LA DEBACLE DEL «EVISMO» Y EL RESURGIMIENTO DEL PROCESO DE CAMBIO

Esta idea tan simple y banal no pudo ser evidenciada dentro de las filas de los militantes, invitados y simpatizantes del MAS-IPSP durante estos 14 años. La ideología del Evismo corrió y creció libre por los pasillos del poder sin que nadie atinara a acertarle una mínima crítica, de manera directa, franca y abierta. Es la coyuntura, y paradójicamente el golpe de estado, el que nos ha permitido visualizar el carácter sesgado y manipulador de esta ideología.

Es más, se podría acusar a esta ideología de ser la quinta columna del colonialismo dentro del MAS-IPSP, puesto que instrumentalizar la adscripción identitaria entre Evo y los indígenas sólo refuerza la postura colonial de convertir a los indios en objetos de uso político. Utilizar esta identificación sin permitir que la propia auto-comprensión de lo indígena defina bajo que parámetros debe entenderse el liderazgo, además de respetar que el liderazgo político de resistencia anticolonial, nunca adquiere el carácter personalista como plantea la ideología del Evismo, fue tal vez uno de los actos más colonialistas que se pudo desarrollar al interior del propio proceso de cambio.

Ahora está claro que la identificación entre Evo y el proceso de cambio no sólo es peligrosa, sino que hace inviable la continuidad del proceso mismo. Ningún movimiento político con tan amplio enraizamiento en lo histórico social puede tener la caducidad mundana de un individuo en concreto. Y si esta ideología lo quiso así, es porque tras ella se escondía una simplista comprensión de la historia casi de manual, que solo se apoyaba en lo dado: la identificación identitaria, olvidando que lo político está justamente en lo posible, es decir aquello nuevo que surge de un movimiento colectivo que convierte su voluntad en horizonte político más allá de lo dado. Nada estaba escrito en granito sobre la dimensión y tonalidad del liderazgo de Evo Morales. Sin embargo, esta ideología nos lo vendió como casi natural, inevitable y hasta imprescindible para el proyecto político y su continuidad.

Hoy David Choquehuanca nos da una lección de coherencia política al influir significativamente en el Pacto de Unidad para que se acepte la decisión de Buenos Aires, incluso contraviniendo la gran cantidad de apoyo a su candidatura que surgieron en una infinidad de ampliados y de reuniones en varios rincones del país. Este gesto muestra una renovación, en tanto esperanza (aun no proyecto), del proceso de cambio.

Contrariamente a aquellos que sostenían que iba a haber traición y que frente a la negativa de aceptar su candidatura a la presidencia se tomaría el camino de la ruptura, se demostró con sabiduría lo que implica una lectura política y ética. La“unidad para que nos escuchen” no es la unidad desde la ideología del Evismo, no es el apoyo a una persona, no es identificar el proceso de cambio con un individuo, que cierto izquierdismo gusta ensalzar tanto, es el compromiso con el horizonte político, más allá de cualquier ser humano de carne y hueso.

La debacle del Evismo no significa la desaparición del liderazgo de Evo. Por el contrario, lo coloca en un lugar distinto. Ahora su legado adquiere carácter simbólico pues, por lo menos durante esta nueva contienda electoral, tiene que acompañar el proceso desde afuera. La distancia geográfica de Evo no es sólo una separación espacial circunstancial, es ya un síntoma de la posibilidad de renovación del proceso de cambio. Algunas posturas “radicalistas” que tienen una lectura meramente teórica, pueden pensar que aceptar la vicepresidencia es una derrota o una concesión muy grande al bloque hegemónico dentro del MAS-IPSP que definió las líneas políticas estos 14 años, piensan que la mejor forma de cambiar esto sería o extirpándolo o rompiendo con ellos. Pero también existe la posibilidad de la transformación y esta engendra lo nuevo siempre desde dentro.

Esta lecciónn de política de las organizaciones sociales y del Pacto de Unidad al haber, nuevamente, entendido las limitaciones y los riegos de la coyuntura, y al haber relegado el liderazgo indígena por otra persona, no es otra cosa que volver a unir la ética con la política. Si la ideología del Evismo es un instrumentalismo descarnado, cuyo sustrato solo puede entenderse como la toma del poder por el poder, la respuesta es, devolver la ética como responsabilidad ante el proyecto histórico por encima del deseo y las ansias de tener el control absoluto del poder.

Este espíritu fue expresado por David Choquehuanca de manera clara pues se trata de: “gobernarnos a nosotros mismos”, que quiere decir hacerlo con nuestro “amuyu” (pensamiento propio), independientemente de quien ocupe el cargo de presidente. Es a través de lograr la unidad que podremos gobernarnos y esto se hará con nuestro amuyu. Esta lección de coherencia ética y política es la esperanza al Evismo. La necesidad de encarar el futuro con esperanza renueva las posibilidades de la transformación del orden capitalista y colonial. Como lo muestra nuestra propia forma de hacer política, tiene que prevalecer nuestro amuyu, de lo contrario sucumbiremos a la política colonialista.

Esta lección política es ética porque muestra que, si uno en la lucha utiliza las armas del enemigo, estas armas lo constituyen a uno y terminan por transformarlo en el enemigo que quiso un día derrotar. Si desde el inicio la política que encaramos es desde nosotros mismos, para derrotar al enemigo no necesitaremos sus armas. Con nuestras propias armas, nuestro pensamiento propio y nuestras propias formas de lucha, retomaremos el proceso de liberación. De esta manera no relegaremos la descolonización a ningún futuro lejano, estará ya presente desde nuestras formas mismas de hacer política.