RETROSPECTIVA I TEATRO, POLÍTICA Y AUTOGESTIÓN. LA COOPERATIVA LA COMUNITARIA (ARGENTINA) Y EL TEATRO JUSTO RUFINO GARAY (NICARAGUA)

La génesis del teatro latinoamericano tiene profundas e imbricadas raíces, ello implica pensar en múltiples influencias, sentidos, contextos y estilos que van desde el realismo, lo absurdo, lo simbólico, el expresionismo, lo musical, hasta llegar a tendencias muy marcadas y propias como la del Teatro del Oprimido con los aportes desde la pedagogía de Paulo Freire y la dramaturgia de Augusto Boal o las ideas del italiano Eugenio Barba, el teatro es vida o muerte, o los aportes del colombiano Enrique Buenaventura en hacer del teatro un cuestionamiento a la historia misma y no solo su recreación.

Y podríamos ir descubriendo venas riquísimas en esa historia de las tablas y puestas en escena, pero, nos desviaríamos del propósito de estas líneas, el hablar del aporte cultural, político y de autogestión, desde el quehacer teatral de La Cooperativa La Comunitaria, en Argentina, y del Teatro Justo Rufino Garay de Nicaragua.

La Cooperativa La Comunitaria, en el Partido de Rivadavia, Provincia de Buenos Aires, es una experiencia, social, económica, política y artística nacida del Grupo de Teatro Comunitario de Rivadavia, su trabajo rebalsó el plano artístico interviniendo de manera concreta en el territorio, disputándose la gestión de los bienes comunes, proponiendo otra gestión en lo económico y el poder.

Su matriz teatral está presente en todo momento, llegando tener puestas en escena con alrededor  de doscientos participantes, toda un proeza de trabajo colectivo, entendimiento y sincronización para trasmitir mensajes que van desde el vínculo y cuidado del medio ambiente hasta la reflexiones  históricas y sistémicas como el avasallamiento del capitalismo en las formas de vida.

Entre horizontes trazados y acciones concretas de La Comunitaria podemos mencionar la serie de talleres en formación artística que van desde el teatro, danza, murga, canto, títeres, literatura diseño, y más; complementando con talleres de oficios o técnicos como carpintería, cerrajería, electricidad, peluquería, informática y otros. Sus actividades formativas se complementan con gestión, realizando encuentros, congresos, festivales, al tiempo de brindar servicios de apoyo en equipamiento, sonido iluminación y demás.

Lo mencionado gira en torno a la idea de la ayuda mutua entre las y los vecinos y asociadxs. De   estas líneas que resumen bastante su trabajo veamos su participación en el pasado Festival por la Dignidad de los Pueblos.

Otra experiencia digna de reconocimiento es la del Teatro Justo Rufino Garay en Nicaragua con más de cuarenta años de trabajo en las artes teatrales y escénicas como la televisión y cine.

En la segunda fase de la Revolución Sandinista, que comprende de 1979 a 1990, hubo una ola masiva de “voluntarios internacionalistas” que arribaron a Nicaragua, entre ellos dos jóvenes mexicanos: Lucero Millán y Enrique Polo, ambos ya con estudios realizados en literatura y teatro en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Tras dos meses de su llegada Lucero Millán fundó el Teatro Justo Rufino Garay; fue un estudiante de derecho de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), tras concluir sus estudios luchó contra la dictadura somocista muriendo en combate el 4 de julio de 1979, en honor a él se da el nombre a la escuela de teatro fundada por Millán.

Desde entonces el trabajo teatral ha marcado no solo a varias generaciones de actores y actrices nicaragüenses, sino también, son la representación del trabajo cultural como forma de expresión política y critica, especialmente en los últimos años donde Lucero Millán tuvo que dejar Nicaragua por amenazas de muerte.

Veamos más en detalle su historia y participación en el marco del Festival por la dignidad de los Pueblos.