BOLIVIA Y EL CORONAVIRUS : BRECHAS Y DESIGUALDADES Por: Raquel Romero Z.

El Coronavirus ha traspasado fronteras y ha generado un pánico mundial asolando ciudades, pueblos y territorios enteros. Ha desnudado las grandes desigualdades propias de un sistema donde la mercantilización de la vida es más importante que la sobrevivencia de la especie humana. Esta pandemia se ha llevado 28 mil vidas humanas, según cifras de la Universidad John Hopkins.

Las alertas se han encendido en todo el planeta, porque a raíz de la globalización de las comunicaciones estamos viendo la muerte en vivo y directo, tanto en China, como en Italia, Estados Unidos o México. Miles de féretros y ataúdes desfilan por nuestros ojos azorados y un sentimiento de impotencia y dolor nos domina, ante la imposibilidad de controlar esta pandemia.  

Los sistemas de salud, los más avanzados y los más frágiles han colapsado. Un ejemplo de ello es Latinoamérica con sistemas de salud pública frágiles, obsoletos y sin resguardos de seguridad en la mayoría de los casos. Esto pone en el ojo de la tormenta y visibiliza las grandes brechas y desigualdades existentes entre la medicina pública y la privada.

¿La medicina: servicio o mercancía?

La medicina se ha convertido en un bien de compra y venta al igual que un par de zapatos o una botella de singani. Hemos equivocado los caminos, dominad@s por el lucro y la ganancia.  El sistema capitalista ha arrollado los principios hipocráticos y ha establecido una visión rentista de la salud: los prestadores de servicios médicos, no todos por suerte, conciben su profesión como una forma de enriquecimiento y estatus, por ello, los pacientes adquieren el carácter de clientes catalogados por su capacidad de pago. Por ende, la salud pública no es una prioridad ya que no produce ganancias y a los Estados solo les significa gastos en inversión no recuperable. No hay suficientes hospitales de segundo y tercer nivel, los médicos no tienen insumos, medicamentos esenciales, ni instrumental básico para atender a los pacientes y menos en este caso del Coronavirus.

En las áreas rurales, los Centros de Salud, que en muchos lados los hay, son elefantes blancos, vacíos, sin personal, ni mobiliario. En un círculo vicioso, a los y las médic@s recién egresad@s no les interesa trabajar en el campo, ya que  es un servicio obligatorio que se convierte en un obstáculo y un retraso a sus pretensiones profesionales.  Si lo evaden mejor, y las poblaciones rurales, sobre todo las más alejadas, prefieren recurrir a saberes y cuidados tradicionales, realmente efectivos que les inspiran mayor confianza, frente a un personal de salud, frio y agresivo, del que no entienden su léxico y que no es una solución a sus problemas más urgentes.

La Pandemia: desenmascarando las brechas y  desigualdades

 ¿Quiénes sufren las consecuencias de este sistema tan desigual? Pues las poblaciones de escasos recursos que no pueden pagar una consulta médica privada o los servicios médicos de última tecnología que valen oro. De acuerdo a datos de la CEPAL, en América Latina solo el 34% de las poblaciones empobrecidas tienen acceso a la salud pública y en Bolivia esta cifra debe ser mucho menor. El sistema público, con la epidemia del Coronaviru colapsará en breve y lo que se necesita es generar, desde el Estado, grandes alianzas. Obligar a la medicina privada a abrir sus puertas y atender gratuitamente a los contagiados y a los casos complicados. No se puede responder a la crisis con autoritarismos y soluciones demagógicas.  

Estas alianzas, pasan también por impulsar esfuerzos comunitarios locales y regionales, para aguantar la crisis desde nuestros precarios sistemas de salud pública, proteger a nuestros equipos de salud que trabajan en condiciones paupérrimas y darles calidad de atención a los y las contagiados/as. Tenemos que construir de manera comunitaria respiradores para los casos más graves en los laboratorios de nuestras universidades, fortalecer nuestras redes de provisión de alimentos, centrándonos en el consumo esencial y no engordando las arcas de los supermercados y transnacionales de alimentos. 

De las medidas coyunturales a soluciones sostenibles y comunitarias

Luego de la cuarentena necesaria y urgente vendrá la sequía económica. ¿Cómo el Estado y el gobierno boliviano están previendo esta situacion? Con represión y sin planificación. Es menester establecer una estrategia no solo sanitaria, sino también económica, pero real y efectiva. La crisis post pandemia será fatal.

La Cepal prevé que se nos avecina una recesión profunda que seguramente tendrá un alto costo en los próximos dos trimestres para la economía nacional. Al ser, el nuestro, un país dependiente, el impacto económico de la pandemia en nuestros socios comerciales, como China y Europa, nos llevaran a reducir nuestros ingresos vertiginosamente, lo cual incrementará la desocupación y la falta de oportunidades de trabajo. No nos olvidemos que, en Bolivia, más del 60% de los y las trabajadores/as pertenecen al empleo informal, son microempresarios y microcomerciantes que viven con ingresos diarios, sin seguridad social, ni servicios de salud de ninguna especie.

Después de la Pandemia si no cambiamos nuestras políticas depredadoras y de extractivismo exacerbado, los niveles de desigualdad y de injusticia serán insostenibles. Una política económica de cambio tendría que estar centrada en la protección y el cuidado antes que en los réditos económicos. Obligar a los grandes empresarios a reducir sus pingues ingresos generando empleo y reactivando los pequeños emprendimientos locales. Obligar a la banca y al sistema financiero, para generar proyectos solidarios que inyecten recursos a la economía. Promover el consumo responsable y fortalecer esfuerzos de economías comunitarias locales que transformen las economías globalizadas, que han generado tanta desigualdad, pobreza y discriminaciones

El sacrificio debe ser compartido por todos y todas y no solamente recaer en las espaldas de los sectores económicamente más desfavorecidos. Basta de paliativos, necesitamos medidas dirigidas a fortalecer el cuidado de la vida en todas sus dimensiones.