convenciendo a los convencidos… tendemos a cerrarnos en nuestro parche y no a relacionarnos con los vecinos.

Ya frente al trabajo territorial, pues sí queda mucho por hacer y mucho por abrirnos a disputarnos entendiendo que estamos en un país donde está gobernando el uribismo, en donde está gobernando el terror y en un país donde están masacrando a los jóvenes; entonces hay que cerrarse, hay que cuidarse… eso lo entendemos. Pero para eso también es importante el trabajo que ha hecho, por ejemplo, La Creactiva con la intención de hacer de puente entre colectivos que nunca antes se habían hablado. Hacer de puente entre trabajos territoriales que están lejos el uno del otro. (La Creactiva, 2020)

La disolución de los discursos

 

Parte de este contexto histórico de represión urba- na ha acompañado la disolución de los discursos del activismo urbano e incluso la búsqueda por no sobresalir de manera llamativa en los contextos de trabajo. También ha llevado a la indefinición de liderazgos individuales visibles y a la priorización de trabajos de transformación y disputa cultural y simbólica más prolongados pero, al parecer, más eficaces y de más difícil lectura por parte de estos intereses reactivos.

En este sentido, el hacer en el territorio y el aprender desde la experiencia adquieren un rol mucho más determinante que el discurso político convencional, y otorgan más libertad de movimiento y acción a quienes impulsan estos procesos desde la acción local. La idea de disputar la transformación social en estos escenarios se ha ido posicionando como alternativa a los ambientes de confrontación social y política más tradicionales o institucionalizados: «[…] en cuanto al tema de partidos políticos, nosotros nos hemos mantenido como muy ajenos a eso. Cada cual tiene sus afiliaciones y creo que son comunes, pero finalmente en el territorio todos tienen su opinión. Considero que cada acción que hacemos es un tema político» (Colectivo Pentagrama – TA, 2020).

De esta forma, la idea del discurso pierde validez o interés en la medida en que no tiene la capacidad real de convertirse en acción, en especial en acción local que permita el encuentro y la disputa simbólica del espacio y del territorio urbano. En este mismo sentido, el diálogo y el aprendizaje se transforman en un proceso no exclusivamente discursivo, sino sensible y experiencial.

El lenguaje de lo sensible como lenguaje común

 

Además de las condiciones particulares de represión y violencia urbana de nuestro contexto, existen otros factores que han llevado a la disolución de los discursos y a la emergencia de un lenguaje de lo sensible en los procesos locales y territoriales urbanos. El desencanto por el paradigma de desarrollo dominante sobre el que se han construido nuestras ciudades y los conflictos que ha generado, sobre la base del dominio de la racionalidad económica por encima de otras formas de conocimiento sensible, han llevado a cuestionar su efectividad.

Por otra parte, la dificultad de encontrar acuerdos o puntos en común desde los diversos discursos y posturas políticas, así como las fracturas que estos discursos suelen generar en los procesos y movimientos sociales, han impulsado a explorar nuevos lenguajes y nuevas formas de diálogo soportadas en la experiencia del espacio urbano. La idea de comunicarse a través de estas experiencias, de los saberes adquiridos en la vivencia del barrio y del territorio, ha ganado fuerza, ha comenzado a configurar un lenguaje de lo sensible.

 

El papel de las artes aquí es como una excusa… concebimos el humedal como un espacio de cocreación en el cual se hacía como invitar también a la comunidad, en especial a niños y a jóvenes a que se involucraran en estos procesos de cambiar la perspectiva sobre el paisaje, de generar nuevas cosas. (Amigos Garden, 2020)

 

Este lenguaje, además, permite potenciar y fortalecer las disputas simbólicas por el espacio urbano y cohesionar la acción colectiva, a la vez que rompe con el dominio del paradigma de desarrollo en los ejercicios de visualización de otros futuros, otorgando mayor relevancia a temas relacionados con la calidad y vitalidad de la experiencia social, ambiental y de vida de quienes habitamos los territorios. El resultado es un lenguaje que no busca imponerse o posicionarse como un discurso hegemónico.

El espacio colectivo y concreto de realización de las organizaciones y los colectivos se constituye, de esta forma, en el elemento fundamental de este lenguaje común, en el elemento que cohesiona, antes que otras posturas ideológicas o abstractas más comunes en los discursos políticos y del desarrollo institucionalizados.

 

Segundo capítulo extraído de: Territorios Posibles. Adaptaciones locales a conflictos globales escrito por: Adrián Cárdenas Roa    Asistentes de investigación: Diana Rodríguez Romero y Angélica Paola Luna  publicado en la Revista: Ideas Verdes, Análisis Político de Bogotá/Colombia.