“HAY QUE ASUMIR LA TRANSFORMACIÓN COMO UN PROCESO” Entrevista con Mirtha Vásquez, ex primera ministra de Perú

“Hay que asumir la transformación como un proceso” Entrevista con Mirtha Vásquez, ex primera ministra de Perú, sobre el Gobierno del país, las razones de su renuncia y sus aprendizajes para transformar desde el Estado.*

 

La elección de Pedro Castillo como presidente de Perú despertó esperanzas de un cambio en la política en el país. Castillo, maestro y dirigente sindical, no fue parte de la élite política. Creció en una familia pobre en el pueblo de Puña, en la región Cajamarca, a donde regresó después de la universidad para trabajar como profesor de primaria. Fue invitado como candidato a la presidencia para las elecciones de 2021 por el pequeño partido marxista-leninista Perú Libre. Sorprendentemente,   Castillo   obtuvo    el 19 % de los votos en la primera vuelta y se ubicó en el primer lugar de los dieciocho candidatos a la presidencia. En la segunda vuelta ganó a pesar de sus posiciones conservadoras culturales, por ejemplo, contra el feminismo, apoyado por gran parte de las izquierdas peruanas contra la candidata de la derecha Keiko Fujimori. Obtuvo sus mejores resultados en las provincias tradicionalmente desatendidas por el Estado peruano. La campaña de Castillo tenía la siguiente consigna: “No más pobres en un país rico”, prometió una segunda reforma agraria y fortalecer la educación pública.

Mirtha Esther Vásquez Chuquilín es abogada y defensora de los derechos humanos. En las elecciones parlamentarias extraordinarias de 2020, fue elegida congresista para representar al departamento de Cajamarca. Bajo el mandato del presidente Castillo, fue presidenta del Consejo de Ministros, desde el 6 de octubre de 2021 hasta el 31 de enero de 2022. En esta entrevista cuenta sobre los logros de su gestión en poco tiempo, por qué el “apoyo crítico desde adentro” no está funcionado más en el Gobierno peruano, el rol central de la lucha contra la corrupción y sus aprendizajes para futuros procesos de transformación.

Desde afuera, no se sabe cuánto poder tiene la presidenta del Consejo de los Ministros.

 Efectivamente, es un cargo de mucho poder, pero también de mucha responsabilidad. Ahí te das cuenta de que es un espacio desde donde es posible impulsar cambios.

¿Para qué el poder? es la gran pregunta. Yo me sentía muy ilusionada, pues pensaba que desde ahí se podrían lograr transformaciones importantes.

 

¿En qué transformaciones pensaste? ¿Qué esperanzas tuviste al asumir el cargo?

 Como sabía que era un gobierno que se decía de izquierda, con el que además me sentía muy identificada, pensé en varias cosas que tenían que ver con el despliegue de políticas y normas a favor de gente, que habían estado postergadas por mucho tiempo, en poblaciones vulnerables, en la población rural —que es la mayoritaria en nuestro país—, en los indígenas, en las poblaciones marginadas por cuestión de género, etc. Yo sí pensaba que era un espacio para transformar y para mirar cómo convertimos al país en un Estado mucho más inclusivo, sobre todo.

¿Cuánto lograste en solo cuatro meses?

En principio, ya que se trataba de un cargo de mucho poder, tenía sus límites. No puedes impulsar cambios, echar a andar ciertos procesos, al menos no de manera tan rápida, si no tienes el apoyo decidido del presidente.

 

¿Pero esos también fueron objetivos de su campaña?

En teoría sí, pero en la práctica era difícil concretar. Tal vez también por el contexto. Cuando llegué, sentía al presidente ya muy agobiado y distraído por los ataques del Congreso y de la prensa. Claro, era comprensible, pues teníamos una derecha que desde el primer día estaba intentando deslegitimarlo, atacar su permanencia al frente del Gobierno, preparar una vacancia, y eso lógicamente quita atención sobre los temas de fondo.

De hecho, había muy poco espacio para reflexionar sobre los objetivos del Gobierno y qué queríamos impulsar a corto, mediano y largo plazo. Para mí era difícil sentar al presidente las horas necesarias para discutir esto; además, las reuniones que teníamos eran cortas y, sobre todo, servían para ver las cosas prácticas. Eso me empezó a preocupar, y a partir de esta situación empecé a percibir mucha inestabilidad en el escenario, incluso en mi rol. Tuve que pensar en términos más individuales y prácticos sobre qué hacer desde mi responsabilidad o qué objetivos podría trazarme. Debía tomar en cuenta lo más urgente, pero que no implicara procesos de muy largo plazo, cosas concretas sobre las que podía avanzar, pues era consciente de que en cualquier momento podía irme.

«Había muy poco espacio para reflexionar sobre los objetivos del Gobierno.»

¿Qué cosas sí se puede lograr en esa situación sin mayoría propia en el Congreso?

Yo estaba pensando en tres dimensiones. Primero, era importante dar algunos elementos de gobernabilidad y de estabilidad para el país. No se trataba solamente de intentar de acercarme a todos los actores, incluyendo al Congreso por más que sea un sector muy resistente. Tenía un objetivo más político: demostrar que, como Gobierno, éramos dialogantes, que teníamos apertura. De esa manera, no les dábamos elementos para que siguieran cuestionando al gobierno del presidente Castillo por este tema, sobre todo después del tiempo de Guido Bellido1 que generó mucha confrontación. Había que volver a una situación de mínima calma y estabilidad.

