Alto Villar es un barrio de esos que entremezclan lo rural y lo urbano, lo propio de la comunidad de origen y el inicio de unas formas de rehabitar las ciudades. Se encuentra en la entrada o en la salida de Sucre, según desde donde se parte el camino, en la zona de K’uchu Tambo, camino a Ravelo por la diagonal Jaime Mendoza, ese mismo camino que nos lleva a una de las mayores e históricas regiones mineras de Bolivia. Ese Norte de Potosí imaginado en Bolivia como una de las más pobres y agrestes del país. Una región también de una riqueza diversa cultural, entremezclas quechuas y aymaras, resistencias y fortalezas culturales capaces de reexistir desde sus raíces profundas ancestrales, los cambios profundos de sistemas mineros extractivos y su convivencia actual con ciudades intermedias estudiantiles, las economías “ilegales” del capitalismo en expansión y sus formas tradicionales de vida comunitaria y el cultivo de la chacra, sin abandonar la minería que continúa pujante en este territorio complejo y maravilloso.
A Alto Villar llegamos a través del equipo de Sipas Tambo, integrante de la Red de la Diversidad, al inicio de la emergencia sanitaria, en lo más duro de las cuarentenas. Cerca de éste barrio se detenían a los transportes con alimentos provenientes del área rural y de las familias campesinas, inexplicablemente no se les permitía entrar a las ciudades para abastecer los mercados, lo que generó un sistema propio y auto gestionado de abastecimiento comunitario y traslado de cargas de alimentos en circuitos a pie.
También aquí se nos aproximó un joven para contarnos que había varias otras personas de su edad que habían venido por estudio hasta Sucre y que al no poder retornar a sus lugares de origen tenían serios problemas para conseguir alimentos. Montamos los tejidos de cuidados y se logró abastecer y resolver las emergencias de jóvenes estudiantes en la zona. Empezamos a ir al barrio con mayor frecuencia. La niñez fue la que salió más rápidamente al espacio abierto y empezamos a organizar actividades para esa población. Las mamás principalmente y también algunos papás empezaron a llegar a nuestras actividades de calle.
Así nació la Escuelita del Vivir Bien en Alto Villar, sostenida por el equipo de Sipas Tambo. Un trabajo bello e intenso sostenido desde el 2020 y que continúa hoy en día. Va consolidando un proceso con niñas y niños y con algunas familias que desde esas raíces comunitarias y de riqueza cultural dialoga, rehabita y dignifica las maneras en las que se copan los espacios urbanos sin perder ligazón con el lugar de origen.
Ahí nos fuimos en una jornada de compartir los equipos de Wayna Tambo, Flor de Tarwi, Inti Phajsi y Sipas Tambo, todos integrantes de la Red de la Diversidad para compartir juegos, historias del barrio, preparado de alimentos nutritivos y ancestrales, compartires y convivencias. Así seguimos tejiendo hilitos de comunidad que se abrazan y siembran cultivos de Buen ConVivir.