En muchos países el tema de la salud es una cuestión complicada, por ello, muchas de las familias recurren a la medicina moderna, le dan mayor importancia, y eso ha permito la invisibilización de la medicina tradicional.
En Bolivia, el sistema de salud es precario ya que no existen los suficientes insumos para abastecer y dar servicio a las comunidades, no se cuenta con hospitales de segundo o tercer nivel, sólo se cuenta con postas sanitarias. Por otro lado, en las ciudades existen hospitales que no cuentan con los insumos suficientes o equipos para tratar las diferentes enfermedades que aquejan a la población.
Por muchos años esta realidad fue muy visible, es por ello que desde la cosmovisión andina-amazónica los pueblos originarios han generado sus propias alternativas de curación su propia experiencia de medicina, desde una cuestiónate: donde no hay doctor, ¿qué podemos hacer?
Es crear la propia medicina, es así que podemos encontrar en las comunidades rurales yatiris, parteras, miradores de coca, yerberos quienes se encargan de velar por la buena salud de las familias de la comunidad.
Actualmente con la crisis sanitaria por el COVID-19, muchas de las familias han recurrido a las prácticas de los abuelos y abuelas quienes dejaron conocimientos y trasmitieron para que sean compartidas de generación en generación.
Existen prácticas en el uso de las plantas medicinales para poder prevenir y fortalecer las defensas. Por otro lado, esto ha permitido a que muchas familias de las áreas rurales puedan recordar y revalorizar la medicina tradicional.
Asimismo, en las ciudades han definido darles mayor importancia a los mates a base de las plantas y esto está permitiendo que los saberes sean revalorizados por todas las familias.
El tiempo que atravesamos, una crisis sanitaria a nivel mundial, nos invita reflexionar que tanto la medicina tradicional y la medicina moderna tienen su importancia de igual a igual.