«Mi objetivo era que no volviéramos a esa vieja política de usar la represión.»

Eso, de alguna manera, se logró porque yo soy una persona que cree en el consenso, y demostramos mucha apertura para hablar con diferentes sectores, incluso los más cuestionadores. Claro que siempre tienes a gente muy resistente, que por más que puedas demostrarle mucha apertura no van a querer entablar ningún tipo de acuerdo, pero fueron buenos gestos y políticamente se logró un momento de mínima tranquilidad, al menos entre poderes del Estado, que era necesario para avanzar en otros asuntos.

Segundo, quería programáticamente definir algunos objetivos como Gobierno, sobre todo me tracé objetivos urgentes para el país a corto plazo. Por ejemplo, resolver y tratar de abordar rápidamente los conflictos sociales, porque cuando entré también teníamos una situación álgida de conflictividad en varias partes del país: teníamos en Las Bambas a Cotabambas con la carretera tomada; en Puno lo mismo con Coata; a los cocaleros tomando el puente de Inambari, etc. Entonces, a corto plazo debíamos primero desescalar esos conflictos para empezar a abordarlos con otros enfoques, con diálogo y transformación, en ese momento me empecé a ocupar. Los primeros meses fueron para mí duros. Iba de un lugar a otro porque ya no había otra forma de bajar la tensión que presentarme personalmente para dar la cara a nombre del Gobierno y conversar con la gente. Esto no me costaba porque mi trabajo ha sido siempre con comunidades, para mí era fácil conectar con las personas, escucharlas, hablarles y además hacerlo con mucha sinceridad en relación con las posibilidades de sus demandas. Luego de desescalar esos conflictos, el objetivo era empezar una política diferente de tratamiento de los conflictos: tuve que rehacer todos los equipos, sacar gente que estaba al frente de esas oficinas y que no era idónea para manejar temas tan delicados, poner a gente que realmente tenía experiencia en trabajar esos temas.

Mi objetivo era abordar los conflictos con otros enfoques, que no volviéramos a esa vieja política de usar la represión para tratar de afrontarlos, porque yo misma he vivido eso y creo que ese abordaje, lejos de resolver los problemas, los agudiza; además, si estábamos en un gobierno que se decía del pueblo, por lo menos eso deberíamos cambiar. Mi planteamiento era “la gente tiene que sentir confianza en este Gobierno, tenemos que bajar el nivel de tensión de los conflictos sin represión y empezar a mirar mecanismos donde podamos discutir honestamente con la gente sus demandas y preocupaciones y ver cómo esos territorios podían tener la oportunidad de nuevas dinámicas”, eso se encaminó muy bien.


1 Presidente del Consejo de Ministros anterior, desde el 29 de julio hasta su renuncia el 6 de octubre de 2021

Lo tercero que me parecía importantísimo de manera inmediata era implementar el retorno a clases; éramos el último país en retomar la presencialidad, y millones de niños, adolescentes y jóvenes estaban quedando al margen de la educación. Cuando llegué, teníamos como ministro de Educación a una persona muy bien intencionada, pero bastante mayor y con muy poca proactividad en temas concretos como estos. Yo hablaba con él para organizar el retorno a clases y él respondía que tenía mucho temor por lo que podría pasar. Me decía: “Si los niños vuelven a clases se van a contagiar, se van a morir, va a ser nuestra responsabilidad”, y yo insistía en que debíamos hacerlo, claro de la mano con una política responsable que sí podíamos implementar.

En este interín, censuraron a este ministro y tuve la oportunidad de escoger otra persona para el cargo. Con el nuevo titular logramos colocar esto como objetivo urgente, prioritario y ponerlo en marcha; formamos un equipo multisectorial para llevar adelante el tema. Empezó a funcionar, establecimos el plan de retorno y el camino a la vuelta a clases. Solo el hecho de haberlo encaminado me dejaba tranquila, porque pensaba: “Si me voy mañana, esto va a tener que continuar. El nuevo ministro tomó bien las riendas del asunto.

Un éxito práctico y palpable.

Para mí es una de las cosas más importantes que logramos.

Lo sabes por tus propios hijos.

Claro, el día en que vi regresar a mis hijos a la escuela, sentí una emoción profunda. Yo ya había salido del Gobierno, pero me acordé del nombre que le pusimos a la campaña de retorno a clases “Todos vuelven”. Es el nombre de una canción muy peruana y lo escogimos sobre todo porque el concepto era que queríamos, yo quería, que todos los niños de este país tuvieran la oportunidad de volver a su escuela, de reencontrarse no solo con sus maestros y amigos sino con su derecho a educarse, pero teníamos la ilusión que ese día marcara, de que fuera un día de total alegría, de música, de emociones. En el colegio de mis hijos sucedió tal como yo me había imaginado. Sin embargo, tenía emociones encontradas porque lo estaba viendo para algunos niños, pero sabía que no se logró para todos los estudiantes del país; fue parcial el retorno, sobre todo en la escuela pública, y tampoco veía un gobierno desplegado en las diferentes escuelas, sobre todo en las rurales y más alejadas, acompañando y celebrando este paso, como a mí me hubiese gustado. Recién acaban de anunciar que sí, que todos vuelven, entonces pienso que el objetivo que me tracé al frente del premierato, juntamente con la gente del sector, se está logrando y eso me satisface mucho y me deja tranquila.

