Algo nuestro está en sus museos, en sus galerías, en sus postales, en su ropa, en la música, en la comida, en sus libros de historia, en sus derechos conquistados, en la marca país, y no me refiero a la marca turística sino a la bandera, estamos ahí, el color rojo es por nosotros.
No estamos completos y cuando lo estamos somos ignorantes, cuando ganamos somos tramposos, cuando protestamos somos manipulados, cuando nos matan somos terroristas. Nos quieren callados para no acabar con la paz se inventaron para infundir miedo por el cambio. No aparecemos en los márgenes angostos de su democracia liberal donde construyen individuos modernos, de cuerpos inmunes y radicalmente separados de su comunidad, negando al sujeto colectivo.
Y aunque no se quiera que estemos nos permitimos estar, nos comprendimos en sujetos colectivos, pisamos la ciudad antes que ella nos pise, nos comprendimos lo colectivo como algo altamente político, la politización de lo colectivo como la constitución de aquello que llamamos pueblo, nos comprendimos pueblo frente al bloque dominante y estamos aquí disputando la concepción de aquello que llamamos “democracia” que quizá sea un cometa rojo que cubra a todos y que pueda volar hacia otro horizonte donde no estemos incompletos nunca más.