EN BOLIVIA: LA ANIQUILADORA MAQUINARIA PATRIARCAL REGISTRA 113 VECES ‘UN ÉL’ MATANDO A ‘UNA ELLA’

Por: Paloma Gutierrez Red de la Diversidad

No tenía ni tres años de edad cuando vi que él le clavaba el cuchillo una y otra y otra y otras muchas veces a ella, mi madre. Luego supe que fueron 41 veces que él la acuchilló. Luego, también supe que dos días antes un niño un poco mayor que yo vio que él –otro él, siempre en masculino– le pegó 2 tiros a su madre -otra ella, siempre en femenino-. También supe que ese día, ‘otro él’ le clavó 88 veces el cuchillo a ‘otra ella’ una muchacha de 21 años. Pocos días antes, otra vez un él, le quitó la vida a golpes otra vez a una ella. Dos días antes se repetía la misma historia: un él matando a una ella. Se hacía insoportable la cuenta regresiva, pues a medida que volcaba el calendario hacia atrás aparecían más muertas en manos de ellos, aparecían menos ellas…

Así, fui sabiendo que ese año 2019 fuimos más de 100 ellas las que perdimos la vida porque más de 100 ellos se las quitaron violentamente. Así supe que yo –nosotras– éramos el caso 113: mamá, abuelita, yo la niña de apenas dos años y 11 meses, éramos las número 113 de los casos de feminicidio en Bolivia durante el 2019 (¡Y aún no acababa el año, nos quedaban 8 días, así que aún podíamos ser más, ser menos!).

Hablo en primera persona del plural, incluyéndome en el nosotras, aunque no haya sido yo la muerta; y no creo necesario tener que explicar el por qué nos incluyo, abuelita, tías, hermanas, hijas y amigas, en el lugar de mi madre asesinada. Pero sí siento la necesidad de explicar que al hacerlo así –al vivirlo así en el plural inclusivo–se me estremece la vida toda, porque si de cifras se trata… el número de feminicidios podría quintuplicarse ¡y aún más! y entonces superaríamos las 500 muertas por feminicidio en lo que va de este año. Pero, peor aún, al saber que no se trata de cifras sino de vidas, el estremecimiento me deja la vida hecha muerte… la muerte en vida… la vida muerta… la muerta vida…

Así, en esta vida de muerte aprendí dos cosas: 1) que no se trata de cifras sino de vidas, 2) que no se trata de él ni de ella en singular, sino de ellos y de ellas en plural. Y así… mientras vivía muriendo fui aprendiendo que en el fondo ni siquiera se trata de yo, tú, él/ella, ellos/ellas, nosotros/nosotras ni de nuestras circunstancias particulares, sino se trata de algo mucho más grande, más pesado y más aterrador: se trata de una maquinaria cuyo mecanismo de funcionamiento permite que ellos aniquilen a ellas por el simple hecho de ser ellas en femenino y ellos en masculino.
____________________________
Paloma Gutiérrez-León
Miembro de Ni Una Menos-Tarija
Militante de la Red de la diversidad – Wayna Tambo
Bolivia, 22/12/2019