Hay más cosas puntuales que hicimos, incluso sabiendo que estábamos en un escenario inestable. Yo nunca me sentí segura en el cargo, ni cuando entré al Gobierno. De hecho, se rumoreaba mucho sobre mi remoción desde el primer momento y sobre la búsqueda de mi reemplazo, pues los aliados del presidente como Cerrón2 y Bellido me rechazaron desde el inicio; salían a decir en varios momentos: “Mirtha Vásquez se va ir pronto, la van a cambiar,   esta   semanase va, el próximo mes, etc.”. Realmente yo estaba preparada para todo, y además eso me impulsaba a hacer cosas de la manera lo más célere posible, priorizando temas importantes que estaban postergados y que se podían concretar. Apuré, por ejemplo, la aprobación de una norma que atendía la demanda de una de las poblaciones más olvidadas, la contaminada con metales pesados. Ya la propuesta estaba desde hace varios meses, y había que levantar observaciones y plantear su aprobación fecha en Consejo de Ministros, así que se logró y finalmente se publicó. Eso, por lo menos, asegura encaminar una política para atención de estas personas afectadas.

«Yo nunca me sentí segura en el cargo.»

¿Es un problema grande por la minería?

Sí es un problema grave, porque en estos años se ha promovido mucho la gran minería como parte de las políticas de crecimiento económico. Sin embargo, esta actividad también causa impactos ambientales y en la salud de la gente que se han descuidado. Es increíble, pero incluso ahora hay una plataforma de afectados por metales pesados con gente de casi todo el país, gente contaminada con plomo, como mercurio, con otro tipo de metales, y nadie hace visible ese problema.

¿Con   mercurio,     por    ejemplo,    por minería ilegal?

Sí, hay población contaminada con mercurio por minería informal, pero también hay una población de Cajamarca, Choropamba, que sufrió contaminación con mercurio por un accidente, un derrame por fallas en el transporte de este material peligroso en el año 2000, debido a lo cual la población se contaminó y sigue con problemas de salud hasta la fecha. Yo creo que hay una deuda con ellos y me parecía importante impulsar esa política.

Otro sector que creía que deberíamos atender es el de los gremios laborales. He estado impulsando algunos de estos temas incluso desde el Congreso, en busca de mejorar sus condiciones.

Cuando fui presidenta del Congreso3 se aprobó una ley sobre negociación colectiva y no se había reglamentado; entonces, cuando estuve en la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM), pensé: “Esta es la oportunidad”. Hicimos un equipo de trabajo con el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), Servir, entre otros sectores, para diseñar este reglamento y, de hecho, esto avanzó con una propuesta que ha sido aprobada.

«Apuré una norma que atendía la demanda de una de las poblaciones más olvidadas, la contaminada con metales pesados.»


2. Vladimir Cerrón es fundador y líder del partido Perú Libre, que invito a Pedro Castillo como candidato

3. Mirtha Vásquez fue elegida presidenta del Congreso en noviembre 2020, en el momento en que Francisco Sagasti asumió el cargo de presidente interino de Perú.


En los temas ambientales me parecía muy importante trabajar cosas fundamentales como cambio climático, que normalmente se subestiman, cuando son asuntos estratégicos. Había un proyecto de ley que también estaba estancado hace mucho tiempo, una norma sobre emergencia climática. Con el entonces ministro de Medio Ambiente decidimos impulsarla y la sacamos, hicimos que el presidente la firmara. Aunque creo que el presidente no estaba muy convencido sobre la trascendencia de esta norma, y la manera de presentarla no fue la más adecuada, ha sido un primer gran paso para empezar a trabajar este tema como política de Estado. Para nosotros era un gran logro; cómo se use esa norma y se potencie va a depender de que se asuman medidas sobre un problema global real y que en muy poco tiempo va a impactar al Perú, que es el tercer país más vulnerable de la región al cambio climático.

«Recuerdo el día en que hicimos la primera entrega de pensiones para personas adultas mayores que habían sido aportantes; eso fue muy emocionante y significativo para mí, porque era un acto de justicia.»

Igual en cuanto a la economía, con el ministro Pedro Francke4 logramos ejecutar una ley que se aprobó en la época en que yo estaba en el Congreso y que se refiere a la devolución de aportes de los pensionistas de la Oficina de Normalización Previsional.5 Por muchos años, ha habido trabajadores que aportaron para tener una pensión, pero salió una norma que decía que si no aportaste más de 20 años no tienes derecho a ninguna pensión, y mucha gente perdió todo su dinero luego de aportar 10, 15 e incluso 19 años; era injusto sin duda, por eso han estado luchando muchos años sin que les hagan caso. En el Congreso que yo presidí, se logró aprobar una norma para que se les considerara esta devolución pero había que reglamentarla. Entonces el MEF, cuando Franke estaba a la cabeza, diseñó la fórmula. Esta consistió en entregar una pensión proporcional a cada aportante, desde este año y hasta que fallezcan, que aunque no es muy alta por los recursos escasos que tiene el Estado, es algo ya permanente para esas personas y además les da derecho a seguridad social. Así que lo aprobamos y lo empezamos a implementar.

