COMUNALIZAR LA VIDA TODA Por: Jaime Martínez Luna

Desde niños nos enseñaron; no hay mal que dure cien años, ni persona que los aguante. Nosotros llevamos cargando un mal, más de quinientos años, y seguimos aguantando. ¿Qué pasa?, ¿es que no somos personas? O es que no padecemos ningún mal.

Hemos sido bautizados en sacramentos, que en nada alteran nuestra manera de hacer y de sentir la vida. Hacemos, fiesta, bailamos, comemos, disfrutamos de la presencia de todos, a pesar de que estos eventos sean convocados por un Nombre, (un Santo, un Héroe, etc) cuya raíz ni siquiera nos interesa escudriñar. Los que nos miran, nos ven extraños, se sienten extraños, en una fiesta que no tiene un anfitrión, en la cual, el centro, todos lo son. Beben de nuestras botellas, incluso se emborrachan, y a pesar de quitarse los lentes, no nos logran entender.

La gran mayoría de los que son, o se sienten entre y como nosotros, piensan la vida y la identifican en el idioma español. ¡Claro! Podemos sentirnos orgullosos, aún son muchos, los afortunados, que lo hacen en dos lenguas, la suya y el español. Pensar la vida en español nos lleva a identificar nuestra existencia, desde sus conceptos. Nuestros conceptos, lo que de la naturaleza percibimos, (si hemos perdido nuestra lengua originaria), no existen, o son encubiertos, ocultados por el español. Nuestras lenguas maternas, dibujan y explican el mundo real que percibimos, la lengua invasora, lo niega, y expresa sólo lo que sus constructores entienden de este mundo, a través de sus creencias, sus intereses, sus valores, etc.

El ejemplo central, es la LIBERTAD. Pensamos y enarbolamos la libertad, como un principio sagrado, sin detenernos a pensar que no se puede ser libre en un planeta o mundo que no es nuestro, sino más bien, que nosotros pertenecemos o somos parte de él. Dependemos del planeta, de su oxígeno, de su agua, dé sus frutos, de su humor, de su movimiento, de la existencia de lo demás, sin ello, nuestra existencia no se puede concebir.

Pensar desde la libertad, es sentirnos libres de apropiarnos de un mundo, que es todo y de todos. En libertad hacemos la guerra, ejecutamos las leyes, ponemos en venta hasta el oxígeno, una libertad que ostentamos percibirla como un derecho natural.

Pensamos desde la democracia, que el poder es del pueblo, y no nos preguntamos de que pueblo, del que este arriba, el que este bajo, el que este alado, el que yace en los cementerios, o el que está por llegar. Pero hablamos desde el poder del pueblo, y pensamos que todos somos ese pueblo, sin reparar que a los griegos se les olvidó incluir a los esclavos en el ejercicio de la democracia.

Por fortuna, a otros, a nosotros, la comunidad, fortaleza natural de todos, nos ha permitido aprender y enseñar la vivencia colectiva. En sus tiempos y en sus espacios.

Otra pesadilla más; el Estado-Nación. Pensar desde los Estados, es creer firmemente que hemos sido todos, quienes los hemos diseñado, integrado, construido, erigido, estructurado, edificado. Afirmamos convencidos que su ley es nuestra ley, y que por eso merece nuestro respeto, nuestro sometimiento a su ejercicio, nuestra lealtad a sus designios. Por más que se nos informa, que nuestros ancestros y ahora nosotros, han sido y somos, carne de cañón, portamos el orgullo, de ser de una nación como un maquillaje convertido en piel.

El Estado con el mayor número de naciones y habitantes conscientemente integrados al planeta; BOLIVIA, aún no sabe cómo trascender al Estado. No encuentra la salida para liberarse de ese concepto, en el que todos hemos estado enjaulados, desde la invasión a nuestro continente. En peores circunstancias, nos hayamos los que tenemos la obligación de reconocernos Mexicanos.

Este es el peor obstáculo para los que estamos convencidos de ser ABYA YALA, un continente sin fronteras.

Lo alcanzaremos, las generaciones futuras lo lograrán, ¿cómo? comunicando nuestro pensar natural, como un modelo de vida respetuoso, de trabajo, de reciprocidad. No de fraternidad, de solidaridad, de caritatividad. Así lo ubicaremos como un futuro posible, ciertamente. Y lo lograremos, si reproducimos y fortalecemos nuestros modelos de vida, que son una soluci n a la omnipresencia del Estado, ó y la propiedad privada que éste defiende, apropiándose de un planeta, de una tierra, que es de todos los seres que le habitan.

Un nuevo modelo de pensamiento es el reto. Para ello, ciframos nuestra convicción de encontrar en la comunicación el instrumento idóneo, que nos libere de la libertad, que comunalice nuestro pensar y comunicar.

Libertad y comunalidad, son polos opuestos que habitan en nuestro ser y pensar, que son necesarios de clarificar. Desde la libertad, somos individuos que trasforman y se transformaran, desde la comunalidad, somos seres integrados que encontraremos mayor integración. Desde la libertad seremos independientes en nuestro pensar, desde la comunalidad dependeremos del pensamiento construido entre todos y de los demás.

Desde la libertad, todos podremos tener la ilusión de acceder al poder, desde la comunalidad, todos, en tiempos y espacios, a través del trabajo y la responsabilidad, somos y seguiremos siendo; La autoridad. Éramos y seguimos siendo comunidad, los invasores nos individualizaron, y nos pusieron a competir en todo, nos han impuesto una ficción que es la libertad, y con ello, la prepotencia, la soberbia, la competencia, la búsqueda del triunfo, la conquista de la libertad. No importa quien pierda en esta competencia, seguramente, en ese lenguaje, será el ignorante, el que no sabe, el que necesita educación el que necesita ser liberado, el que hay que iluminar, llevándole la verdad, el que se someterá, a la conquista de su libertad.

Usamos el español, incluso desde sus conceptos denigrantes, discriminatorios, asumimos la negación de nuestro ser en sus propios términos, de paso los convertimos en bandera. Algo de esto es lo indígena. Al asumir lo indígena, indigenismos nuestras relaciones, vemos a nuestros hermanos como tales, como indígenas, es decir, les negamos la existencia, su existencia real. Somos gente natural, existimos, somos una parte del todo. El idioma español, no reconoce a los que vivimos en estado de naturaleza. ¿Porque? Porque somos naturales, lo dicho en español, -lo natural-. Al excluirnos reconociéndonos indígenas, es cierto, accedemos al poder, pero al juego del poder que ellos ejercen, por eso hablamos en sus conceptos, hacemos lo que ellos hacen, ¿que no tenemos derecho? Todavía nos ufanamos, al afirmar la pregunta. Nos contestan ¡claro!, tienes, derecho, como indígena a ser indígena, es decir, a vivir, con ellos, la exclusión, la obscuridad. El lenguaje nos separa, ellos son ellos, nosotros somos nosotros. Ellos nos nombran como indígenas, excluyéndonos, desde su derecho constitucional, nosotros, nos auto excluimos al aceptarnos indígenas. Diputados indígenas, presidentes indígenas, funcionarios indígenas, intelectuales indígenas, artesanos indígenas, comunicadores indígenas, lo cierto es que existimos en la exclusión, en la etiquetación, en la cosificación. Y todavía, nos sentimos orgullosos de serlo.

Te dejamos el texto para descargarlo: http://media.espora.org/mgoblin_media/media_entries/1242/comunalicemos_la_vida_toda.pdf

Comunalizar la vida Toda de Jaime Martínez Luna