Por: Red de la Diversidad
“Las fotos son sobre la procesión que se realiza en la Periférica, zona El calvario. Yo pensaba que ya no había gente que hiciese esto, pero siguen, claro que participa poca gente y se hace algo cómico… eso fue con lo que me tope en semana santa…”, nos cuenta Román Choque que fotografía la vida desde los 19 años. La situación era extraña, poca gente, una utilería básica, efectos de sonido, sollozos, actos de fe compartidas con el celular como medio de retención del momento. La religión que fue impuesta con el proceso de invasión y que congregaba miles de personas, se ve hoy erosionada, poca gente participando y al mismo tiempo persiste, se resiste, continúa. La gente que participaba, poca, miraba la escena de la crucifixión del Cristo a través de sus pantallas de celular. Román saca el suyo, nos dice que, con baja calidad de lente, se incorpora al pequeño grupo y hace sus fotos como uno más del montón. Una veintena de fotos, de ahí selecciona tres y nos la comparte. Decide jugar con las “reglas” del celular como lente entrometido entre el ojo y la realidad. “Eso ocurre en un concierto de rock o en esta procesión” señala Román, es la mediación de lo que se captura de nuestro entorno y nuestra distancia con el mismo. Al poco rato de la escena queda el lugar deshabitado, la memoria se queda con la imagen anterior, ésta que nos comparte Román Coque en este reportaje.