Recuerdo el día en que hicimos la primera entrega de pensiones para personas adultas mayores que habían sido aportantes; eso fue muy emocionante y significativo para mí, porque era un acto de justicia.Estas personas mayores lloraban al ver que por fin tenían una pensión mensual. Aunque fuera poquito, 400 soles por ejemplo, para una persona que no había recibido nada, que se volvió dependiente de sus hijos o familiares o tenía que seguir trabajando en algo para sobrevivir, era realmente maravilloso tener una pensión así. Además, que el Gobierno les dijera que esa pensión iba a ser para toda su vida y que eran pensionistas que legalmente tenían derechos como ir al seguro a atenderse gratuitamente. Se acercaron varios a decirme con lágrimas: “No sabe lo que esto significa para nosotros, es volvernos la dignidad, este Gobierno nos volvió la dignidad”, esa fue una de las cosas que sentía que eran transformadoras. Pero creo que el propio presidente, tal vez por sus agobios frente a los problemas que tenía, no le ha dado la relevancia debida.


4. Ministro de Economía desde el 29 de julio. Renunció junto con Mirtha Vásquez, el 1 de febrero de

5. Es la institución que en Perú que reconoce, califica, liquida y paga los derechos


Aquel día Pedro Francke y yo estábamos muy emocionados y queríamos que esto fuera difundido por la prensa, pero por desgracia justo estaba el escándalo del secretario de Palacio, y cuando llegó a este acto el presidente, la prensa se dedicó a cuestionarlo por este problema. Este hecho tan importante, tan trascendental, se perdió en estos problemas que el Gobierno afrontaba por temas de corrupción de funcionarios. Ahora mismo este proceso continúa, se ha dejado una oficina que se dedica a hacer los trámites para los aportantes que aún no han hecho su proceso, va a beneficiar a miles de personas y parece que estaba funcionando bastante bien. Quienes ya estaban recibiendo su pensión decían: “Es la primera vez que vemos que una oficina funciona tan bien, nos reciben, nos ayudan con el trámite, nos hacen fácil esto. Para mí, es una las cosas más significativas que hemos hecho.

Otra de las cosas fundamentales fue el tema de salud; la vacunación fue el objetivo prioritario por el momento que vivíamos. Ese sector no me costaba mucho esfuerzo, porque teníamos a Hernando Cevallos,6 que estaba muy claro en el tema. Él y su equipo eran muy organizados y solo había que ayudar a apuntalar su trabajo. Desde la PCM ayudábamos a hacer visibles las decisiones que se tomaban; organizábamos coordinaciones intersectoriales para complementar estrategias y un trabajo complementario de promoción de la vacunación al que ya hacía el Ministerio, y que dio muy buenos resultados. El último día del año fue un día estupendo para el Gobierno, pues ese día llegamos al 80 % de vacunados con dos dosis.

Más que en Alemania.

Sí, teníamos tremendo logro y fue fruto de grandes esfuerzos y, sobre todo, del propio personal de salud. Días antes, el ministro Nando Cevallos me dijo: “Mira, estamos cerca de llegar al 80 % de población objetivo vacunada, y lo óptimo sería lograrlo para el 31 de diciembre, pero no es muy fácil”. Yo le dije: “¿Y qué falta? ¿Cómo ayudamos desde la PCM?”. Y Nando indicó: “Necesitaríamos aún más esfuerzo de los equipos, pero para eso hay que reconocerles porque lo están dando todo”. Y de pronto marcó desde su teléfono a la jefa de Inmunizaciones y le comentó: “Aquí la premier quiere hablar con usted”. Me tomó un poco desprevenida, pero entendí que lo necesitaba que hiciera. Empecé a hablar con la licenciada y le agradecí, en principio, a nombre del Gobierno y del país por todo su esfuerzo y el del personal que estaba trabajando en la vacunación, y luego le pedí respetuosamente un esfuerzo mayor en este último tramo para llegar a nuestra meta de fin de año. La señora me agradeció y me dijo: “Nunca me había llamado un primer ministro para agradecer mi trabajo”. Se la sentía muy motivada en ese momento y acotó: “No se preocupe, premier, nosotros vamos a hacer lo imposible para llegar a esa meta”, y así lo hizo. Planificamos una celebración para ese día y fue muy emocionante anunciar que llegamos al 80 % de población objetivo vacunada.

 


6. Fue ministro de Salud del Perú desde el 29 de julio de 2021 hasta el 8 de febrero de 2022


Ese día fue tan especial, era 31 de diciembre y por primera vez salíamos el presidente y los ministroscon la frente en alto a anunciarlogros concretos. Cumplimos la meta récord en vacunación. Además, anunciamos que terminábamos el año con todos los conflictos desescalados, sin ningúncosto social —ni un solo herido ni muerto en conflictos y con procesos de diálogo en camino—.

«Fue estupendo porque la prensa, que siempre había sido tan agresiva con este Gobierno, se quedó un poco sin argumentos.»

