JËSAETE TEATRO DE TARIJA CON EL SALAMANQUERO EN WAYNA TAMBO Por: Mario Rodríguez Ibáñez

Las narraciones orales tradicionales de los pueblos son mecanismos fundamentales de la memoria colectiva, de los sentidos y la ética del convivir compartidos, de los saberes y las resistencias de las comunidades, de las posibilidades de rehabitar el mundo. Son pasado y presente, son posibilidad de devenir. Cohesionan las poblaciones con sus territorios y contextos, colaboran en la vigorización de las pertenencias.

 

Con “El Salamanquero”, Sadid Arancibia del Jësaete Teatro de Tarija hace una notable contribución en el resguardo, divulgación y valoración contemporánea de lo propio. Relatos, la mayoría compartidos por su abuela Pelagia, que vienen del mundo rural chapaco y que son capaces, al mismo tiempo, de sentirse urbanos, o en ese tránsito o continuidad permanente entre lo urbano y rural.

 

La salamanca es una lagartija, especialmente nocturna que habita nuestros territorios y es capaz de moverse por todos los rincones, rincones de nuestras propias subjetividades y las biografías personales que nos componen. La salamanca también es un lugar legendario que aparece en numerosas leyendas y que se refiere al donde brujas y demonios celebran sus aquelarres. La salamanca también son estas historias de la narración oral que rehabitan todos nuestros rincones y las celebraciones irreverentes y, posiblemente, emancipadoras de nuestros aquelarres comunitarios.

 

“El Salamanquero”, también es la obra de Sadid Arancibia y Jësaete Teatro que está compuesta con la puesta en escena de una colección de relatos orales, un librito con los mismos y una exposición de cuadros que grafican la publicación. Con “El Salamanquero”, compartimos en Wayna Tambo.

 

 

Que la salamanca sea lugar de encuentro, que la salamanca siga saliendo a todos los rincones para permitirnos que la tradición oral siga circulando, sea siempre recreada, que dialogue con nuestro mundo contemporáneo.