JATUM AYLLU AMARETE DE LA NACIÓN KALLAWAYA: CONMEMORANDO SUS RESISTENCIAS Y REEXISTENCIAS Por Mario Rodríguez Ibáñez

Nuestros pueblos originarios conmemoran sus luchas y sus resistencias siempre desde la reexistencias, es decir con fiesta, con encuentro, con música, con danza, con comida, con comunidad en constante regeneración de la vida. En noviembre de cada año las personas, no sólo humanas, se congregan en el poblado principal de Amarete para eso, para conmemorar celebrativamente la resistencia a la invasión colonial, confirmar la elección de autoridades – que entrarán en funciones en enero-, realizada por sistemas de rotación de cargos, y restituir los lazos comunitarios. Es reocupando el territorio con sabidurías, sus vestimentas, sus músicas, sus danzas, sus comidas, sus rituales y su incorporación de la ancestralidad que se reexiste, que es la mejor manera de resistir.

El Jatum –o Athun- Ayllu de Amarete es parte de la nación Kallawaya y está conformado por dieciocho ayllus, la mayoría de ellas están ubicadas en las cabeceras de valle: Moyapampa, Jotahoco, Sorapata, Sayhuani, Tacachillani, Viscachani (San Iqui, Villarroel, San Felipe, Chacahuaya), Atique, Carpa, Saphichuru, Huato, Llachuani, Chullumpini, Wancarani, Altarani. Según datos oficiales el 97% de su población, de más de seis mil habitantes, tiene el quechua como idioma materno, el 2,5 el aymara y solo el 0.5 el español.

 El pueblo Amarete está ubicado en las faldas del cerro sagrado Isqani. Desde ahí bajan las comunidades, las autoridades salientes y entrantes con música y fiesta, como trayendo a los apus (montañas sagradas que tienen autoridad del territorio mayor), para que se hagan presentes en la convivencia. Lo “sagrado”, los ancestros y ancestras, las plantas, los animales, las comunidades humanas se encuentran y reexisten tejiendo sus vínculos comunitarios.

El Jatum Ayllu Amarete es parte de la nación Kallawaya, uno de los pueblos más notables en el mundo por su sabiduría herbolaria y de medicina tradicional. Un cúmulo de sabidurías hoy más necesarias que nunca. Unas maneras de entender la salud y la medicina más acordes con estos tiempos, sabidurías que vienen del antes pero que son más contemporáneas que muchas medicinas que se consideran “modernas”.

 

 

En las imágenes que vemos y que fueron tomadas en el año 2.016, y que hoy recuperamos, se puede observan parte de esa conmemoración. De manera coincidente se celebra la instauración del territorio ancestral de Amarete, la resistencia a la invasión colonial y la confirmación de las autoridades que asumirán cargo por turno rotativo. En las mismas se pueden ver diversas expresiones autóctonas y originarias en danza y música como el los pinkillus, mohoceños, los muyu,  linrus, los Montoneros, el Chatre, los Chunchus y los Kantus.

Uno de los momentos más maravillosos ocurre cuando los diferentes ayllus compartes comidas en la plaza principal, se trata de sopas que se van invitando y compartiendo en procesos de reciprocidad. Es una manera de seguir tejiendo lazos y convivencias.

Así se existe, se reexiste, se rehabita sostenidamente el territorio y se evidencia desde la vida misma, que otros mundos son posibles, que no vivimos la fatalidad del destino de un mundo hegemónico que nos lleva hacia la cancelación de la biodiversidad y la plurinacionalidad, sino que, desde lo existente, tercamente reexistente, otros modos de vida siguen brotando cíclicamente para vigorizar las alternativas posibles desde lo que somos y en diálogo con el mundo contemporáneo.