Lo tercero era el anuncio sobre el tema económico. El país había sido evaluado por organismos internacionales como uno de los que más avanzó en recuperación económica e inversión, y además había roto la meta de ejecución de gasto a nivel de las regiones. Fue estupendo porque la prensa, que siempre había sido tan agresiva con este Gobierno, se quedó un poco sin argumentos. ¿Qué nos iban a cuestionar?, teníamos, al menos, las cosas más importantes bajo control. Yo sentía que estábamos logrando que el Gobierno se ordenara; los objetivos prioritarios, al menos a corto plazo, los teníamos claros y los estábamos concretando. A mi salida creo que me he quedado medianamente tranquila de saber que fue un tiempo muy corto, pero que pusimos todos nuestros esfuerzos.

Parece bastante para ese tiempo corto, pero ¿por qué tuviste que salir?

Había tres cosas que se le cuestionaba al Gobierno antes de que yo entraraal premierato. Primero, que no tenía capacidad para gobernar el país, y menos con los problemas urgentes que había. Segundo: que era un gobierno que estaba atentando contra la meritocracia, poniendo a personas en la administración no solo incompetentes sino poco idóneas desde el punto de vista ético. Y tercero: se le cuestionaba tener funcionarios comprometidos o con antecedentes de corrupción; por tanto, ya se deslizaba la idea de un gobierno corrupto. Con mi ingreso al Gobierno, me propuse trabajar para revertir esas percepciones y ayudar a evitar errores.

Respecto a lo primero, por ejemplo, logramos demostrar en poco tiempo que sí podíamos al menos ser capaces de responder a las urgencias del país. Exhibimos algunos resultados concretos en temas estratégicos como salud —vacunación—, economía, estabilidad   con   políticas responsables, manejo de la conflictividad y atención de demandas de varios sectores de la población, en educación, implementación del retorno a clases, etc. Lo segundo, que era la mala designación de funcionarios, costaba revertir, pero empecé a pelear ese tema; a veces pedí públicamente que se separara a algunos ministros o algún alto funcionario no idóneo para el cargo. Me opuse a designaciones que no correspondían, me impuse con criterios de meritocracia para nombrar a algunas personas en altos cargos del Estado. No fue fácil y me gané el rechazo de algunos actores aliados del presidente, pero creo que al menos la gente percibía que había alguien dentro del Gobierno que trataba de hacer algo para controlar las malas designaciones. Por supuesto, no lo pude controlar todo, pero en lo que a mí competía intentaba hacerlo. Acerca de lo tercero, revertir estos cuestionamientos sobre temas de corrupción fue algo que empezó a tornarse más difícil.

«Logramos demostrar que sí podíamos ser capaces de responder a las urgencias del país.»

Poco después de que entré al Gobierno, salió el tema de Sarratea7 que para mí fue una sorpresa. Me enteré por la prensa de que el presidente se estaba reuniendo por fuera de Palacio, y eso fue un golpe duro para mí. Yo tenía una apuesta por un gobierno diferente, que luchara contra la corrupción, y este asunto ya ponía en entredicho esto. Decidí hablar con él, para entonces creía bastante en su palabra, le pedí respetuosamente que me explicara qué pasó y por qué estaba despachando por fuera, y que me dijera con quiénes se reunía. Y me dio una explicación al respecto, que yo creí de alguna forma. Él no solo me dio su palabra de que en esas reuniones no se habían tratado cuestiones de Estado y menos hubo actos de corrupción, sino que se mostró dispuesto a aclarar públicamente la situación; sin embargo, al final no cumplió. Esto pasó a manos de la justicia y su abogado aseguró que allí iban a esclarecer el tema. Luego empezaron surgir más cosas que me dejaron muy descolocada, acusaciones de haber interferido en procesos de ascensos militares y en la Policía, intentos de favorecimientos ilegales a favor de empresarios; salió el tema de Pacheco, su secretario y mano derecha, y el escándalo de haber encontrado en su poder 20 mil dólares.8 Yo pedía explicaciones, le decía: “Pero, presidente, ¿qué es esto?”, y él siempre me respondía que él no tenía nada que ver, pero ya empecé a dudar mucho más.

Mientras, el país seguía en una situación muy delicada, yo decidí avanzar por mi cuenta en los temas programáticos, pensando en que si era como él me aseguraba eso se iría esclareciendo. Él me dio varias veces su palabra de que iba a explicar esas situaciones e iba a señalar a los malos funcionarios que supuestamente habían provocado estos problemas, pero ya no me sentía muy cómoda en el Gobierno y finalmente lo que desencadenó mi salida tuvo que ver con estos temas, la percepción de corrupción en el Gobierno.


7. Se refiere a una casa ubicada en el pasaje Sarratea 179, en Breña, que se convirtió en una especie de centro de opera- ciones en la que el mandatario mantenía reuniones incluso luego de iniciado su Las citas que habría tenido el jefe de Estado son investigadas por el Congreso de la República y la Fiscalía de la Nación porque, presuntamente, en el lugar se pudo haber pactado negocios irregulares para ganar obras con el Estado.

8. El 19 de noviembre de 2021 la Fiscalía Anticorrupción encontró 20 mil dólares en efectivo en el despacho del secre- tario general de Palacio de Gobierno, Bruno El hallazgo se produjo en un cuarto ambiente del despacho de la Secretaría General que corresponde a un baño y vestidor.


