FLORECIENDO COMO CHACRAS: ASÍ FUE NUESTRA PRIMERA FERIA CULTURAL EN ALTO VILLAR (SUCRE) Por: Mario Rodríguez Ibáñez.

Las ciudades, al menos las fundadas a partir de la invasión europea en nuestro continente, se erigieron como enfrentadas al mundo rural y campesino, como lo opuesto. De un lado el lugar del poder, del progreso, de lo educado y civilizado, de los exitoso. Del otro lado, el atraso, la tierra, el trabajo dura, la vida medio salvaje y animal, lo que hay que superar y abandonar. Esta oposición se consolidó en la medida de que las ciudades coloniales se erigían como avanzadas militares penetrando en territorios enemigos, aquellos que eran desposesionados de sus originarios habitantes. Las ciudades se cerraban al mundo rural, pero necesitaban de ese mundo al que penetraban para extraerle algún recurso saqueable, así que los dejaban llegar a sus márgenes para que traigan alimentos indispensables para las familias ciudadanas.

Más de cinco siglos después, las ciudades siguen reconfigurando segregaciones sociales, estratificaciones, oposición al mundo campesino. Se tiñen en discursos y prácticas racistas que justifican estructuras injustas y desiguales.

Y, sin embargo, esas mismas ciudades no pueden vivir sin la población que llega del campo, tan indígena como el nuestro. Oleadas migratorias alimentaron de mano de obra a las ciudades, de constructores de casas, de comerciantes que garantizan las redes de abastecimientos, de artesanas de variados objetos, de reparadores de todo, de transportistas que recorren las venas urbanas, de culturas y vivencias que desde esos márgenes rehabitan las ciudades y las hacer plurinacional, complejas, abigarradas. Sabidurías y horizontes civilizatorios otros que nos muestras que los mundos no son unos y homogéneos, sino diversos y múltiples, desequilibrados y asimétricos. En esos márgenes emergen resistencias y re-existencias, desde sus propios modos de vida y sus tercas maneras de vivir.

Son ciudades, pero en ella rebrotran chacras campesinas y en ellas no solo alimentos, sino dignidades y esperanzas.

Así es Alto Villar, cerca de Kucho Tambo, donde Sipas tambo ha asentado su trabajo desde el año 2.020, en plena cuarentena y emergencia sanitaria. Los Tejidos de Cuidados nos llevaron a esa zona, luego empezamos a trabajar con los niños y niñas, poco a poco las mamás se aproximaron y retomamos trabajos de crianza de la chacra y de semillas, las familias enteras se empezaron a vincular y así comenzamos a conversar con las dirigencias. Ya para inicios del 2.021 en esas conversaciones se decidió organizar nuestro primer Purak Tambo en la zona, feria cultural itinerante. Fue el domingo 28 de marzo.

Ese día llegamos con Santos, como parte del acompañamiento del equipo nacional de la Red de la Diversidad, a Sucre. Llegamos en flota temprano en la mañana. Luego de un desayuno y un baño nos fuimos hasta Alto Villar. Era la primera vez que íbamos para ese barrio. Sabíamos que era lejos del centro de Sucre, pero no pensamos que tanto. Nos recibieron tres niños: Ariel, Roberto y Santiago. Los guiaron hasta la feria, pero fundamentalmente nos introdujeron a ese mundo fascinante medio ciudad, medio retoma indígena campesina de lo urbano. Ese rehabitar de la chacra, de las culturas, de las sabidurías populares, del cuidado y la comunidad. Terreno fructífero parta la vida. El paisaje teñido de tiempo de cosecha. Cosecha que invita al encuentro abundante. Y así de abundante y rico fue el Purak Tambo.

Nos abrazamos y tejimos con los niños y niñas, las mamás y los papás, las familias del barrio. También con otras organizaciones hermanas del Tejido de Cultura Viva Comunitaria como las Kachamozas, el Circo Gelatina, el Quepi del Trueque y otros, Niños de nuestro trabajo, como Sipas Tambo, de Villa Flores, otro de los territorios de acción.

Fue un lindo e intenso encuentro, más allá de los confinamientos. Aquí un pequeño video que muestra ese encuentro. Que lo disfruten, vale la pena.