LOS LIBROS DE LA BUENA MEMORIA Por: Jazmín Quisbert Illanes.

¿Cómo describes una sonrisa?

En muchos casos se puede escribir literalmente que él o ella “sonreía” y esperar a que quien lo lea traiga de su recuerdo más próximo, o más sincero, una sonrisa, que pueda retratarla, que pueda escucharla y hasta sentirla. Ciertamente la escritura puede hacerte eso: recordar, imaginar y hasta sonreír.

Otras escrituras van detallando rasgo por rasgo la sonrisa, no quieren que imagines otra más que la que ellos-as te presentan, entonces te describen como se achinan sus ojos brillantes al momento de estirar los labios, como se ven sus dientes y tiene las mejillas, como se escucha con el viento y como este juega con su pelo, que pasa en ese momento y como es que esa escena puede describirse en muchas páginas para dibujar en la mente de quien lee, esa sonrisa y aproximarte al recuerdo de alguien más, como un espejo del corazón.

Pero no todos-as tenemos la capacidad de retratar una sonrisa en palabras, se nos complica la posibilidad de escritura, creo que ciertamente puede ser por la poca importancia que se le da en nuestra crianza, por diversos factores muchas personas carecen de una biblioteca de novelas en casa y esta carencia de desencuentro con la lectura después se ve reforzado en la escuela con la obligatoriedad de la lectura y la escritura, que a veces toma forma de castigo y nos aleja un poco más al reencuentro con la lectura que es inspirador para empezar a escribir. Muchas veces escuche que la causa por la que escribimos poco es porque venimos de culturas de la oralidad, que es nuestra palabra capaz de traspasar el tiempo y las generaciones, que con la palabra y la escucha sentida fuimos aprendiendo, reconstruyendo lo escuchado y a veces cambiándolo con cada voz que pasa. Es lindo saber que esa también es una forma de poder transportar la sonrisa en el dibujo de la mente, pero también creo que, si bien somos culturas de la oralidad, también lo somos de la escritura, del retrato desde los tejidos, de la capacidad del trabajo con lanas e hilos entrelazados, soltados y tesados, que giran y se combinan, que las iconografías puedan ser escuchadas también. Y es aquí, desde donde podemos repensar las crianzas, donde el retornar a la lectura y escucha de un cuento como espacio de disfrute, de crear y escribir con otros materiales que no son el lápiz y el papel, es tan importante en el proceso de crianza.

Al intentar sistematizar o describir una experiencia de trabajo o un proceso educativo, a veces olvidamos describir como es lo que se sintió, pero es que eso podría alargar el texto y quitarle su grado académico, desde este entendido es que a veces podemos olvidar retratar una sonrisa, que pueda hacer que quien lea logre no solo conocer el proceso, sino que también se pueda encariñar.

Entender las muchas formas que tenemos para volver a la escritura, que me ayude a retratar la sonrisa de aquellos niños y niñas que hicieron parte de un proceso que intentamos sistematizar, el proceso educativo de las Escuelitas del Vivir Bien de la Red de la Diversidad, un libro que pronto saldrá para ser compartido, que fue uno de mis primeros ejercicios de describir, en donde quizá olvide retratar las sonrisas sinceras de las wawas que hicieron y hacen parte de esto que se construye. Pero siempre podemos seguir escribiendo del proceso, porque es eso: un proceso, un camino que se hace al andar y sé que habrá más sonrisas que acompañen, que abracen y se graben en los libros de la buena memoria.