La salida del ministro Avelino Guillén9 fue un parteaguas, es lo que me hizo tomar la decisión de salir, porque fue él quien detectó y denunció un asunto muy serio de corrupción dentro de la Policía, donde estaba comprometido un general muy cercano al presidente. Yo esperaba que el presidente fuera firme en este caso tan evidente y le diera su respaldo al ministro, pero no sucedió y, por el contrario, decidió sacarlo. Además, proponía designar en su lugar a una persona que desde mi punto de vista no era idónea y no iba a garantizar la lucha contra la corrupción en la Policía.

Recuerdo que yo le dije al presidente claramente: “Si usted deja ir al ministro Guillén, una persona conocida por su implacable lucha contra la corrupción, entenderé que ha reculado en el objetivo de luchar contra este terrible mal, y, si es así, presidente yo no puedo seguir acompañándolo, porque para mí eso sí es un objetivo fundamental”.

«La mejor expresión de cambios y de revolución es justamente hacer los esfuerzos por luchar contra asuntos tan concretos como la corrupción.»

Queremos hacer cambios en este país, hablamos de revolución. La mejor expresión de cambios y de revolución es justamente hacer los esfuerzos por luchar contra asuntos tan concretos como la corrupción, esa que históricamente se ha instalado y que ha servido para que este país sea timado y estafado por una serie de gobernantes y de malos funcionarios. Ese fue un punto de quiebre para mí porque sentí también que mi rol llegó al límite. En otras ocasiones, aunque con dificultad, había logrado que se respetara mi posición, y en este caso, claramente, ya no estaba sucediendo así. No tenía poder para cambiar una decisión del presidente que a mí no me parecía la correcta, así que sentí que era el momento de irme; ya no podía avanzar más.

¿Y ahora piensas que ese Gobierno es igual de corrupto que otros gobiernos? ¿O sigue siendo un Gobierno con posi- bilidades de realizar cambios positivos?

Ahora es particularmente difícil la situación, porque al Gobierno se le ha ido descubriendo varias cosas que son más que indicios de corrupción y yo no sé si llegan directamente hasta el propio presidente, pero es su administración y, por tanto, su responsabilidad. En este escenario es muy difícil defender su Gobierno y tener expectativa respecto a que va a marcar diferencias con otros gobiernos.

Hay todavía gente que sigue en el Gobierno, como Anahí Durand.10 Desde tu punto de vista, ¿ellos pueden cambiar o por lo menos frenar algo desde adentro?

Imposible, si algo queda claro es que el presidente tiene una dinámica y un entorno de confianza con quien toma las decisiones y no es precisamente un entorno que proviene de alianzas institucionales. Si para mí, como primera ministra, fue muy difícil imponer criterios, teniendo yo un poder real, porque varias de las decisiones que él como presidente tomaba deberían estar avaladas por mí, no creo que cualquier funcionario o miembro de un partido tenga poder para frenar ciertas situaciones. Funcionariosque han sido ministros, como Anahí Durand, conocen además la dinámica del presidente, y saben que ni siquiera desde su posición de ministros lograron influenciar, menos será ahora desde una posición de funcionarios de mando medio. Yo no creo honestamente que eso del “apoyo crítico desde adentro” esté funcionando.


9. El ministro de interior Avelino Guillén renunció el 28 de enero, tras no sentirse respaldado por el presidente Castillo en una disputa con el director de la Policía Nacional, a quien pidió destituir.

10. Anahí Durand fue ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables hasta el febrero de Fue presidenta de Nuevo Perú. Después volvió a trabajar para el Gobierno como consultora, lo que causó la ruptura con su partido. Salió del partido diciendo: “Si es un gobierno popular que debe relanzarse, entonces es coherente trabajar en el Estado que intenta dirigir”. Y, sobre su partido: “La comisión política ha definido que no es compatible trabajar en el Estado y ha decidido separarme del cargo del partido. (…) Acepto la decisión y dejo a un partido que ayudé a fundar, pero que hoy ya no es útil a las clases populares peruanas”.


Entonces, en el fondo es una postura que dice: “No vamos a transformar nada, pero por lo menos la extrema derecha no está en el Gobierno”.

Siempre es importante pensar las cosas con mucha perspectiva. En la izquierda siempre hemos luchado porque no sea esa derecha fascista, conservadora, antiderechos la que gobierne un país, porque eso haría que haya menos posibilidades de que generemos ese Estado inclusivo que favorezca a los más vulnerables. Pero creo que no se puede pensar en mantener cualquier forma de gobierno solo por bloquear a la derecha y quedarnos ahí; ese objetivo pierde sentido si no exigimos que quien está al frente del Estado emprenda un esfuerzo mínimo por cumplir objetivos, por abandonar viejas prácticas perniciosas para el Estado, por caminar a una transformación. Entonces, si por un lado no es la derecha la que está gobernando, pero igual tenemos un gobierno que no quiere hacer nada que responda a estos objetivos de cambio a los que se había comprometido, no tiene sentido darle un apoyo incondicional. Menos aún si vemos que por momentos no duda en juntarse con esa derecha conservadora para tomar decisiones que perjudican y hacen retroceder al Estado, ¿a qué clase de gobierno le estamos apostando?

¿Cuál es la perspectiva ahora? ¿En algún momento va a caer?

