Vivir la chacra dentro y fuera de la ciudad ha estado recobrando la importancia y fuerza que vive en nuestro interior desde siempre. Al vivir estas experiencias tomamos conciencia de que la vida individualista que se nos impone es antinatural y por eso sumamente violenta.
La libertad que nos venden es ficticia. Nos han hecho creer que cuanto más cosas, títulos y fama tengamos a nivel individual, más libre seremos.
Cuando en realidad la libertad viene del reconocer que todos dependemos de todos; la comunidad humana entre si y la comunidad humana depende de las otras comunidades no humanas, recíprocamente.
Esa falta de interconexión es la que nos enajena y nos hace dependiente de una comida vacía e insaciable, de una medicina que nos enferma, de un tiempo que nos esclaviza, de una muerte en vida y de un morir humillante y miserable.
Nuestra naturaleza de constante rebeldía hace que tomemos el camino paralelo o el desvío del actual dominante cada vez con más certeza a cada paso.
Des-colonizarnos para nosotros/as significa andar por el sendero propio, por el camino de nuestros ancestros y nuestras ancestras, recreandolo.
Muchas son las esferas de nuestras vidas en las que hemos estado resistiendo tanto como liberándonos:
- Apreciando la luz del día nuevo nuestras ocupaciones son criar las wawas, las plantas, las relaciones, la animales… todo y todos con sus propios tiempos; nos estamos liberando de acatar las órdenes del tiempo calculado para ganar hacia el progreso empinado y del tiempo medido que oprime nuestras experiencias. Estamos re-encaminándonos por el tiempo cíclico donde no podríamos nunca volver al pasado y donde no existen comunidades retrasadas, en todo caso el “quedarse atrás” seria mantenernos en esa actitud de desarrollo industrial anti-vida.
- Usamos nuestras manos y cariño en la tierra para conseguir alimentos, medicinas, crear objetos útiles para llank’ar, embellecernos y armonizar. Nos hemos resistido a la dependencia de empleos y trabajos ajenos a nuestro vivir, que sostienen un sistema enfermo y corrompido. Simplificando nuestras vidas, nos estamos liberando de la cadena económica y del miedo que la sustenta; el miedo a la escasez.
- Hemos estado resistiendo la escuela con sus paquetes colonizadores y anuladores de las fuentes de conocimiento e inspiración que somos cada cultura y cada uno de nosotros/as. Nos estamos liberando de mandatos universales y de ser domesticados para un sistema uniformado.
- Colaborándonos, identificando y reconociendo que todos/as somos maestros de muchas habilidades, aprendemos mutuamente y nuestras wawas; creando encuentros, paseos, juegos, teatro, videos, pintura, tejidos, lectura, carpintería, música, cocina, historia, rituales, sanación, etc.
- Integrando cada vez mas todos los aspectos y caras de nuestras vidas estamos aprendiendo a escuchar y entender a los muchos cuerpos que cada uno tenemos. Hemos resistido la imposición de la medicina occidental comercializante, con sus nociones de enfermedad fragmentada. Nos estamos liberando y a nuestras wawas de que comercialicen con nuestra salud y de que intervengan en nuestros desarrollos contaminándonos.
- Siguiendo los ciclos naturales de la vida en nuestros lugares, la celebramos y nutrimos con nuestras propias fiestas, rituales, juegos, ofrendas…
Nos resistimos a consumir entretenimientos y distracciones que nos niegan y denigran, y sentimos que nos estamos liberando al afirmar lo propio y lo que surge de nosotros/as.
Finalmente nos estamos liberando del individualismo des-andando el sistema actual que impide la regeneración de nuestras vidas comunitarias.
Valentina Campos, mayo 2013