Alto Pata Marka fue donde se instauró la guerra comunitaria de ayllus en 1781, con Julián Apaza (Tupaj Katari), Bartolina Sisa y el ejército aymara contra el sistema colonial español (Quispe, 1988). El Alto fue el cuartel general donde se desarrolló la emancipación aymara por la independencia y el autogobierno indio.
El Alto es producto de la sociedad yuxtapuesta, entre la sociedad blancoide hacendada y la sociedad aymara campesina. En ese sentido, El Alto desde su inicio fue habitado por las comunidades aymaras de Charapaqui, Yunguyu, Qullpani, Ingenio, Kupilipanca, San Felipe de Siq’i y JichhuSirka (Ali, 2016). A su vez las haciendas eran propiedad de las familias blancoides de Julio Téllez, Jorge Rodríguez Balanza, Adrián Castillo Nava, Raúl Velasco, Francisco Loza y Zalles.
Así también, El Alto en su proceso de constitución, fue concibiendo distintos nombres basados en el imaginario social aymara. La primera generación aymara migrante fue denominada como: “Alaj Pacha (Tierra en el cielo). Posteriormente fue denominado con el nombre de Cruz Pata (Cruz de Arriba) para finalmente ser llamada Alto Pata Marca (Pueblo de Arriba)” (Fernández, 2001).
Por otro lado, en la ciudad aymara, el proceso de migración o movilidad social fue sustancial para ocupar el espacio territorial. Además, tanto la ciudad de El Alto como la Ciudad de la hoyada (La Paz y Chikiyawu) han estado estrechamente ligados y articulados. En tal situación, tres procesos de migración fueron vitales para la urbe alteña: rural-urbana (1932-1953), centros mineros-urbana (1985) y el rebalse, los mega-deslizamientos en La Paz (1970-2019).
En 1985, el 6 de marzo, el Congreso Nacional aprobó la Ley N° 728 que crea la Cuarta Sección Municipal de la provincia Murillo, con su capital El Alto. Y en 1988 es cuando se promulga la Ley N° 1014, elevando a El Alto al rango de ciudad.
En esta urbe, el porcentaje de crecimiento poblacional fue en ascenso, por distintos factores de migración y por la construcción de un imaginario social urbano de mejores servicios básicos y de ascenso económico.
En la actualidad, en términos de población, El Alto es la segunda ciudad más poblada de Bolivia; a 2020, esta ciudad cuenta con aproximadamente 943.600 personas, después de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, que tiene un total de 1.454.539 (INE, 2012). También El Alto superó a la ciudad de La Paz, que cuenta con una población de 766.468. Existen también en la ciudad aymara espacios urbanos con 842.378 personas y espacios rurales con 1.556 personas, en los que ambos forman parte de esta gran urbe. Cabe mencionar que existen personas con doble residencia que cohabitan en ambos espacios territoriales: El Alto y las diferentes provincias del departamento de La Paz.
De acuerdo al censo de la gestión 2012, la ciudad de El Alto en relación a la lengua registra 72,1% que habla castellano, 26,2% que habla aymara, y 1,14% que habla quechua (INE, 2017). Por lo que se puede señalar que existe una reducción con respecto al proceso de aprendizaje de la lengua originaria, a causa de que los padres y madres que no la socializan en su cotidiano vivir a sus hijos/as.
Así también, en el municipio de El Alto existen más mujeres que hombres. Según el censo del 2012, la población por sexo se divide en 51,4% que son mujeres y 48,6% que son hombres (INE, 2020). Por grupos de Edad, el municipio de El Alto puede considerarse como una ciudad joven, porque se observa que el 54,2% de la población es menor de 30 años. Otro dato importante, a nivel económico, es el total de 380010 personas ocupadas a partir de 10 años o más por actividad económica: el 38,8% tiene como actividad principal al comercio, al transporte y a los almacenes; el 27,3% se dedica a otros servicios; luego el 20,6% se ocupa a la industria manufacturera. En total, 86,6% de la población trabaja por cuenta propia y con base en el comercio (Folleto de INE, 2017).
La identidad aymara en El Alto es un elemento importante, porque los migrantes aymaras lograron poblar y constituir junto a sus hijos esta ciudad, dando así una configuración del espacio urbano con distintas problemáticas sociales y económicas. La autoidentificación en El Alto, según el censo de 2001 es: “(…) de origen aymara con una marcada influencia de esa cultura del 74%, frente a un 6 %, de identificación quechua, y un 19 % que no se identifica con ningún pueblo originario” (Méndez, 2007: 29).
El Alto expresa lo Plurinacional por su formación social abigarrada y yuxtapuesta. En los momentos constitutivos e históricos, El Alto se convirtió en una sociedad en movimiento por La Guerra del Gas (2003) y la defensa de la Wiphala y la dignidad de las mujeres de pollera (2019), ya que buscó consolidar, en primera instancia, los intereses del país como la industrialización de los recursos naturales.
Finalmente, la ciudad aymara, a 36 años de su creación (1985), tiene gran futuro en la innovación, la creatividad, la robótica y el desarrollo de aplicaciones, dispositivos, software, por lo que se debe invertir en su capital humano, consolidar un “Plan Bohan”, basado en la ciencia y la tecnología, que consolide un parque industrial (Alejo, 2021) y una zona que pueda asimilarse de alguna manera a la de Silicon Valley. Existen en la actualidad, jóvenes aymaras vinculados a la robótica como es el caso de Roly Ronald Mamani, Israel Ramos Cuentas (ambos construyen prótesis robóticas), entre otros. A esto se refirió el economista paquistaní Mahbud UI Haq: “(…) que si Bolivia tiene un futuro es en El Alto, allí he encontrado ‘skill’, habilidades en la gente, entonces ustedes tienen que invertir en El Alto más que en el gas”.
Jesus Humerez Oscori es sociólogo alteño aymara.
Fuente: https://jichha.blogspot.com/2021/03/el-alto-la-ciudad-aymara-urbana.html?fbclid=IwAR3GAuLjQS07lD9VYdSVeryRQNErnXaXMlt_880lWhA4dWRRpKSuFvHpwEQ