Mi percepción es que el presidente Castillo está en una posición muy precaria, es un gobierno que no tiene muchas fortalezas. Pudo haber generado fortalezas interesantes, pero no lo ha hecho. Por ejemplo, su más importante aliada pudo haber sido la propia población, que es la que ha votado y ha creído en él, pero si la defrauda y no responde a expectativas mínimas como atender sus requerimientos urgentes, va a perder respaldo y legitimidad, y me temo que los está perdiendo; eso lo vuelve un gobierno aún más débil. Sumado a que no ha podido generar alianzas sólidas y sostenibles y más bien ha hecho depender a su Gobierno de acuerdos pragmáticos con diferentes grupos políticos, otorgándoles cuotas en los diferentes ministerios, lo pone en riesgo de quedarse solo en cualquier momento, porque estos acuerdos son muy endebles. Lo tercero es que es un presidente que no tiene partido propio, el “dueño” del partido que él representa es el señor Cerrón, quien finalmente tiene el poder de colocarle condiciones, y eso lo lleva a adoptar decisiones que no son necesariamente las más convenientes para su Gobierno.

Pero en su campaña logró capturar votos de las provincias y de gente an- tes olvidadas, algo que no fue posible para otras izquierdas.

Sí, y creo que tuvieron que ver varios factores para ello, en principio, él se presentaba como un sector de la izquierda, un partido que se gesta en la provincia misma, cosa que le daba cierta ventaja frente a los movimientos o partidos de izquierda que eran percibidos más centralistas desde su origen. Él era un campesino que se volvió maestro y luego líder; esa identidad creo que hacía que la gente de provincia, campesina sobre todo, se sintiera muy identificada con él. Además, él lideró un movimiento sindical fuerte y ciertamente exitoso como proceso, como fue la huelga de maestros, antes de su postulación política. Ello también era una ventaja sobre sus otros contendores de izquierda, que eran personas reconocidas como políticos pero que no necesariamente venían de una lucha tan concreta.

Entonces su propia historia fue más importante que el programa.

Claro, es por ser él, un campesino, maestro rural. La identidad que genera en un país compuesto por la mayoría de gente con sus características, gente pobre, juega mucho y es más potente y le da ventaja sobre cualquier otro líder de izquierda. Agrégale que fue estratégico porque apostó por llegar a los lugares más alejados donde estaba esa gente, los más marginados, lugares a los cuales no llegaban ni los líderes de izquierda.

De otro lado, yo creo que hay que asumir también que los líderes tradicionales de izquierdas, no todos pero la mayoría, se han quedado en esos planteamientos y discursos o muy académicos o un poco trasnochados ideológicamente. Pedro Castillo llega como un nuevo liderazgo, no hace su campaña con planteamientos ideológicos sino en cosas muy concretas, incluso pragmáticas, que le hacían fácil llegar a la gente; habla el mismo lenguaje que la gente más pobre y les ofrecía cosas bastante populistas que luego a lo mejor no va a poder cumplir, pero que calzaban mucho con la insatisfacción de poblaciones que han sido históricamente relegadas.

«Hay que asumir que los líderes tradicionales de izquierdas se han quedado en discursos o muy académicos o un poco trasnochados ideológicamente.»

Tal vez también ofrecía algunas cosas porque creía que podían hacerse fácilmente y las sentía como un acto de justicia, que podía ser. Por ejemplo, él ofreció ingreso libre a las universidades para todos los jóvenes, y yo sé que él no solo planteó eso como algo populista con cálculos políticos, porque imagina ofrecer eso en el último pueblo o comunidad del país, que la gente escuche que a lo mejor sus hijos, esos jóvenes que hoy por hoy no tienen ningún margen de acceder a educación universitaria, puedan hacerlo, obviamente que van a votar por él. Pero yo creo que no lo ofreció solo por eso, sino porque yo lo he visto pensar en ese planteamiento a partir de su propia experiencia personal de ser uno de esos jóvenes marginados que soñaban y lucharon por acceder a educación superior; para él era y es un acto de justicia.

«Les ofrecía cosas bastante populistas que luego a lo mejor no va a poder cumplir.»

Cuando fui primera ministra, escuchaba siempre que reclamaba a los ministros de Educación por este tema: “¿Cuándo van a preparar y tener lista la propuesta? Ya les he dicho que preparen el proyecto para el ingreso libre”. Y yo le decía: “Presidente, eso es una cosa compleja”, porque, para empezar, ni siquiera tenemos infraestructura suficiente, tenemos una oferta limitada de universidad pública. Yo he sido profesora universitaria y desde mi experiencia comenté en el Consejo cosas muy concretas. Por ejemplo, tenía 40 alumnos inscritos en mi curso y el salón solo tenía 35 carpetas,11 porque ni la facultad ni la universidad tenían presupuesto para comprar más. Entonces, ¿qué hacían los muchachos? No podían escuchar dos horas de clases parados, y eso se convertía en la ley de la selva —¡esto es real!—, los primeros muchachos que llegaban se ubicaban en las carpetas y el resto corría hacia otra facultad y se las traían de ahí. Todo el tiempo tú veías a los alumnos corriendo de facultad en facultad sacando carpetas para llevárselas de acá para allá, tanto así que algunas facultades mandaron a soldar las carpetas en el piso para que no se les llevaran. Le contaba que en la universidad pública ni siquiera tenemos un proyector ni una pizarra como tienen las privadas, una pizarra decente para poder escribir. ¿Cómo podemos ofrecerles a todos los jóvenes del país que entren a las universidades masivamente, si ni siquiera infraestructura suficiente tenemos para ofrecerles?

