Papá Roncón, nacido con el nombre de Guillermo Ayoví Erazo el 10 de noviembre de 1.930, tiene el sonido de la marimba acompasada al latir de su corazón. Herencia africana, de dolores y de resistencias, de identidades y de emancipaciones. La marimba se asentó en el continente inevitablemente ligada a una historia de indignaciones y dignidades.
Papá Roncón se erigió en el ícono de la marimba ecuatoriana. Empezó a ser conocido en la década de 1.970 y generó su propio estilo que lo llevaría a pasear su música en su pueblo, los territorios cercanos, el Ecuador y buena parte del planeta. En el año 2011 recibió el Premio Eugenio Espejo por su contribución a la cultura ecuatoriana a través de la práctica y la enseñanza de la marimba y bailes tradicionales. Él es el fundador de la escuela de la cultura tradicional ‘La Catanga’, en la provincia de Esmeraldas, centro que trabaja en la difusión de la cultura popular afroecuatoriana en la región. Junto a su esposa Grimalda, con quien comparte su vida desde hace más de 50 años, tiene 10 hijos, 14 nietos y unos 8 bisnietos.
Era finales del año 2.020, estábamos viajando con un equipo de trabajo de Cultura Viva Comunitaria de Ecuador, nuestro destino era la ciudad de Esmeraldas. Habíamos salido en la madrugada para llegar temprano. Dormitábamos en nuestro transporte y la compañera que apoyaba en la logística, danzarina de ritmos afroecuatorianos también, que provenía de ésta región, se le ocurrió hacer detener el auto para desayunar en un puesto de carretera. Bajamos adormilados todavía. Estábamos a la entrada de Borbón, un pequeño poblado de la provincia Esmeraldas. El desayuno fue magnífico y nos elevó el entusiasmo y las conversaciones. Ya nos paramos para continuar trayectoria, cuando la misma compañera nos habló casi al oído, “creo ese señor es Papá Roncón”.
Yo ya había escuchado hablar de ese legendario músico de la marimba ecuatoriana, ya había escuchado bastante de su música que había incluido en algunos de los programas de nuestras radios. Así que miré en dirección de dónde nos señalaba ella. Al caer en cuenta de quién era la persona, que sentada en una silla, al costado del puesto donde habíamos desayunado, esperaba el suyo, me embargó una profunda emoción y un halo de dignidades se hizo presente en ese amanecer. Creo que todo el equipo con el que viajábamos sintió algo parecido. Nos quedamos un poco atónitos por esa presencia. Me atreví y me aproximé a marimbero, me presenté y le dije que venía de Bolivia, que su música estaba entre mis predilectas y que me encantaría hacerle una nota breve aprovechando ese casual encuentro. Asintió, pero dijo que estaba comprando el desayuno para su familia y que una vez que se lo entreguen, nos llevaba a su casa para conversar y mostrarnos su pequeño museo. Nos fuimos felices, sintiendo que era una oportunidad, un encuentro que nos regalaba la vida.
Otro de los compañeros sacó su cámara y así nació esta nota. Vino la emergencia sanitaria, las cuarentenas y los encierros, las grabaciones quedaron guardadas y sin tocar. Hoy, estuve escuchando la música de Papa Roncón, ese sonido de libertad e identidad, me dije es el momento de hacer la nota y salió este video corto, sin grandes ediciones, sentí que debía salir con el aire de ese encuentro maravillosamente casual. Papá Roncón nos abrió su casa, nos paseó por Borbón, lugar que nunca abandonó a pesar de la fama, nos señaló la casa de su nacimiento, pero fundamentalmente nos dejó ese aire de cultura viva, de sabiduría, de dignidades… La marimba suena a eso, a dignidad, a Papá Roncón y el latir de su corazón.
24 de marzo 2021