Entonces, se quedó pensando, esa vez yo planteé: “Pensémoslo bien. Hagamos una propuesta diferente, pensemos en cómo fortalecemos capacidades en los chicos que salen de secundaria paraque tengan capacidad de competir, en eso sí puede invertir y es más viable para el Estado». En ese momento se dejó de insistir en el tema, pero ahora veo que ha vuelto a decir que ya tienen el proyecto para el ingreso libre.

Entiendo que la situación en el Perú es especial, pero quizás puedes darnos unas ideas sobre qué se puede aprender de esta situación en otros países, por ejemplo Colombia y Chile, donde hay las mismas esperanzas de que un gobierno pueda cambiar las cosas.

Si una cosa me queda clara después de estar en el Gobierno, y aunque suene contradictorio, es que la transformación de un país es posible, pero que hay que asumir esa transformación como un proceso que no es fácil, que va a encontrar muchas resistencias y que tiene que pensarse como progresivo. Pensar no solo en cambios concretos a corto plazo o mientras dure el Gobierno exige pensar en objetivos de transformación estructural y eso implicará mirar a más largo plazo, para lo cual necesitamos ir tejiendo propuestas más sólidas.

«Me queda claro, aunque suene contradictorio, que la transformación de un país es posible.»


11. Pupitres, bancas, asientos para estudiantes


En casi todos los países de la región hay un mal endémico como la corrupción, que probablemente sea una de las cosas duras con las que toca lidiar, pero que exige un compromiso decidido. La lucha contra la corrupción no se puede obviar porque cruza e impacta sobre todo el proceso de gobernanza de un país. Toca deconstruir una serie de cosas que se han ido instalando y normalizando en los países y que son absolutamente negativas para un Estado: usar del aparato del Estado para favorecer intereses, la cooptación del servicio público por parte de quienes entran a gobernar, la influencia de los poderes fácticos en el manejo del Estado. Es todo un desafío ser Gobierno.

¿Con los poderes fácticos te refieres a la economía ilegal?

Sí, con la precaria democracia que tenemos, resulta que estos actores ilegales, como narcotráfico, minería ilegal, entre otros, no solo cada vez tienen más llegada e influencia en los gobiernos, ahora llegan a tener representación en el Legislativo. Permean mucho el Estado a varios niveles y eso sucede normalmente en un Estado débil. Estos poderes fácticos van a imponerse como lo hacen ahora en Perú. Aquí han logrado que el Gobierno ceda ante la minería ilegal y les otorgue plazos para que sigan operando sin permisos; ante el transporte, al exonerarlos de multas por graves infracciones; es posible que termine por flexibilizar exigencias a universidades informales, que estafaban con la educación, para que las exoneren de requisitos mínimos.

Por eso me preocupa la tarea de fortalecer los gobiernos para evitar situaciones como las descritas. Sé que es complejo, especialmente en escenarios como los que afrontamos los países de Latinoamérica, pero son situaciones contra las que hay que tener decisión de luchar.

Dices que es complejo pero posible impulsar un cambio hacia un país más inclusivo desde el Gobierno. ¿Qué se necesita para lograrlo?

Mucho esfuerzo, claridad de objetivos y estrategias, y creo que sí tienes que lograr muchas articulaciones, no se pueden lograr en soledad. Eso nos genera el desafío de cómo reconstruimosrelaciones, especialmente en países como Perú, donde todo está muy polarizado.

¿Hay también organizaciones de base que pueden ser buenos aliados en tal proceso?

Sin duda, es muy importante trabajar con las bases, con las organizaciones, y creo que estas tienen que empoderarse, están también muy debilitadas y eso hace posible que sean cooptadas en ciertos momentos y muchas veces víctimas de los populismos.

Ahora, por ejemplo, en el Perú a mí me preocupa que las organizaciones y gremios estén muy débiles. Ya no se siente a los sindicatos con ese nivel de representatividad y presencia que tenían antes, los liderazgos no se han renovado, no los vemos proponiendo procesos transformadores. Organizaciones de base, como los comedores populares, han sido funcionalizadas muchas veces al poder político de turno. Surgen nuevas organizaciones pero con poca perspectiva, no empoderadas. Por otro lado, las organizaciones políticas casi no existen, son cascarones. Hay un trabajo de bases, de sociedad civil que toca ayudar a fortalecer para recuperar el tejido social que hoy por hoy siento que está débil y totalmente desarticulado. Tal vez lo más interesante que hemos visto en los últimos tiempos en el país son justo estas nuevas generaciones de jóvenes que empiezan a tener presencia, que tienen otra dinámica de hacer política e incidir; por ahí queda la esperanza de reconformar movimientos de sociedad civil.


“Hay que asumir la transformación como un proceso”. Entrevista con Mirtha Vásquez, ex primera ministra de Perú

 

Autor: Ferdinand Muggenthaler

 

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Diseño: Freddy Coello

Corrección de estilo: María del Pilar Cobo

Foto de la portada: Consejo de Ministros de Perú

 

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